Secciones
Servicios
Destacamos
Rubén y Cristina pasaron de la alegría completa a la desolación más profunda tras el nacimiento de su hijo Lucca, que falleció con 37 horas de vidaen la unidad de cuidados intensivos de neonatos del Hospital Río Hortega de Valladolid. Tras un embarazo con algunas ... complicaciones desde la semana 23 y 5 días, consiguieron aguantar hasta la 28 y 4 días, pero los médicos les avisaron de que su hijo sería prematuro. «Nos preparamos para recibir un bebé pequeño», explica Rubén. Cristina se puso de parto porque tenía gran cantidad de líquido amniótico y, tras dejar pasar unas horas «cruciales», no pudieron hacerle la amniocentesis porque la dilatación llegaba ya a los cinco centímetros. «En ese momento, pese a no estar completado el embarazo, nos dijeron que el niño ya estaba para nacer, así que íbamos a ser padres de Lucca», asegura Cristina. El 6 de septiembre de 2020 a las 8:03 horas de la mañana nació Lucca. «Era un bebé precioso, más grande de lo que esperábamos para ser prematuro. Tenía la nariz de su abuelo, las orejas de su padre y los ojos negros como los de su abuela», recuerda Cristina. Lucca respiraba por sí mismo y los doctores les dijeron que estaba sano, pero que debía permanecer en la incubadora. «Nos dijeron que era el coplero de la planta porque gruñía y solo con tocarle ya cesaba su quejido», memora Rubén.
«Sabíamos que las primeras 48 horas eran cruciales pero le veíamos tan bien que no nos imaginamos lo que le ocurriría después», sostiene la madre de Lucca. A las tres menos veinte de la tarde del día 7 de septiembre, el bebé se encontraba perfectamente, tranquilo en su incubadora. «Sabemos que los bebés prematuros nacen con el ductus sin cerrar del todo y que se les da una medicación para que se genere ese cierre, pero a Lucca no le dieron nada porque le vieron muy grande y sano. No tuvieron eso en cuenta con nuestro hijo», sostiene Cristina. Los sanitarios les informaron de que «se le había producido una hemorragia por la vía del cordón umbilical que le habían puesto para comer, cuando Lucca podía comer por sí solo porque los reflejos de deglución y succión los tenía», explica su madre.
Pasadas las seis de la tarde llamaron a Cristina y Rubén porque Lucca se había puesto «un poco malito» y estaban valorando intubarle, pero a las seis y media la situación empeoró. «Volvieron a llamarnos para ir a verle y cuando llegamos le estaban reanimando. No entendíamos lo que estaba ocurriendo y nos confirmaron que era la segunda parada que sufría. De la primera no se nos avisó», afirma Rubén. Lucca tenía el pulso muy bajo y los sanitarios informaron a los recién estrenados padres que «el momento de la muerte era inminente».
A las nueve de la noche y con la vida de Lucca pendiente de un hijo, Rubén y Cristina colocaron las manos sobre el pequeño para sentir sus últimos latidos. «Nunca imaginé que eso me pasaría a mi, que conocería a mi hijo y a las pocas horas tendría que estar despidiéndome de él», señala Rubén con la voz entrecortada. El corazón del pequeño Lucca dejó de latir y la pena invadió a sus padres. «Al menos nos queda el recuerdo de que se fue mientras ambos le tocábamos, se fue sintiendo nuestro amor», recuerda Cristina, pero manifiesta que «hay una asignatura pendiente en la unidad de cuidados intensivos de neonatos».
El camino a recorrer tras el fallecimiento de Lucca está siendo «arduo», pero tras pasar por varios profesionales en salud mental para procesar la pérdida dieron con el grupo de duelo que gestionan Isabel Villanueva, Ana Cuevas y Begoña Becoechea. «Encontrarlas a ellas y al grupo que habían formado fue gracias a una doctora y a una matrona que tuvimos», recuerda Cristina. En octubre los encuentros todavía eran presenciales, pero el endurecimiento de las restricciones les obligó a reunirse de forma online. «En el grupo nos sentimos a gusto. Contamos nuestra experiencia y sentimientos y nadie nos juzga, nos escuchan y acompañan. Los que estamos en él es porque hemos perdido a un hijo y entendemos que el dolor es diferente en cada persona», asegura Rubén.
«No me siento juzgada ni me culpo por lo que le pasó a Lucca cuando hablo en el grupo de duelo. Tampoco se escuchan los tópicos de 'eres joven, ya tendrás otro hijo' que tanto duelen», apunta Cristina. Isabel, Ana y Begoña les acompañan, escuchan y entienden. «Nos abrimos en canal para compartir lo más doloroso que nos ha pasado en la vida y es una sensación increíble el sentirse comprendido, porque para la sociedad continúa siendo un tabú hablar de la muerte y más si es un bebé el que acaba de fallecer», explica la madre de Lucca.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.