![El director del Silken Juan de Austria, Héctor Montes (al fondo), supervisa la recepción del hotel junto a un empleado.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202110/24/media/cortadas/hotel1-kHGB-U150925153964GAG-624x385@El%20Norte.jpg)
![El director del Silken Juan de Austria, Héctor Montes (al fondo), supervisa la recepción del hotel junto a un empleado.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202110/24/media/cortadas/hotel1-kHGB-U150925153964GAG-624x385@El%20Norte.jpg)
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Tienen los datos sobre la mesa, pero no se lo quieren creer. No, porque vienen de la «nada absoluta», de tener sus habitaciones cerradas a cal y canto, sus bufés tiritando, y la experiencia de este último año y medio les dice que no ... deben confiarse. Ahora, simplemente, se conforman con poder trabajar. Los hoteles de Valladolid han tenido que adaptarse a las limitaciones de la pandemia para salvarse y, «contra todo pronóstico» –como se refiere el presidente de la Asociación de Hoteles, Francisco Posada–, los niveles de ocupación son ya «muy buenos» en la capital. Ni tan siquiera parecidos a los de antes de la covid, pero sí «mejores» que los de 2020.
Los alojamientos tienen a día de hoy una media del 70% de sus estancias completas. Sin tener en cuenta fechas concretas, como el puente del Pilar, cuando se rozó el 90%. Y cada vez irá a más y mejor. Sin ir más lejos, la próxima semana, con Todos los Santos, que se prevé «tremendamente bueno, con el 95% de las habitaciones ocupadas si la climatología acompaña». «Si tenemos en cuenta cómo estábamos a primeros de año, evidentemente ahora no es ni parecido. No hay restricciones y estamos muy cerca de volver a ser lo que éramos», cuenta.
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Para llegar dónde han llegado y reconocerse en esa piel de «calidad» que caracteriza al sector en la provincia han atravesado eternos campos de minas. Estrictos protocolos de limpieza, señalización de zonas comunes y aforos reducidos les han acompañado hasta prácticamente ayer. La denominada nueva normalidad llegó a los hoteles hace apenas un mes, cuando la Junta levantó las limitaciones covid y pudieron recuperar, por ejemplo, el servicio completo de los bufés. Pero hay prácticas que han llegado para quedarse, como el cáterin asistido en lugar de que el usuario escoja la comida a servirse.
En la actualidad, son al menos dos los hoteles Valladolid que están a la venta en portales inmobiliarios, páginas que ejercen como trampolín para intentar encontrar nuevo dueño. De ellos solo se sabe su precio y su ubicación aproximada. Uno está en la zona de Covaresa-Parque Alameda y quien quiera adquirir sus amplias estancias (tiene 43 habitaciones, gimnasio, pista de pádel y piscina) deberá abonar 5,8 millones de euros. El segundo hotel 'colgado' en la red tiene más de 1.700 metros cuadrados distribuidos en cinco plantas y se ubica por la zona centro. El precio ronda los dos millones.
No se ha quedado –de momento– nadie por el camino. Tan solo hay dos establecimientos hoteleros cerrados. Uno es el Amadeus y el otro, La Vega, aunque este último prevé reabrir en las próximas semanas.. El 95% restante –en la ciudad son unos cuarenta– ha vuelto a prestar el servicio. Un dato que arrastra, además, otra «buena noticia»: solo el 10% de los empleados –son en total unos 2.000– continúa en ERTE.
Todos, «absolutamente todos» los trabajadores dedicados al sector hotelero en la provincia de Valladolid han estado en algún momento de la pandemia en esta situación. No se libró nadie. Unos tuvieron la suerte de regresar hace tiempo, en función de la reactivación de la actividad en el alojamiento. Pero otros fueron solapando expedientes de regulación temporal de empleo, encadenando incertidumbre en función de las ampliaciones del Gobierno. Hasta mayo de este año, que con la llegada del buen tiempo se dio un «impulso grande porque la ocupación era prácticamente diaria».
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Es lo que ocurrió, por ejemplo, en el Silken Juan de Austria, situado en el Paseo de Zorrilla. La libertad de movilidad entre comunidades permitió al hotel «recibir la clientela necesaria para empezar a poder vivir y pagar todos esos costes que antes no se podían cubrir». Así lo asegura su director, Héctor Montes, quien estima que «pronto» podrán incorporar al «rescoldo de dos o tres trabajadores» que aún no lo han hecho. «Actualmente estamos al 90% de personal previo a la covid –son unos cuarenta– y las ocupaciones se empiezan a parecer a lo que había en 2017 o 2018, que fueron todavía inferiores a las de 2019», considera este empresario, mientras recuerda que en los peores meses, cuando el virus mostraba su cara más cruda, llamaron «uno por uno» a sus empleados para que conocieran de primera mano la situación y perspectivas del negocio. «Fueron meses muy difíciles; al principio solo pudimos sacar del ERTE a un pequeño volumen de empleados, en torno al 25%. Hasta mayo de este año no hemos podido recuperar al grueso de la plantilla», sentencia.
Así, si todo marcha bajo las previsiones que manejan, si otra ola no azota la comunidad y se imponen nuevas –o viejas– restricciones, el sector rescatará a lo largo de este año a ese 10% restante que está todavía en ERTE. «Lo más normal es que todo el personal esté recuperado de cara a Navidad, con las cenas de empresa», apunta Posada.
Así debería ocurrir porque, tal y como precisa el presidente de la asociación, «hace meses que vuelven a ser rentables». «Al menos no les cuesta dinero, como sí ocurrió hace unos meses», incide. Se rearmaron como pudieron, tiraron de ingenio para ser competitivos y la gran mayoría apostó por rebajar sus precios a niveles extremos –hasta el 50%en algunos casos– para atraer viajeros. Ahora han podido subirlo «un poco», aunque hasta 2023 no costará una habitación como lo hacía hace dos años. «Depende un poco de la temporada; al principio tuvimos que bajarlos, como todos, porque queríamos llenar las habitaciones, pero luego ha habido fechas puntuales como en puente del Pilar en las que hemos trabajado muy bien, como si fuera Semana Santa», admite.
Este mismo planteamiento lo comparte el director del Silken Juan de Austria, que no cree que hasta dentro de un año y medio se asemejen a lo de hace dos. «Está costando un poco más recuperar el precio medio, que al final repercute directamente sobre los ingresos del establecimiento», señala.
El empujón definitivo que necesitan está ahora asomando la cabeza: el turismo de negocios. Aunque no será fácil. Porque si algo ha traído consigo la pandemia es el impulso del teletrabajo, lo que repercute directamente sobre el nivel de ocupación hotelera. «La pata que realmente le falta todavía a la ciudad es el turismo de empresa, que suele trabajar de lunes a viernes y vienen a ferias y congresos», concreta el presidente.
Se aferran, mientras tanto, al turismo deportivo, que ha insuflado tanto oxígeno al sector durante estos meses y ha ayudado a muchos a no caer –o si lo hacían, a levantarse–. Haga frío, calor o llueva, estos eventos atraen a números participantes y familiares, más aún si se trata de actividades infantiles. Por lo pronto, ya se ha confirmado un nuevo campeonato de gimnasia para finales de noviembre.
También está funcionando «muy bien» el cliente de ocio, que viene a la capital a pasar el fin de semana, a disfrutar del tapeo, y que pernocta una media de 1,7 noches. Por otra parte, el turismo de grupos está empezando a funcionar ahora. «Hasta hace poco no había, nadie se metía en un autocar con 52 personas».
La pandemia ha cambiado su forma de trabajar, sus protocolos y procedimientos. Serán mejores y ofrecerán un servicio «más completo». Miran al pasado con resignación y al futuro, con incertidumbre. Opinan que lo peor ya ha pasado, que «haber estado tanto tiempo cerrados ha conseguido que la gente tenga más ganas de viajar». A las pruebas se remite la Asociación de Hoteles de Valladolid. El verano fue «aceptable» en comparación lo vivido meses atrás. La afluencia en los meses de noviembre y diciembre irá 'in crescendo' y «si no ocurre nada raro» –dice Posada–, 2022 será «muy bueno». Aunque previsiblemente habrá que esperar hasta 2023 para alcanzar niveles precovid. «Hay que ser precavidos, no creo que el próximo año sea ya el de la recuperación definitiva».
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