Secciones
Servicios
Destacamos
«La gente se ha volcado muchísimo, ha salido a echar las últimas copas y ratos con los amigos, y se agradece». Lo afirmaba Pablo Torres, uno de los gerentes del bar Kafka, pero su premisa podría haber salido de la boca de prácticamente cualquier hostelero de Valladolid, que han visto cómo este jueves, el último día previo al cierre decretado por la Junta de Castilla para tratar de frenar la expansión de la covid-19, sus terrazas se han llenado de grupos de amigos y familiares que han querido «despedirse por todo lo alto». Porque no saben cuándo volverán. En principio, en catorce días. Pero son «plenamente conscientes de que la situación es complicada y que perfectamente puede alargarse». Este jueves, al menos, los vallisoletanos han apurado los últimos tragos, la mayoría hasta minutos antes del toque de queda -«es el mejor día en mucho tiempo», coincidían esta tarde varios hosteleros-, y los bares y restaurantes de la ciudad han lucido prácticamente llenos durante toda la jornada.
Muchos hosteleros se mostraban «esperanzados» de que la medida «sirva para algo» y les permita no solo subir de nuevo la persiana, sino dejar atrás el estigma de que son el «problema». «Nos han criminalizado cuando creo que hemos hecho las cosas bien. Somos lugares seguros, pero veremos ahora a ver; solo esperemos que las medidas sirvan para algo y de verdad la situación empiece a mejorar un poco», sostiene Torres, al tiempo que reconoce sentirse «abrumado» por el trato y comportamiento de la clientela. «Podrían haber dicho: 'Bah, pues nos quedamos en casa'. Pero la gente se ha portado, ha sido un día con cierto sabor a despedida», reconoce este joven. Pese a ello, cree que «esto va a ir a más». «Solo hay que ver cómo está la situación. Ojalá sean catorce días como dicen, pero me extraña mucho», apostillaba.
Pero otros, como Rosa González, del Apple Rose, consideraba «poco probable» que en dos semanas estén sirviendo copas de nuevo. «Las expectativas no son nada buenas, creemos que se alargará, pero nunca se sabe», aseveraba, al tiempo que explicaba lo que, a su juicio, es «lo peor»: «Que nadie te asegura que esto en quince días se haya solucionado». «Vale, cerramos quince días, lo acatamos porque creemos que la salud es lo primero, pero si nos dicen que en quince días vas a volver a facturar con relativa normalidad, que vas a poder trabajar como antes... Pero cerrar otra vez todo es un palo duro, estamos a la mitad del negocio», lamentaba.
Donde también se ha vivido un jueves «nostálgico» ha sido en el bar Exxencia de Ibéricos, frente al Calderón. Allí, como en el resto de establecimientos del centro, la gente «nos ha apoyado todo y más». «Mira, si es que estamos a reventar» (cumpliendo, eso sí, con las restricciones de aforo fijadas y la pertinente distancia de seguridad). Sobre las ocho de la tarde, su dueño, Tomás Gómez, apilaba mesas y sillas sin fecha de regreso. «A saber cuándo volveremos», espetaba con la mirada cabizbaja y un rostro que, aunque parapetado bajo una mascarilla, no escondía la cara de decepción. «Otra vez... Esperemos que sean quince días como dicen, pero como nos tengamos que fiar de su palabra... Primero fueron quince, luego un mes y mira todo lo que vino. Ya me espero cualquier cosa», comentaba mientras apuraba las últimas lonchas de un jamón.
Más información
Álvaro Muñoz Aythami Pérez Miguel
ana g. barriada
Menos «confianza» tenía Francisco Javier Rodríguez, de la taberna Los Moros. Por sus planes no pasa la posibilidad de volver a servir tapas en dos semanas. «Ni por asomo, según está todo. Yo creo que ni para el puente de la Constitución, a ver si por suerte podemos salvar algo de la campaña de Navidad», señalaba, al tiempo que incidía en que «ha pasado mucha factura que la gente tenga miedo de entrar al interior». «En las terrazas bien, nosotros estamos llenos, pero el interior del bar está vacío. La gente aún es muy reacia a entrar», apuntilló.
Otro de los sectores que también echa este jueves el cerrojo de sus negocios son los centros comerciales y deportivos. El CDO Covaresa ya anuncia en su página web del cierre «hasta nueva orden». En gimnasios como el de Raúl Rincón, el Calderón Xperience, han vivido un día «muy triste y nostálgico». «Pensamos hasta en hacer un vídeo de despedida y algo especial con los que vinieran hoy (en referencia a este jueves), pero al final nada. De todas formas, esperamos verles muy pronto», indicaba, mientras remarcaba que «hemos hecho grandes inversiones para adaptarnos y parece que no ha servido para nada». «Los usuarios se han portado genial, siendo plenamente conscientes de la situación, y nosotros hemos invertido tiempo y dinero en adaptar nuestros espacios para ahora volver a cerrar», argumentaba Rincón, al tiempo que subrayaba que «ojalá sea para quince días y no más, porque queremos trabajar y somos espacios seguros».
Por otra parte, el concejal de Participación Ciudadana y Deportes en el Ayuntamiento de la capital vallisoletana, Alberto Bustos, confirmó que «las piscinas muncipales seguirán abiertas», aunque su aforo quedará reducido al 33%.
Negocios de restauración, centros deportivos y comerciales han vuelto a vivir este viernes ese mal sueño que creían haber dejado atrás: persianas bajadas, tiendas a última hora desiertas y máquinas que, de momento, se apagan. Ahora solo se aferran a un clavo ardiendo: que la covid dé una tregua y les permita volver a sus trabajos según los plazos previstos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.