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No hay día en el que no se dé un robo en un supermercado o comercio en Valladolid. Conviven con esa situación. A la que se suman, excepcionalmente, atracos como los que sucedieron la semana pasada en la calle Aurora. Están cansados de descolgar ... el teléfono para llamar a la Policía e iniciar pesquisas que, en la mayoría de los casos y tras pillar a los culpables, acaban con la coletilla de 'libertad con cargos'. Sí, los supermercados buscan la multirreincidencia de los autores de los hurtos que azotan diariamente para paliar las pérdidas anuales ocasionadas por los amigos de lo ajeno.
Porque en la provincia esa cuantía asciende hasta los 12 millones de euros (incluido el hurto interno de los propios trabajadores), según el estudio sobre pérdida en la distribución comercial de la asociación de fabricantes y distribuidores (AECOC). Una cifra elevada que supera los 18 millones de euros si se tienen en cuenta los errores de gestión, ocasionados por fallos en procedimientos de la compañía como el mal etiquetado del precio o la no contabilización de mermas por obsolescencia, y los hurtos internos de los propios empleados. «Hay que tener en cuenta que el coste es mayor si luego se cuantifican los recursos de la Policía y los de la Justicia», detalla la gerente de la asociación de supermercados de Castilla y León, Isabel del Amo, que hace hincapié en el asalto del 2 de diciembre en un supermercado DIA.
«Eso también repercute en la sensación de seguridad de las trabajadoras y de los clientes», añade Del Amo sobre una de las grandes lacras que persigue al sector que representa.
Con los números en la mano, el porcentaje de pérdidas desconocidas para el sector se sitúa en el 0,75% (en 2017 era de 0,81%) de una cifra de ventas del sector minorista de 225.000 millones de euros sin impuestos a nivel nacional, lo que supone una pérdida a las empresas de 1.515 millones de euros (80 millones corresponden a Castilla y León y más de 18 millones a Valladolid), con especial énfasis para aquellas empresas que manejan productos más pequeños como librerías, de bricolaje y cosméticas.
Las de menos dimensiones y las más caras. Así lo refleja el estudio de AECOC al observar que el 52% de lo robado son objetos de entre 100 y 400 euros. Entre 50 y 100 euros supone el 19% y los más baratos, los de menos de 50 euros, el 29%. «El hurto famélico no existe. No existen los robos para llevar comida a sus hijos. Se roba por encargos o para revender el producto», incide Del Amo.
Y así lo atestigua el informe, en el que se destaca que los hurtos están principalmente profesionalizados por bandas expertas o persona, en singular, especializada. «El robo esporádico es residual», agrega.
Por eso, desde la asociación de supermercados de Castilla y León insisten en la importancia de no acudir a ese mercado negro que se crea tras robar. «Ahora el Gobierno ha lanzado una campaña sobre falsificaciones y productos de dudosa procedencia. Hay que mandar un mensaje a la sociedad con esa realidad. Si todos fuéramos conscientes y no hubiera un mercado alternativo... Esta es nuestra sociedad y esto es muy difícil cambiarlo», profundiza Isabel del Amo.
Ante una realidad que azota al comercio durante toda su historia, los empresarios han empezado a intentar poner coto a esas pérdidas. Aún a sabiendas de que va a ser imposible que los robos desaparezcan de sus negocios. En los últimos años ha mermado ese valor absoluto, entre otros aspectos por la inversión en seguridad de casi todos los establecimientos. Prácticamente no hay local que no haya instalado sistemas de videovigilancia para preservar sus bienes o haya contratado personal externo.
¿Qué técnicas utilizan?
El ingenio para llevarse artículos de las tiendas sin el correspondiente pago da como resultado 3 formas de hurto.
Bolsos
El ladrón forra el interior de un bolso con papel de aluminio para sortear los detectores de alarmas que hay en las puertas de los comercios
Vista interior
Forro de aluminio
Abrigos
En este caso utilizan también papel de aluminio, pero para forrar el interior de un abrigo. Se ayudan de bolsillos cosidos en el interior y así consiguen llevarse mayor cantidad de productos.
Bolsillos
cosidos
en el interior
Forro de aluminio
Carrito de bebé
Entran a los comercios con carritos de bebés que aprovechan para llenar con productos sin intención de abonarlos.
Productos
robados
Fuente: Estudio sobre Pérdida en la Distribución Comercial
¿Qué técnicas utilizan?
El ingenio para llevarse artículos de las tiendas sin el correspondiente pago da como resultado 3 formas de hurto.
Bolsos
El ladrón forra el interior de un bolso con papel de aluminio para sortear los detectores de alarmas que hay en las puertas de los comercios
Vista interior
Forro de aluminio
Abrigos
En este caso utilizan también papel de aluminio, pero para forrar el interior de un abrigo. Se ayudan de bolsillos cosidos en el interior y así consiguen llevarse mayor cantidad de productos.
Bolsillos
cosidos
en el interior
Forro de aluminio
Carrito de bebé
Entran a los comercios con carritos de bebés que aprovechan para llenar con productos sin intención de abonarlos.
Productos
robados
Fuente: Estudio sobre Pérdida en la Distribución Comercial
¿Qué técnicas utilizan?
El ingenio para llevarse artículos de las tiendas sin el correspondiente pago da como resultado 3 formas de hurto.
Bolsos
Abrigos
Carrito de bebé
El ladrón forra el interior de un bolso con papel de aluminio para sortear los detectores de alarmas que hay en las puertas de los comercios
En este caso utilizan también papel de aluminio, pero para forrar el interior de un abrigo. Se ayudan de bolsillos cosidos en el interior y así consiguen llevarse mayor cantidad de productos.
Entran a los comercios con carritos de bebés que aprovechan para llenar con productos sin intención de abonarlos.
Vista interior
Productos
robados
Forro de aluminio
Bolsillos
cosidos
en el interior
Forro de aluminio
Fuente: Estudio sobre Pérdida en la Distribución Comercial
Unas grabaciones que pueden ofrecer una doble vertiente para los propietarios. «Es una medida que puede ser disuasoria y, por otro lado, sirve de ayuda en juicios al presentarse como pruebas. Entre el efecto disuasorio y la ayuda de denunciar, sí que es una inversión por la que están apostando las empresas para intentar reducir el número de hurtos», explica la gerente regional.
Precisamente, el número de denuncias de los supermercados también se ha notado en la unidad de Robos de la Policía Nacional de Valladolid. Son conscientes de que se presenta denuncia por cada hecho delictivo, cuando antes esas situaciones a veces se obviaban si la cantidad no era muy elevada. Se asumían los costes, al igual que ahora, pero sin acudir a la comisaría.
Para estas fechas, recientemente, se ha presentado la campaña de comercio seguro por parte de la Delegación del Gobierno. Se pone de manifiesto una realidad que tiene su máximo esplendor con un pico de robos y hurtos derivados de las grandes aglomeraciones de personas.
Y entre lo más robado se encuentra el alcohol, como pasó hace un mes en un Carrefour Express de La Rondilla. Allí fue sorprendido, después de que saltaran las alarmas, un hombre que intentaba huir con botellas. Reventó la cristalera con una arqueta para acceder al supermercado. Eso se quedó en intento, pero pone de manifiesto la realidad. De ahí que esos productos son los que cuenten con alarmas y precintos individuales para evitar la sustracción. Tras ellos, las conservas y los chocolates.
En el mundo de la electrónica ganan las televisiones, los móviles y los elementos de sonido. Por su parte, lo más hurtado en los bazares son las herramientas, seguido de pilas y bombillas, mientras que en las tiendas de textil son los complementos, la ropa interior y el calzado.
Se dice de la jaula de Faraday que es una caja metálica que protege de los campos eléctricos estáticos y que se emplea para proteger de descargas eléctricas, ya que en su interior el campo eléctrico es nulo. Un efecto que se ejemplifica cuando se habla de la caída de un rayo en un coche o en un avión. Pues bien, esa explicación se la conocen los amigos de lo ajeno, que elaboran sus propias jaulas de Faraday con papel de aluminio para evitar los detectores de alarmas de los negocios. Y a bajo coste.
Cogen grandes rollos de papel de aluminio para forrar bolsos (algunos descosen el interior para que el color metálico no se aprecie desde fuera) y, de esta forma, introducir los productos hurtados. Es el clásico del robo del supermercado. A ese se suma la misma técnica pero en abrigos, con refuerzos en grandes bolsillos interiores para evitar que el objeto robado emita sonidos a la salida. El tercer elemento que utilizan para completar el fin de llevarse algo sin pagar lo hacen con sillitas de bebés.
Es el caso que se descubrió recientemente en Arroyo de la Encomienda, cuando cayó la banda de 'Las Canarias' . Hace un mes, empleadas de un súper sorprendieron a cinco mujeres hurtando productos, aunque solo dos fueron retenidas por las empleadas hasta la llegada de la Policía Municipal.
Los empleados manifestaron que las vieron cogiendo paletas de jamón y que las tiraron al ser sorprendidas. Se daba la circunstancia de que las presuntas ladronas llevaban un cochecito de bebé en el que se cree que ocultaban la mercancía que van hurtando, un 'modus operandi' coincidente con el utilizado por la conocida como banda de 'Las Canarias', «un grupo que, entre otras características, porta siempre un cochecito de bebé fucsia vacío similar al detectado en esta intervención», tal como detalló la Policía Local de Arroyo.
Mientras una patrulla actuaba en el interior del supermercado, otra efectuaba una ronda de vigilancia en el entorno para tratar de localizar posibles colaboradores, así como el vehículo utilizado para almacenar el material que sustrae esta banda en los supermercados.
En efecto, los agentes dieron con un grupo de tres hombres que, aunque inicialmente negaron tener ningún coche aparcado, finalmente se descubrió que era de su propiedad un Opel Zafira en el que había mercancía supuestamente hurtada y varias armas prohibidas.
La Policía Local de Arroyo intervino tres garrafas de aceite de oliva, tres cajas de bombones, un paquete de pañales y una botella de agua, todo ello sin que tuvieran tíquet. Además, dentro de una bolsa de congelados ocultaban un machete de 40 centímetros de hoja, mientras que otro machete, de 19 centímetros de filo, estaba oculto en la parte trasera del asiento del copiloto. En una cartera había una navaja de 14 centímetros y, entre el asiento del copiloto y la palanca de cambios, también un bastón con la punta recubierta de metal.
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