El vallisoletano Ángel Barbero, de 69 años, y su esposa, Mari Ángeles, lo tenían «todo pensado». «Playa, desconexión y pasar un buen rato» con los compañeros del Club de los 60, el programa de viajes para las personas mayores ofertado por la Junta de Castilla ... y León. Ocho días de «absoluto descanso» en Sicilia. «Al final se acaba haciendo amigos porque coincidimos en varios viajes», asegura. Pero este viernes, la huelga general de transporte de Italia truncó temporalmente sus intenciones.
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El vuelo con salida desde el aeropuerto de Valladolid con destino Sicilia tenía prevista su salida a las once de la mañana. «Como buenos previsores», cuenta Barbero, llegaron allí a las nueve en punto para facturar el equipaje. El avión estaba en pista, «normal, repostando», y los empleados poniendo a punto su interior. Todo correcto. Las primeras sospechas, lo que les verdaderamente les «mosqueó», llegaron cuando pidieron un aperitivo en la cafetería «para hacer tiempo». «Hemos llegado y fuimos a la cafetería a tomar algo; nos ha mosqueado cuando nos han dicho: 'no, que es gratis'», afirma este vallisoletano. Intuye que «ya sabrían algo».
Instantes depués, sobre las diez de la mañana, les reunieron y les confirmaron lo que ya presagiaban: el vuelo se retrasaría por la huelga en Italia y «ellos no podían hacer nada». En contraprestación, les dieron «un bocadillo y bebida» y la compañía les anticipó que «fácilmente» podrían despegar «sobre las cuatro o cinco de la tarde». Y así fue finalmete tras unas cinco horas de retraso. Durante la espera, Ángel Barbero explicó que se sentían «'secuestrados' y atrapados» en el aeropuerto vallisoletano sin poder «moverse» de allí ya que no sabían en qué momento podrían avisarles para viajar. «Las cosas no sabes cómo evolucionan; lo mismo nos llaman ya o nos dicen que se ha preparado como en Barcelona y no podemos volar», añadió.
A bordo pudieron embarcar sobre las cuatro de la tarde 150 pasajeros del Club de los 60 «más unos veinte que van a su aire». «Algunos», apunta Barbero, han interpuesto reclamaciones, algo que de momento ni él ni su mujer harán porque «no sabemos muy bien por qué». «No es cosa de la compañía, no es culpa suya», subraya.
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