No es una heroína con capa, aunque a veces lleva uniforme: traje azul, patucos, mascarilla y gafas protectoras. Su lucha –«incesable», como lo califica– es ... la de todos. Noelia Lama Villanueva es enfermera en el Hospital Clínico de Valladolid. Allí aterrizó «de refuerzo», matiza una y otra vez, hace ahora una semana para frenar la expansión del coronavirus en la décima planta del ala norte. Desde entonces, la vida de esta joven de 24 años natural de Medina del Campo «no es la misma». Ha cambiado.
Consejos y recomendaciones
No era la primera vez que pisaba el citado centro hospitalario, pues anteriormente había cubierto una plaza a través de la bolsa de empleo. Pero en esta última ocasión fue «distinto». El jueves de la semana pasada fue el primer día del resto de su vida. Cuenta que se «esperaba bastante» la llamada para el puesto y, por ello, desde hace días estaba «preparada» para pasar a la primera línea de 'combate' en cualquier momento. «No deja de ser un miedo a la novedad. Cuando me llamaron me dije: 'Te ha tocado justo ahí, pues para adelante'. Me lo tomé con muy buena actitud», asegura.
El suyo es el rostro de una heroína que no se reconoce en esa piel, aunque la mascarilla rasgue sus pómulos, las gafas dejen marca en su tabique nasal y el equipo de protección le lleve hasta el límite de la deshidratación tras siete y diez horas (en función del turno que le toque) con el EPI puesto. Ella, dice, no es la «protagonista». Los «verdaderos campeones» son los pacientes a los que atiende y que están afectados por Covid-19.
Empatizó con ellos desde el primer minuto. Lama, al igual que sus compañeros de planta, se «desvive por cuidar y hacer sentir bien» a los enfermos. Es «consciente» de que son el único contacto que tienen con el exterior, con la realidad paralela a la que el coronavirus les ha sometido. Tras una «semana de adaptación y organización», esta mujer, «enfermera en mis tiempos libres y el resto del tiempo escribo cosas que parecen poesía», como reza su carta de presentación en redes sociales, ha decidido dar un paso al frente: mientras dependa de ella, ningún ingresado se quedará con la «duda» de no saber nada de sus familiares. «Cada paciente es un mundo y a lo mejor hay muchas circunstancias, como no tener teléfono móvil o no saber utilizarle, como les pasa a mayores que están ingresados, por las que no pueden comunicarse con el exterior», apunta.
«Pensando en la gente mayor», en base a los deseos que días anteriores le habían transmitido, pero «respetando la confidencialidad y la protección de datos de cada uno», Noelia Lama colgó el martes un mensaje a través de su cuenta personal de Twitter en el que solicitaba difusión para que la iniciativa llegara al mayor número de gente posible y, por tanto, pudieran beneficiarse más enfermos de Covid-19. «Si algún familiar o amigo me lee y necesita transmitir algo a su conocido, me puede contactar. Hay mucha gente mayor incomunicada», escribió en la red social.
«La idea», afirma esta medinense, es «hacer una entrada de información de fuera hacia dentro, nunca al revés», para acercar a los pacientes a sus familias a través de un mensaje, carta o foto. «Tengo la limitación de lo audiovisual; no puedo introducir mi teléfono en la habitación porque se contaminaría y me quedo sin él, pero pueden escribirme, mandarme cartas o hacerme llegar alguna fotografía para que el paciente se quede tranquilo y vea que fuera todo está bien, que le están esperando», argumenta.
Les transmitirá mañana
Las respuestas no han tardado en llegar. Apenas doce horas después de lanzar el SOS ya había recibido «muchos mensajes», aunque la gran mayoría equivocados. «Me han llegado muchos confundidos porque eran para pacientes que estaban en otra planta. Me da mucha pena, pero ahí no puedo decirles otra cosa más que lo siento, que no puedo transmitirles el mensaje porque están en otra planta y no tengo acceso a esa información», lamenta.
Pero Lama prefiere ver el vaso medio lleno. Centrarse en aquellas peticiones –«unas seis o siete, aunque es pronto y espero que sean más», apostilla– que sí son correctas. «Me han dicho cosas muy concretas para que se lo transmita de forma verbal y sepan que realmente es su familia quien lo dice, como el nombre de su mascota o que le están esperando para hacer una actividad muy concreta que solo ellos saben», señala.
No será hasta mañana por la mañana, momento en el que regrese al Clínico, cuando les transmita el mensaje. Reconoce estar «nerviosa» por cómo reaccionarán –no se lo esperan– y advierte: «No hay que aflojar; el mensaje tiene que seguir circulando para que llegue a todo el mundo».
Sola y alejada de sus seres queridos:«un favor» para «protegerles» de un posible contagio
Cuando a Noelia Lama le empezaron a salir ofertas de trabajo en Valladolid, hace unos meses, decidió que «lo mejor» era alquilar un piso en la capital. Lo hizo por una mera cuestión de trámite, para «evitar coger el coche», y aunque reconoce que la decisión le «costó», ahora, con perspectiva, sabe que hizo lo correcto. Vive en «aislamiento solitario», como se refiere, y admite que el confinamiento por el estado de alarma «a veces se hace cuesta arriba». «Tengo un poco de incertidumbre porque no sé el tiempo que estaremos así, aunque para proteger la cabeza prefiero no pensar mucho en ello», sostiene. «Sí que es verdad que es cansado, que muchas veces pesa, pero no soy la única en el mundo que está así, hay muchísima gente que está sola y alejada de sus seres queridos y habrá que llevarlo lo mejor que se pueda», continúa esta joven.
Dice que «lo que más» echa de menos, sin duda, es dar un beso y un abrazo a sus familiares. Pero sabe que distanciados es como tienen que estar. «Me lo he tomado como un favor para protegerles, porque como ahora mismo estoy en un foco de transmisión bastante alto, puede que no me coja el coronavirus, pero pocas personas estarán tan expuestas como yo».
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