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Óscar Puente colecciona incidentes con espontáneos y no precisamente de los que piden autógrafos o selfies y le ha vuelto a pasar, esta vez cuando disfrutaba de una actividad deportiva, el golf, en sus días de asueto. Pero vamos a recapitular la historia de esos encuentros.
29 de septiembre de 2023. Un pasajero, desconocido primero y más visto que el tebeo después, Lucas Burgueño, increpa a Óscar Puente en un tren que salía de la Estación del Campo Grande rumbo a Madrid. La circunstancia de que se trate del ministro de Transportes no parecía estar detrás del incidente, que provocó retraso en la salida del tren.
4 de diciembre de 2023. Santa Bárbara, sí. Pero también día en el que en un vuelo rumbo a Bruselas, adonde se dirigía para participar en una reunión del Consejo de Transportes, Telecomunicaciones y Energía, Puente se encontró con un pasajero que le llamó traidor y le preguntó que por qué no iba en Falcon. Tampoco el escenario escogido por el espontáneo, un avión, tiene nada que ver, aparentemente, con la cartera ministerial del exalcalde de Valladolid.
19 de abril de 2024. Un escolta del ministro conmina en el aeropuerto de Dublín -instalaciones, los aeropuertos, competencia también del ministro, pero los españoles, no los irlandeses- a un pasajero a borrar las fotografías que le ha hecho con su teléfono bajo amenaza de ser sancionado (sin aclarar en qué hecho delictivo incurre el pasajero, que acepta y borra).
9 de agosto de 2024. Puente juega al golf en un campo no especificado, aunque podría pertenecer a la alicantina Costa Blanca, cuando un hombre al que ni se ve ni se identifica, con el móvil en modo cámara en mano le pregunta por el paradero de Puigdemont. «El tonto del día», comenta el ministro cuando abandona la zona en el carrito eléctrico propio de este tipo de instalaciones deportivas. Esta solución de movilidad, tan sostenible, tampoco parece ser el motivo del incidente, pese a la denominación de la cartera ministerial que dirige el vallisoletano.
Lo que sí aviva los comentarios al video subido a youtube es la circunstancia de que Puente escoja ese deporte que nació en Escocia hace siglos. Como si palos, bolas, guantes y zapatos claveteados estuvieran prohibidos para personas de izquierdas. Un complejo inexistente en otras democracias como la francesa, la alemana o las de tantos países que no identifican ideología con hobbies. Ni siquiera se utiliza como reproche si identificados con esa ideología ganan más o menos dinero, pero esa ya es otra historia.
Esta, la del campo de golf, tiene más que ver con que Puente ni provoca indiferencia ni se libra de sus fans, por tren, en aeropuertos o ya en pleno vuelo. También en el green. Y seguro que el ministro ya lo tiene asumido. Peor si no.
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