Los turistas vallisoletanos en su viaje a Perú. Pilar Rico

Una huelga en Perú deja sin Machu Picchu a una veintena de vallisoletanos

«Nos quedamos sin ver la guinda del pastel de Perú», relata Pilar Rico de 70 años, quien llevaba mucho tiempo esperando este viaje

Carolina Amo

Valladolid

Jueves, 1 de febrero 2024, 20:22

«Imaginate preparar un viaje tanto tiempo, y que cuando llegues te digan que no vas a poder ver la guinda del pastel de ese país», explica Pilar Rico, la vallisoletana que a sus 70 años ha vuelto de Perú sin poder ver el Machu ... Picchu. Pilar viajaba con un grupo de 22 personas con las que ya había compartido más experiencias de este tipo. «El viaje empezó bien. El guía nos comentó que si nos decían algo de huelgas que no hiciéramos caso, ya que solía haber con bastante frecuencia», relata Rico, que no se esperaba que el viaje iba a tornarse un tanto diferente a sus planes.

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A su llegada a Lima el grupo ya comenzó a ser testigo de varias manifestaciones. Fue el día 25 de enero cuando cogieron el tren desde Urubamba que les llevaba directos al santuario inca cuando fueron conscientes del problema. «Al llegar a Machu Picchu vimos que estaba cerrado indefinidamente», comenta Pilar. «Se empezaron a formar manifestaciones y cortes en la vía del tren de camino al patrimonio que hacía imposible entrar a la ruina», prosigue.

Un cambio de planes a la fuerza

Aunque no formaba parte del itinerario del viaje, ante la presencia de la huelga y ver que era imposible acceder el guía llevó al grupo a ver otras ruinas. «Pero claro no era lo mismo después de lo sucedido», señala. La estancia en Aguas Calientes duraba una noche, en la que la turista agradece que hubiese camas suficientes para todos. «Con el descontrol que había teníamos miedo de que llegara a venir otro grupo y no tuviésemos donde pasar la noche».

Pilar reconoce que ni ella ni ningún miembro de su grupo tenía ni idea de lo que pasaba hasta la llegada al santuario. «No leímos ninguna noticia al respecto ni sabíamos nada», afirma Rico. Una vez allí conocieron la raíz del problema en primera persona. «Supuestamente estaban intentando restringir las entradas al santuario porque decían que los muros están debilitados después de tantos años». Sin embargo, Pilar achaca el problema a la «corrupción» que existe en el país.

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Y es que el Gobierno de Perú adjudicó la gestión de la venta de entradas online para acceder al santuario a la empresa Joinnus, lo que más tarde se consideraría como una privatización del patrimonio cultural. «La gente que trabajaba allí decía que se iban a quedar sin trabajo por hacerlo todo por internet», añade la turista. Fue ahí cuando se formaron las manifestaciones que provocaron el cierre a la entrada del Machu Picchu, dejando aislados a cientos de turistas como Pilar en las montañas andinas. «Todavía no he llorado pero es para ello», expresa la turista conteniendo las lágrimas.

«Hemos intentado poner reseñas avisando a la gente en la web Joinnus pero no ha habido manera», explica. Pilar viajó desde otra agencia diferente pero afirma que «fueras con la agencia que fueras te encontrabas con el mismo problema». La última opción que se les presentó al grupo fue poner una reclamación en Perú. «Lo máximo que vamos a recuperar es la devolución del tren y de la entrada al santuario, que en euros serían unos 44», relata Rico. La turista apunta «que el dinero es lo de menos», ya que lo que más valor tenía para ella del viaje se ha quedado sin visitar.

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«No es lo mismo que si vas a París y te dicen que el Louvre está cerrado, el viaje dura dos horas y puedes volver en otro momento», apunta. Y es que este miércoles 31 las autoridades de Cusco y el Gobierno habían llegado a un acuerdo para levantar el paro indefinido del santuario inca. «Supuestamente lo han retirado pero no me término de fiar», apostilla la turista. Por el momento Pilar no tiene expectativas de repetir el viaje para ver la guinda del pastel de Perú.

«Tengo 70 años y las altitudes allí son casi de 5.000 metros. Ahora he podido soportarlo, pero en unos años quién sabe», comenta mientras hace el apunte de que «el viaje es muy largo y nada barato». La única esperanza del grupo es poder comunicar a futuros turistas esta problemática para que no les pase lo mismo. «Que se informen bien antes de ir y que tengan suerte».

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