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A la izquierda, Joaquina con sus bisnietos Alejandra, Claudia y Pablo. El Norte
Coronavirus Valladolid: «Su ilusión era juntar a toda la familia para su cumpleaños»

«Su ilusión era juntar a toda la familia para su cumpleaños»

Joaquina García Cid, de 93 años y natural de Medina de Rioseco, falleció el 25 de octubre en el hospital tras contagiarse de la covid-19

Miguel García Marbán

Medina de Rioseco

Jueves, 26 de noviembre 2020, 07:08

A sus 93 años, la «mayor ilusión» de la riosecana Joaquina García Cid era poder asistir este año a la comunión de su bisnieta Alejandra y a la boda de su nieta Helena, en unas celebraciones que fueron pospuestas por la pandemia. Pero la covid irrumpió en su camino, y esta mujer falleció víctima del virus. Entró en la residencia Sancti Spiritus y Santa Ana de Medina de Rioseco en 2017 y «se encontraba muy bien», como afirma su hijo José Miguel Criado, quien explica que su madre había dado negativo en el cribado que se llevó a cabo en el centro. El 21 de octubre «se sintió mal, con dificultad en la respiración, por lo que fue hospitalizada creyendo que era un ataque de ansiedad, pues no tenía nada». A las dos de la madrugada del día siguiente comunicaron a la familia que Joaquina tenía neumonía y había dado positivo en coronavirus. Tan solo cuatro días después, el domingo 25 de octubre, falleció. Durante su hospitalización, solo su hija Mari Carmen pudo verla, aunque «solo un rato y los dos últimos días, ya que solo dejaban entrar a una persona, y siempre la misma».

La esperanza de Joaquina por recuperar la salud era tan grande que, a pocas horas de su fallecimiento, había expresado su «ilusión» de salir del hospital y reunir a su familia para celebrar su cumpleaños. Hoy, 26 de noviembre, Joaquina García Cid hubiera soplado 94 velas. Nació en Medina de Rioseco en 1926 como la segunda de los cinco hijos del ebanista José García y de Raimunda Cid. Joaquina se casó con el panadero Ángel Criado López, con quien formaría una familia numerosa con ocho hijos: Ángel, José Miguel, Paula, Joaquina, Conchi, María Jesús, María del Carmen y Toño. «En aquella época eran valientes y no veían problemas», dice José Miguel. Hace dos años murió su primogénito, y desde hace dos décadas era viuda.

Ahora, el mayor de los hermanos, José Miguel, asume la responsabilidad de «coger las riendas y mantener unida a la familia, para reunirla, aunque solo sea una vez al año». Recuerda a su madre como «una mujer muy trabajadora, de coger la cesta e ir a lavar la ropa al río y tirar de ocho hijos con muy pocos recursos». Lo que más le «duele es no haberla visto por última vez» y saber que «después de toda una vida entera de trabajo no ha podido despedirse de sus hijos». También la «pena de ver cómo está desapareciendo la generación que levantó este país».

Para Mari Carmen, su madre fue «una mujer fuerte y valiente que, a pesar de todo lo vivido, siempre tenía ánimo y una sonrisa para seguir adelante hasta el final». En su recuerdo queda cuando «tejía hasta las tantas para hacer el jersey lo antes posible o cuando se quedaba a mi lado en la cama controlando la fiebre cuando estaba enferma». Otras dos de sus hijas, María Jesús y Conchi, no olvidarán «cuando nos esperaba al salir de la escuela para ir a merendar a la era y jugábamos toda la tarde». Tampoco «cuando en verano bajábamos a la calle por la noche y ella se sentaba en el portal para vernos jugar hasta las tantas». Por su parte, Joaquina se queda con recuerdos navideños en los que su madre está muy presente.

«Siempre con una sonrisa»

A su nieto, Jesús Ángel Criado, le queda «en la memoria la alegría que la daba cada vez que me veía y los besos y achuchones que me daba, porque era una mujer que desprendía alegría». Por su parte, su nieta Helena no duda en expresar que «la mayor de las suertes de mi vida es haber podido tener una abuela como ella, buena, cariñosa, tan feliz, con unos valores tan buenos, que siempre ha intentado darnos a todos, y todos tenemos un poquito de ella». Además, destaca que la vida no la pusiese las cosas fáciles, viviendo una guerra y su posguerra, la muerte de su marido, con problemas de salud, pero «siempre salió venciendo y con una sonrisa en la cara». «Nos ha dejado muy vacíos, pero muy llenos de ella», sostiene.

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