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Los hosteleros rechazan la prohibición de fumar en terrazas: «Se limita que la gente venga a los bares»«Recuerdo tener que sentarme en el bordillo de un portal con mi marido para poder fumar un cigarro porque no me dejaron en la terraza», relata Petri de Paz, una mujer vallisoletana de 74 años que se muestra muy «descontenta» por las nuevas medidas ... que quiere introducir la Comisión Europea en cuanto a las normativas de tabaco.
Y es que hace tan solo dos días, desde Europa se instó a los gobiernos de los países miembros a prohibir el consumo de tabaco en las terrazas de los bares o restaurantes, parques o piscinas.
Desde la hostelería no comparten esta medida y la clasifican como algo «innecesaria», más aún si se tiene en cuenta que se trata de un exterior. Aunque confían en que se trate de una norma que cause menos quebraderos de cabeza que la de 2011, cuando se vieron obligados a modificar la logística del local para permitir la convivencia entre fumadores y no fumadores.
En España existe una gran cultura alrededor de los bares, así lo entiende Roberto Pérez, propietario del local Fuego en la calle Ferrari. Roberto no comparte la medida porque entiende que se trata de «un espacio de ocio donde tiene que convivir todo tipo de clientes». Entiende que con esta ley, lo que se produciría sería una limitación a las personas a que vayan a los locales y compartan tiempo de ocio de la forma que ellos deseen.
Esta medida completa la ya introducida en 2011, cuando se decretó que los locales hosteleros se convirtieran en espacios sin humo y por la que muchos negocios se vieron obligados a adaptar las terrazas con nuevas infraestructuras en un intento por mantener a los clientes fumadores, especialmente cuando las temperaturas no acompañan a tomar el café al aire libre. «Nosotros no realizamos ninguna modificación ni tuvimos que hacer ninguna adaptación en la terraza, es bastante grande para que convivan fumadores y no fumadores, pero desde luego que quienes hicieran inversiones, cada nueva ley que sale les afecta y les es un fastidio».
María García
Petri de Paz, vallisoletana de 74 años, asegura que le parece «supermal». Defiende que en su caso ya tiene una edad, que entiende que se quiera prevenir el tabaco y que los jóvenes no se metan en el «negocio», pero asegura que a ellos «a los que se nos inculcó desde pequeños» no se les puede quitar la costumbre tan arraigada. «Que se me prohíban las cosas no me gusta, de hecho me da casi más ganas de hacerlas», a la par que recalca que esta medida es debido a que la «gente no aguanta nada», porque tal y como señala cuando te sientas en una terraza, también pasan coches y emiten humo. «Me he ganado el derecho a fumar» así lo asegura, quien denuncia un hecho que le tocó vivir hace unos años cuando se vio obligada junto a su marido a sentarse en un banzo de un portal para poder fumar porque en la terraza no se podía «ya tengo muchas cosas prohibidas en mi vida, solo dejaría de fumar si me lo dice el médico, y ni eso, porque me lo pensaría».
Por otro lado, se encuentran los no fumadores como María García, quien celebra esta posibilidad porque «no soporto el humo del tabaco». Entiende que se trata de una ley muy controvertida que va a encontrar todo tipo de oposición entre los fumadores, pero asegura que ella estaría «encantada» porque «me molesta que se deje fumar». María explica que la medida, guste más o guste menos, al final si se da será algo a lo que la gente se acabe acostumbrando «igual que cuando se prohibió fumar en el interior». Una medida que ve positiva, primero porque «la hostelería no va a perder clientes», ya que considera que quien sea fumador se adaptará y se encenderá el cigarrillo un metro más allá de las sillas para continuar con la copa después y segundo porque los no fumadores «no tendremos que aguantar el humo».
Francisco Pérez asegura que como fumador, le parece una medida que «fastidia» y que corta la «libertad» de las personas, pero también entiende que a quien no sea fumador no le agrada tener que compartir silla con el humo del vecino de mesa. Como trabajador de El Lion d'Or considera que no va a dejar de acudir la gente al local, «simplemente se apartarán», aunque defiende a sus compañeros hosteleros que realizaron inversiones en infraestructuras que ahora no les van a ser de gran utilidad.
Jennifer López
Para otros usuarios esta medida puede ser una forma efectiva para «dejar de fumar», o al menos así lo ve Jennifer López, quien asegura que lleva un tiempo intentándolo y que cree que así lo tiene «más fácil», por lo que le parece una medida «muy buena». Para Jennifer, en muchas ocasiones el hábito de fumar va asociado al ámbito social, «mucha gente no fuma sola, lo hace cuando está con los amigos, es una forma de sentirse integrado, por lo que si se prohíbe esa gente lo terminará dejando».
«Si te beneficias en la venta del tabaco, al menos deja algún sitio donde los clientes lo puedan consumir», así lo ve David García, trabajador de la cafetería Ideal. Entiende que en los interiores se introdujera la medida por salud, pero le choca que en exteriores se pretenda hacer lo mismo, es algo que para él está «menos justificado». Una situación que recalca no es nueva, pues según señala durante el Covid ya la gente tenía que apartarse para fumar «algo que no afectó en ventas» por lo que entiende que ahora si se volviera a dar «simplemente la gente se separaría un par de pasos».
Una recomendación que queda en eso, ya que cada país posee de forma exclusiva las competencias en políticas sanitarias. Una medida que recuerda a la que se instaló en España durante el Covid. Y que contó con un gran número de detractores. Entre ellos, el Consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, que sostuvo durante todo ese tiempo que Castilla y León no tenía «la voluntad» de prohibir fumar en las terrazas de bares y restaurantes una vez que pasase la normativa vigente en periodo Covid. Unas palabras que tomaban direcciones contrarias a algunos de sus homólogos que aprovecharon ese periodo para preparar una ley que prohibiera fumar en las terrazas de bares y restaurantes, en entradas y salidas de los alumnos, en los colegios y en las paradas de autobús.
La OCU (organización de consumidores y usuarios) ya se ha posicionado ante la llamada de Bruselas e ha instado al Ministerio de Sanidad a que de forma inmediata se tomen medidas para intensificar la lucha contra el tabaquismo, como la equiparación de los cigarrillos electrónicos a los productos del tabaco, el acceso a intervenciones clínicas o la ampliación de espacios libres de humo.
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