![Jaime Falcó: «Me ilusiona llevar a Dios a la gente y llevar a la gente a Dios»](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202205/20/media/cortadas/JaimeFalco-kcJB-U170161849221ydH-1248x770@El%20Norte.jpg)
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A pocas horas del día más importante de su vida, al vallisoletano Jaime Falcó Prieto (1977) se le acumulan los sentimientos de felicidad profunda y discreta y, sobre todo, de agradecimiento. Primero a Dios, y luego, a tantos familiares, amigos que cada día le han demostrado su afecto y apoyo. Él es uno de los 24 diáconos de la Prelatura del Opus Dei, ordenados sacerdotes durante una eucaristía que se celebró ayer, en la Basílica de San Eugenio de Roma. El consagrante fue monseñor Ricardo García, obispo de la Prelatura de Yauyos-Cañete-Huarochirí (Perú).
Ser cura era algo que no entraba en los planes de este joven. Nació en León y con 3 años llegó a Valladolid, donde estudió Administración de Empresas, aunque la carrera la terminó en Oviedo. Creció en el seno de una familia de cinco hermanos, con inquietudes religiosas. Quizá ser hijo de un militar del Opus Dei le allanó el camino hacia el sacerdocio por la prelatura. Durante su infancia y juventud vivió en Madrid, A Coruña, Santander y Oviedo y ha trabajado durante 7 años en Rusia, en diferentes escuelas de negocio españolas, también como consultor y en la academia presidencial rusa de economía. En Roma estudió la licenciatura de Teología Moral y actualmente se está doctorando. «Me hice del Opus Dei en 1995, mucho antes de querer ser sacerdote. En el 2012 me ofrecieron la posibilidad de venir a Roma a estudiar Teología Moral y me plantearon la vocación al sacerdocio. Ahí fue donde lo vi claro. En casa lo recibieron muy bien. Fue una grata sorpresa para todos. Entonces, el Opus Dei me pidió desplazarme a Rusia, donde estuve trabajando durante siete años hasta que el año pasado regresé a Roma para ordenarme», dice este nuevo sacerdote. «Me sentí llamado para esto. Me costó tomar la decisión, porque tenía otros planes, como por ejemplo formar una familia, pero vi que Dios me llevaba por este camino»
Estos años de preparación sacerdotal para él han sido «una maravilla» ya que ha tenido la oportunidad de conocer gente de muy diferentes países y culturas. «Ha sido muy enriquecedor en lo personal y en lo profesional», asegura. Confiesa que lo más duro fue «tener que ponerse a estudiar de nuevo». Los seis meses que lleva ejerciendo como diácono los ha vivido como un periodo de «formación y práctica» para el sacerdocio. «He podido predicar, pero no he ejercido una labor de parroquia. Estos meses los he dedicado principalmente al doctorado. Realmente, mi labor empezará a partir de ahora, desde la ordenación», explica.
Las últimas horas antes de la ordenación, para él están siendo de «mucha ilusión y mucha oración». Se encuentra rodeado de sus familiares más cercanos y amigos, que han llegado hasta Roma para acompañarle en este momento tan especial para él. «Tenía muchas ganas de estar con ellos y me falta tiempo para disfrutar de todos. Lo están viviendo con muchísima intensidad. Yo confío en estar todo lo preparado que se debe estar para algo tan importante. Espero disfrutarlo, porque es una vez en la vida», dice. Son muchos los seres queridos que vendrán a su mente cuando se esté ordenando sacerdote, pero hay alguien muy especial para él que tendrá muy presente a pesar de la distancia. Su abuela Olvido. «Ella es muy mayor y no ha podido venir. Pero seguro que está muy feliz por mí», añade con emoción. Jaime todavía no tiene destino y ejercerá «allá donde se le necesite», pero lo que realmente le ilusiona del ministerio es «llevar a Dios a la gente y llevar a la gente a Dios».
Tiene dos espejos en los que mirarse. Dos grandes figuras sacerdotales que le sirven de ejemplo e inspiración. San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei y el papa Juan Pablo II. Del primero le atrae la idea de «santificarse en medio del mundo, ya que todos estamos llamados a ser santos en nuestras circunstancias». Del segundo admira «la idea de servicio, de cercanía con Dios y con la gente». Del actual papa Francisco destaca su «cercanía, su entrega y su ejemplaridad».
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