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Ana de Diego, en la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid. Innolid
«La inteligencia emocional empieza por uno mismo»
Formación

«La inteligencia emocional empieza por uno mismo»

El ciclo de formación 'online' del Ayuntamiento de Valladolid incluye un curso dedicado al equilibro emocional en el entorno laboral

el norte

Domingo, 15 de noviembre 2020, 08:44

Psicóloga especializada en el mundo empresarial, Ana de Diego, 54 años, 30 años de experiencia en España y EE UU. Dos ámbitos de trabajo, la educación y la empresa: profesora de RR HH y coaching en la Universidad Europea del Atlántico de Santander y de la Universidad de Valladolid en el grado de Comercio; consultora y formadora en el ámbito laboral. Ha colaborado en el ciclo de formación que ofrece el Ayuntamiento de Valladolid para reforzar las competencias profesionales. Tiene resuelto su propósito de vida. «Me apasiona lo que hago; lo que importa es que la gente tenga una vida más saludable y más feliz».

–¿Y qué es exactamente lo que le apasiona?

–Conocer gente y ayudar a los demás; aportar lo poco que yo sé; acompañar a las personas para que alcancen lo que se proponen. Y algo que se resume en esta frase: 'Si te atreves a enseñar, nunca dejes de aprender'. Es mi lema y lo aplico cada día, algo muy relacionado también con la inteligencia emocional.

–¿Sabemos lo que es la inteligencia emocional? ¿O es aún una asignatura pendiente?

–(Risas) Absolutamente de acuerdo. A menudo, no sabemos qué es una emoción, un sentimiento, un estado de ánimo. Y uno de los conceptos básicos de la inteligencia emocional es el 'autoconocimiento' y la 'autoregulación'. ¿Cómo me puedo regular si no sé lo que tengo que regular? En teoría lo entendemos, pero en la práctica nos perdemos.

–Pero ya hace unas décadas que se habla de ella y se imparte.

–Efectivamente, se considera que Daniel Goleman es el padre de la inteligencia emocional pero también Howard Gardner dio un paso más y habló de las inteligencias múltiples, nueve. En occidente, se ha primado la inteligencia racional, el cálculo lógico matemático y no otros aspectos como las habilidades sociales, la empatía, la intuición… La neurociencia tiene muy claro hoy que las emociones juegan un gran papel en nuestra vida, en la toma de decisiones, por ejemplo.

–¿Nueve inteligencias?

–De las nueve, Goleman se centra en dos: la intrapersonal y la interpersonal. A esto le llamó inteligencia emocional. Muy sencillo, si yo me gestiono bien a mí mismo, me relacionaré bien con los demás.

–Es la vuelta a los clásicos: 'Conócete a ti mismo'.

–Ésa es la clave de todo. Empieza por uno mismo. Cómo soy, qué tengo, qué quiero cambiar y mejorar o qué quiero mantener...

–¿Y qué es lo imprescindible para este conocimiento?

–En lo intrapersonal, tres aspectos: autoconocimiento, autorregulación y automotivación. En la interpersonal: la empatía, la asertividad o las habilidades sociales que tienen que ver con la comunicación, cómo gestiono conflictos, etc. Pero si tengo un conflicto pendiente conmigo mismo, mal voy a resolver lo de fuera; todos llevamos esas mochilas de nuestra experiencia pasada.

–¿Cree que la inteligencia emocional se valora en el entorno laboral?

–Nos queda mucho recorrido. Esta pandemia, por ejemplo, ha dejado muchas cosas en evidencia y también mucho aprendizaje. Nos cuesta verlo, pero hay cosas positivas, a lo mejor pasas más tiempo en familia, lees más, haces más deporte, aprendemos a hacer bizcochos o pan… En las empresas se cuida poco la gestión emocional.

–Hay miedo… también.

–Es el sentimiento que ahora nos inunda. La gente tiene mucho miedo. Es la incertidumbre… ¿Cuándo se va a acabar esto? ¿Qué va a pasar? ¿Voy a perder a seres queridos? Y, además, la gente está más triste e irascible, y una emoción como el miedo bloquea la capacidad cognitiva. Si no se gestiona bien esto a nivel empresarial influye, indudablemente. Los líderes deben de ser coherentes con su comportamiento y cumplir las normas de seguridad, entre otras, para ayudar a minimizar el miedo. Ahora su ejemplo es fundamental.

–¿Y qué más se puede hacer?

–Aceptar lo que está pasando. Se nota en la sociedad y también en las empresas. No hemos aceptado que esto es así. La aceptación es la clave de todo lo que nos pasa en la vida. Es el primer paso para asumir cualquier cosa que te sucede, y no sólo con la pandemia. Pero la aceptación no es resignación. Hay que distinguir entre lo que está en mi mano y lo que no.

–Y en nuestra mano hay campo de acción, sin duda.

–En nuestra mano hay muchas más cosas de las que creemos y que nos ayudan a sentirnos mejor, por ejemplo centrarnos en las pequeñas cosas del día a día; esto nos da sensación de controlar algo, porque no estamos preparados para la incertidumbre que estamos viviendo. Con este bicho ni sabemos ni controlamos nada.

–¿Es la tiranía de la mente, que cree que puede controlar todo, y nos hace sufrir?

–Efectivamente, es un error creer que podemos controlarlo todo. Volvemos a las claves de la inteligencia emocional, algunas nos han venido de Oriente. En el autoconocimiento debemos centrarnos en las emociones y también en lo que nos dice nuestro cuerpo, en las sensaciones físicas que nos avisan de las emociones tanto las negativas como las positivas.

–¿Y todo esto se puede aprender y entrenar?

–Es un aprendizaje. El tercer paso, la automotivación, es muy importante. La capacidad de mejorar y centrarnos en lo positivo. Nuestro cerebro, por causas evolutivas, nos lleva a lo negativo, al miedo, a estar en alerta; entrenarnos en poner el foco en lo positivo es un esfuerzo, pero es clave para vivir. La diferencia está en dónde ponemos el foco, como una linterna, si alumbramos lo positivo estaremos mejor, el agradecimiento diario es un ejemplo y algo muy poderoso, que a menudo olvidamos. Y al sentirnos mejor, nuestros pensamientos, nuestra actitud y capacidad de respuesta cambian.

–¿Más cosas que nos desequilibran?

–La impaciencia y el no actuar. Ahora la gente quiere soluciones inmediatas y ya. Hay mucha gente que duerme mal, con mucha preocupación, pero si preguntas qué hacen para remediarlo no actúan, como mucho toman una pastilla. Queremos magia. Sin embargo es un hábito que se puede cambiar y entrenar, como la mente. Para vivir mejor hay que trabajar la mente. De la misma manera que no puedes correr una maratón de un día para otro, no puedes entrenar tu mente o cambiar el piloto automático con el que reaccionamos de un día para otro.

–¿Algunos consejos prácticos para no vivir con el piloto automático?

–Es fundamental valorar las cosas pequeñas de la vida, aprender cosas nuevas… Y ahora más que nunca, aprovechar el día y hacer las cosas que están en tu mano, saber lo que a ti te hace bien. Yo lo llamo el 'autocuidado'; además de las medidas de protección, qué cosas puedo hacer día a día que me hacen feliz, un autocuidado emocional. Observarnos más es esencial, hacer lo que te sienta bien te conecta con las mejores sensaciones y tu mente así lo recibe; ser compasivos con nosotros mismos, no forzarnos y escucharnos. Es muy importante rodearnos de gente que nos aporte energía.

–¿Y el ámbito laboral, con el teletrabajo?

–Los últimos datos indican que el teletrabajo pone triste a mucha gente. Como en todo hay que buscar el equilibrio. Ayuda la disciplina con el horario y seguir rutinas bien marcadas; eso nos da la confianza de llevar las riendas del día a día.

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