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Nieves Caballero
Lunes, 17 de agosto 2020
Los teléfonos de Sanidad, el Ayuntamiento, la Policía Municipal y la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería (Apehva) no dejaron de sonar a lo largo de toda la mañana de ayer antes las dudas de los propietarios de bares especiales y musicales porque no saben ... si pueden o no atender a los clientes en sus terrazas, tras el cierre del ocio nocturno, publicado el sábado por la Consejería de Sanidad y acordado por todas las comunidades autónomas con el Gobierno el viernes.
Coronavirus y hostelería
La presidenta de la Apeh, María José Hernández, confirmó que ayer recibieron «un aluvión de llamadas» en la asociación. A su vez, los responsables de la Apehva intentaron lograr una respuesta sin lograrlo, pero confían en que la Consejería de Sanidad publique hoy mismo instrucciones aclaratorias. Al mismo tiempo, Hernández mantendrá este martes una reunión telemática con el resto de los miembros de la ejecutiva de Hostelería España para adoptar una postura común porque «los empresarios del ocio nocturno están muy alterados».
La incertidumbre aumenta entre los empresarios del llamado ocio nocturno, en el que se incluyen por un lado las discotecas y salas de fiesta y, por otro lado, los bares especiales, pub, karaokes y bares musicales. «Hoy en día tener una licencia de bar musical es una cruz porque no te compensa, has invertido muchísimo para nada», señaló Fabián Martínez, del Caruso.
«La realidad es que desde el 1 de agosto, cuando nos obligaron cerrar a la una y media de la madrugada, el ocio nocturno ya había desaparecido y estábamos cumpliendo los horarios del resto de la hostelería (cafeterías, restaurantes, cafés, cafés bar y tabernas)», argumenta Gabi Pérez, de La Lupe. «Estamos perdidos y tenemos mucho miedo al futuro, porqué esta inquina contra nosotros», añade.
Israel Martín, de La Comedia, ratifica esta inquietud: «¿Cuándo vamos a poder volver a abrir? El problema es que nos echan toda la culpa de los brotes y estamos cumpliendo estrictamente con las medidas sanitarias».
Se sienten agraviados con otros establecimientos en los que el cliente puede tomarse una copa desde las nueve de la mañana hasta la una de la madrugada. Algunos de estos hosteleros abrieron ayer las terrazas pero otros no por «el miedo a posibles sanciones». Lo que no entiende Pedro Toribio, de La Villa Gin Bar, quien se pregunta «¿por qué en la fase 2 de nos dejaron atender en las terrazas y ahora parece que no?».
La prohibición de fumar en las terrazas y en la calle a menos de metro y medio de distancia de los demás (lo mismo que entre mesa y mesa) también les va perjudicar a los hosteleros porque «muchos fumadores se van a quedar en su casa», opina la estanquera de la Plaza Mayor Águeda de la Pisa, que ha visto como la facturación caía el 90% en el confinamiento y el 40% ahora.
«Al encontrarse el estanco en el centro, ser una zona de paso, el teletrabajo y haber muy poca gente trabajando durante el confinamiento, aquí no se vendía nada», explica De la Pisa, antes de reconocer que «no ha sido así en los barrios y en los pueblos», donde muchos clientes han comprado cartones, en lugar de paquetes, y de dos en dos, por lo que les ha ido mejor.
El uso de tarjeta de crédito para pagar también se han incrementado mucho en los estancos, como en el resto de comercios, durante la pandemia. «Me temo que esto va a ser la puntilla para la hostelería», afirma. Y si se ve afectada la hostelería también los estancos que venden el tabaco a los empresarios del sector.
Quille Velasco de la Pisa, que se ocupa del estanco junto a su prima, confirma el importante descenso en las ventas y reconoce que «esta mañana no me he atrevido ni a fumar, apartada, en la parada del autubús». La nueva medida restrictiva le parece «fatal» y si pregunta si no «contagiamos también cuando respiramos».
Los fumadores también se sienten perseguidos. Mientras Ángela de la Calle se fumaba un purillo en la terraza del As de Copas, su marido, Rafael Pérez, que es médico, aseguraba que no cree que «las partículas de saliva vayan en el humo». La camarera señalaba que no van a prohibir fumar en la terraza.
Lo mismo expresaba Estefanía Orduña, en la terraza de La Teja. «Me parece muy mal, nos están engañando como a chinos. No creo que la gente se contagie a través del humo».
Sentadas en la terrazas de Los Guajes, en la Plaza Mayor, las amigas Carmen y Esther, argumentaban «que es una agobio porque tenemos que estar pendientes de que se cumpla la distancia de seguridad». Ambas consideran que la medida es «exagerada».
«La gente fumadora está enfadada. Algunos aseguran que si de verdad es por garantizar la salud de los demás, lo asumen, pero resaltan que, por el momento, no hay pruebas», seña Juan Urrea, del Bar Suizo, que ayer abrió sus puertas después de quince días, confiando en que las obras de peatonalización de la calle Doctrinos hubieran acabado.
Una fumadora sentada en la terraza de este establecimiento hostelero señaba con mucha sorna que «vamos a tener que salir a la calle con el metro de carpintero en el bolsillo para medir las distancias».
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