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Llegó a ser decano del Colegio de la Abogacía en plena pandemia. Y desde entonces ha toreado con ese problema, al que se han sumado ... diferentes huelgas. Javier Martín (Valladolid, 1968), reelegido recientemente como máximo representante del Colegio, encara una nueva etapa con el objetivo de dar continuidad a su proyecto y llegar a la sociedad vallisoletana.
-¿Qué tiene este cargo para querer repetir?
-En mi caso tiene el cariño y el apego a la profesión. Llevo 16 años metido en la abogacía institucional y me gusta poder ayudar a los compañeros, conocer los problemas de la profesión y poder aportar soluciones. De hecho, cuando me colegié, era de los que hasta la toga me parecía un atraso y una cosa demasiado formalista y decía ¿colegio para qué? Hasta que me metieron en la comisión de turno de oficio y a partir de ahí me di cuenta de que el Colegio hace mucho por la profesión, mucho más de lo que se ve.
-¿Tiene la sensación de que no se ve todo lo que se hace?
-No tengo la sensación, tengo la seguridad. En la campaña, en la reunión que tuvimos con la Agrupación de la Abogacía Joven, una de las cosas que reivindicaban es que había cosas que se hacían y que no sabían y efectivamente reconocimos que hay un déficit de comunicación brutal. Tenemos que sentarnos a reestructurar algún ámbito del Colegio para que esa comunicación pueda ser fluida.
-No sé si se puede decir que eres el padre de los más de 1.600 abogados de Valladolid…
-Tengo tres hijas y ya es suficiente. El padre, no. Y menos por edad. Además no adopto esa postura paternalista con los colegiados pero es verdad que el decanato te hace ver la vida personal de muchos compañeros y eso a veces es complicadísimo cuando se te sientan a pedir una ayuda porque están en una situación económica complicada o por un tema de salud grave.
-El pasado mandato estuvo marcado por la pandemia y las huelgas. ¿Esas situaciones le ha llegado a replantear seguir?
-Lo explicamos en el programa porque una de las críticas fundamentales a la candidatura era el continuismo. Ya no el continuismo porque fuera gente con las mismas ideas, sino que éramos exactamente los mismos siete que nos habíamos presentado en octubre de 2020. A mí me parecía que había dos cuestiones. Una era la lealtad personal. Si en una época tan complicada como era octubre de 2020 hubo seis compañeros que junto conmigo dieron el paso al frente de hacerse cargo del Colegio en una situación complicadísima, me parecía que después del trabajo realizado tenía que darles la opción de poder volver a repetir en una época, digamos, no voy a decir de tranquilidad, pero sí de apertura a la sociedad. Y luego sí nos había marcado mucho la pandemia y la posterior huelga de letrados de la Administración de Justicia y de funcionarios. La pandemia nos tuvo como un año y pico prácticamente ocupados de que el Colegio y la profesión pudieran sobrevivir y luego ocho meses con los grupos paralizados y muchos recursos materiales y personales en esa materia. Y nos impidió hacer un proyecto de Colegio ambicioso y de modernización que nos ha dejado a mitad de camino y por eso queríamos repetir.
-Dentro de esas huelgas, estamos viviendo ahora la del turno de oficio. No sé si es la eterna problemática o la eterna reivindicación...
-Son las dos cosas. A mí me gustaría que dejara de ser ambas. Pero es un problema que tenemos desde el año 1996 que se publicó la ley. La ley era buena, el modelo es muy bueno porque otorga absoluta independencia al profesional que presta el servicio de turno de oficio como se le prestaría a alguien de libre designación. El problema, no diría que el único, es la retribución. Al final es que son unos baremos obsoletos o unos módulos de compensación como los llama eufemísticamente el Ministerio. Son unos módulos de compensación ínfimos que casi no cubren ni el gasto del profesional. Nació hace tiempos inmemoriales como una función social de la abogacía, pero creo que una vez demostrado que es el servicio mejor valorado por la ciudadanía dentro de la Administración de Justicia, es de ley que se pague una cantidad adecuada. No digo que tengamos que hacernos ricos con el turno de oficio, pero una cantidad adecuada y que genere un cierto beneficio al profesional y sobre todo y especialmente que se pague por todo lo que se realiza, porque lo que es lamentable es que como hay unos módulos tasados, hay actuaciones porque las leyes procesales se han ido actualizando. Hay procedimientos que no están incluidos en el baremo y que como no están incluidos no te les pagan y eso ya es lamentable. Eso ya desincentiva al profesional que va a prestar el servicio. Sigo prestando el turno de oficio, soy de los decanos que lo presté y que lo seguiré prestando porque me parece que debo a la sociedad el prestarlo. Si me lo pagan bien, mejor todavía.
-Hablamos en muchas ocasiones de que los juzgados están colapsados. ¿Los abogados de Valladolid lo están también?
-Los abogados no tanto y estos problemas que generan las huelgas del turno de oficio y el tema de la mutualidad creo que viene derivado de la precarización de la profesión. Los juzgados están colapsados y eso a veces colapsa la gestión económica de los despachos. Tenemos quizá una mala costumbre que no se hace en otras profesiones de cobrar cuando se finaliza el pleito y eso, cuando tienes retrasos en los procedimientos, genera un retraso en los cobros.
-¿Se puede luchar por implementar medidas para conciliar entre los abogados?
-Queremos, y mira que insistimos y conseguimos las vacaciones en periodo navideño. Ese periodo de inhabilidad quizá en Semana Santa podría aumentarse un poquito más, pero el problema de fondo es la cabeza de un profesional de la abogacía es muy difícil cuando tratas con problemas personales y económicos de la gente que no se puede llegar a desconectar. Te puedes hacer un horario e irte a las 20:30 del despacho por la tarde pero resulta que en casa te acuerdas de no sé qué recurso de no sé qué plazo que te salta el chip y te pones a trabajar o a veces como estás en muchos procedimientos y en muchos juzgados la casualidad quiere que te otorguen muchos plazos cortos porque te marca a veces el juzgado es muy muy difícil pero tendría que ser muy bueno por salud mental de los profesionales.
-¿Algo falla en la sociedad cuando las solicitudes de justicia gratuita crecen o todo lo contrario?
-Eso se une en dos cosas. Es un servicio muy bien valorado y efectivamente la sociedad está bajando en cuanto a nivel económico. Al final hay unos umbrales de justicia gratuita que son determinantes y si bajo ese paraguas se mete más gente es porque hay más gente en el sistema de los colectivos vulnerables. Se empezó metiendo a los trabajadores o beneficiarios de la seguridad social, se siguió con las víctimas de violencia de género, se ha ampliado ahora a los menores y víctimas de violencia por delitos contra la libertad sexual, víctimas de accidentes de tráfico que tienen una invalidez… hay muchos colectivos que sin necesidad de acreditar insuficiencia de recursos también tiene sus problemas. Alguien con un nivel económico alto, porque sea víctima de violencia de género, tenga beneficio de justicia gratuita igual tampoco es justo del todo. Puede ser que tenga una asistencia letrada desde el minuto uno para asesorarle, incluso en la redacción de la denuncia y en cómo debe hacerlo, pero que deba soportar eso el Estado... Si al final incluimos todo bajo el paraguas del turno de oficio, estamos creando funcionarios encubiertos. Al final somos trabajadores del Ministerio sin tener ni seguridad social.
-¿Quiere el decano de Valladolid la Ciudad de la Justicia?
Estamos deseándolo por mil razones. La dispersión de sedes en una ciudad como Valladolid no es un problema grave. Te puedes hacer un juicio en Angustias y luego ir a Nicolás Salmerón y terminar en San José sin ningún problema, cosa que en Madrid es impensable. Pero temas, sobre todo los retrasos en pantallas y el horario aproximado por si hay retrasos se mejorarían con la llegada de la Ciudad de la Justicia.
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