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Las de toda la vida. Unas mesas, unas sillas y sombrillas para proteger a los clientes del sol o de la lluvia. Nada de supermontajes ... que supongan una ampliación del bar en la vía pública. Un espacio que sea, además, fácil de retirar. Una instrucción municipal, firmada por el concejal Alberto Gutiérrez Alberca y publicada en el tablón de anuncios municipal el pasado 11 de marzo, ya advierte de que el Ayuntamiento «únicamente» otorgará autorización para el despliegue de terrazas ligeras. Hasta que esté concluido el estudio para reorganizar esta actividad hostelera, para cuya elaboración hay un plazo de 15 meses, los permisos serán más que restrictivos, básicos se podría decir.
El nuevo mandato municipal establece que solo pueden se tramitar autorizaciones para instalaciones sobre la rasante urbanizada del pavimento, es decir, sin utilización de tarimas o plataformas niveladoras. Además, el empleo de mobiliario, equipamiento y elementos delimitadores debe ser ligero y «fácilmente amovible». Respecto a la protección de los clientes que sienten en ellas, la cubrición del espacio solo se podrá hacer exclusivamente mediante la utilización de parasoles y sombrillas plegables provistos de mástil central sobre base con contrapeso y sin anclajes a pavimento.
La instrucción explica que una vez superada la pandemia y restaurada la normalidad se fueron dejando paulatinamente sin efecto las medidas excepcionales en esta materia, aunque aquella situación «conllevó un cambio de hábitos de la ciudadanía, que ha pasado a demandar en mayor medida un uso y disfrute de este tipo de espacios exteriores, que ya no se circunscribe a la temporada estival y se está haciendo extensivo a otras épocas del año».
Esto, se añade, «ha contribuido a la proliferación en el número de solicitudes y autorizaciones de terrazas, con instalaciones nuevas o ampliaciones de las ya existentes e incorporación de un mayor nivel de equipamiento, que en ocasiones pueden llegar a pugnar con la utilización del espacio público en congruencia con el interés general».
En este momento, el Ayuntamiento tiene autorizadas un total de 1.022 terrazas. En 2023, las arcas municipales recaudaron 1.163.819 euros por esta ocupación del espacio público, un año después se preveía ingresar 1.115.000, lo mismo que el ejercicio en curso.
El plan director para reordenar estos montajes de exterior, para cuya elaboración se destinan 105.455 euros (el plazo para presentar ofertas a la licitación se acaba de cerrar), se desarrollará en varias fases. Así, tras un análisis exhaustivo de la situación actual y su «impacto sobre el ecosistema urbano» en aspectos como «movilidad, medio ambiente o protección civil», la empresa adjudicataria deberá proponer la ordenación de las zonas más sensibles o singulares.
El Consistorio pone el foco en cuatro áreas «por ser los ámbitos que mayor número de incidencias o situaciones controvertidas han venido concitando». Se trata del entorno de Plaza Mayor-Coca-Poniente y Mercado del Val, la zona de la Catedral y La Antigua, la plaza de San Miguel, así como las áreas de Paseo de Zorrilla norte y sur.
Aquí, los redactores deben hacer propuestas para cuidar los elementos estéticos y armonizar el diseño y la calidad de las instalaciones. Además, deberán regular las condiciones para «minimizar molestias al vecindario en las zonas acústicamente saturadas» y poner orden en la ocupación elementos de equipos y mobiliario, cada vez más numerosos, voluminosos y sofisticados.
Los resultados de este documento serán básicos para tomar decisiones de cara a aprobar una nueva norma, que busca, al menos sobre el papel, poner veto a las invasiones desproporcionadas del espacio público por parte de los negocios de hostelería.
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