Lo que comenzó como una simple reparación de una aparente fuga de agua de la acometida se ha acabado convirtiendo en una intervención quirúrgica en toda regla para recuperar y, de paso, restaurar la histórica fuente de cuatro caños de la plaza del Caño ... Argales, uno de los últimos vestigios del más histórico aún sistema hidráulico que abasteció a la ciudad durante siglos, el Viaje de Argales, un ingenio que aportaba el agua a las fuentes de la capital, construido entre 1586 y 1622, a través de las arcas reales. El caso es que la fuga en cuestión fue detectada semanas atrás y llevó a los operarios a levantar el adoquinado que rodea la fuente que da nombre a la plaza, justo un año después de que concluyera la rehabilitación integral del espacio, en busca del escape. No lo encontraron. La fuga debía estar necesariamente en las cañerías interiores de la peana y el fuste de piedra, erigidos en 1878.
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Así que para repararla hubo que realizar un proyecto arqueológico, al tratarse de un bien protegido del siglo XIX (y vestigio de un ingenio anterior), que llevaría a los operarios a retirar, primero, la farola de cuatro brazos y, a continuación, a desmontar piedra a piedra la columna situada sobre la base de la fuente utilizando «hilo de diamante» para separar las uniones de la piedra de sillería con el fin de poder volver a montarla después y devolver a la fuente su centenario aspecto original.
La intervención quirúrgica se llevó a cabo hace unos días y los operarios trabajan ahora, ya con la peana de la fuente al descubierto, en la renovación del sistema de cañerías para recuperar los cuatro caños de la fuente. «Está siendo una intervención costosa y complicada, ya que ha requerido de muchísimo más trabajo del que se pensó inicialmente, pero hemos entendido que merecía la pena recuperar su funcionalidad por un indudable valor histórico y simbólico», explica Pedro Arroyo, gerente de Aquavall, la empresa pública del agua, que ha destinado veinte mil euros a la reparación ante la necesidad de realizar un proyecto previo de desmontaje de la fuente con el visto bueno de Patrimonio.
La parte más delicada de la intervención se llevó a cabo con una máquina específica que permitió «cortar en rodajas» los sillares de la columna que soportaba la farola, en la que luce los antiguos escudos de Valladolid y el año de su construcción (1878), con el fin de no dañarlos y facilitar su posterior reconstrucción. «No había otra forma de llegar a la fuga y, de paso, vamos a aprovechar para garantizar el buen funcionamiento de los cuatro caños» y limpiar y restaurar las piedras, añade el gerente de Aquavall.
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El espacio de la fuente permanece acordonado para facilitar los trabajos que devolverán el brillo a la peana de piedra del XIX. Este vestigio del Viaje de Argales, que surtió a la ciudad entre 1622 y 1974, es el único de los tres que subsisten en la capital, junto a la fuente adosada a la tapia de la vía en la calle Estación y la columna de la antigua fuente de Fuente Dorada que está actualmente en la plaza de la Trinidad.
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