La inmersión arqueológica realizada a comienzos de la presente semana en las aguas del Pisuerga concluyó con el rescate de dos bolas de piedra más, algunas de ellas con parte de sus peanas, para sumar cinco adornos sacados del lecho del río y ... que, según constataron los arqueólogos, pertenecieron al Espolón Viejo, un murete de piedra «profusamente decorado» que en su día formó parte de los paseos de las riberas a ambos lados del hoy desaparecido puente del Cubo, en la antigua desembocadura del ramal sur del Esgueva.
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Las cinco piedras, que fueron extraídas por el buzo Javier Marqués y tres buzos más del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) de la Guardia Civil, en su primera inmersión de este tipo realizada en Valladolid, serán custodiadas por ahora por los agentes a la espera de su traslado al Museo Arqueológico de Valladolid, en el palacio de Fabio Nelli, para su exposición al público.
La iniciativa, impulsada por la asociación Los Amigos del Pisuerga, surgió el otoño pasado, cuando el buzo Javier Marqués realizó una inmersión junto al puente de Isabel la Católica, del lado de Tenerías, para buscar material perdido durante una riada y se topó con una primera bola de piedra, que él mismo, con la ayuda de una plataforma con grúa de la citada asociación, rescató el lecho del río, a unos siete metros de profundidad.
Los arqueólogos confirmaron después que se trataba con certeza de los adornos de las columnas del desaparecido Espolón Viejo (1602-1605). Nuevas inmersiones permitieron al buzo localizar otras cuatro bolas más, cada una de 120 kilos, que fueron sacadas a la superficie el lunes y el martes con la colaboración de los Geas.
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Los arqueólogos no descartan la posibilidad de realizar nuevas inmersiones en el río en busca de nuevos elementos del desaparecido muro, que pudo ser desmontado a lo largo del siglo XIX, ante la evidencia de que buena parte del mismo pudo acabar en el río. Los dibujos y planos de la época muestra un muro coronado no solo por columnas rematadas por las citadas bolas de piedra caliza cada pocos metros sino también por leones ornamentales de piedra.
Miguel de Cervantes llegó a citar en su obra 'El coloquio de los perros' (1613), ambientada en Valladolid, la existencia del Espolón Viejo: 'Vamos al Espolón a recrear los ojos del cuerpo, pues ya he recreado los del entendimiento… Vamos, dijo el Alférez'.
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