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A las nueve de la noche de un viernes o sábado, las puertas de los supermercados ya están llenas de adolescentes cargándose de municiones para el botellón. Las tiendas cumplen con la exigencia de la mayoría de edad; pero los menores sortean las dificultades con ... amigos que superan los 18 o adultos que, por una propina, les suministran lo que será una verdadera bomba de mezclas. Después, el plan es el atracón rápido de alcohol. Las Moreras, jardines, el abandonado aparcamiento del centro de ocio de Parquesol... y, en pocas horas, cada fin de semana, un par de menores llega a tal punto de intoxicación etílica que termina la fiesta en una ambulancia o directamente en las urgencias de un hospital. Más, en fechas señaladas.
Los datos facilitados por el Servicio de Pediatría del Río Hortega apuntan a unos 50 casos en el año cerrado de 2017 que llegaron a las urgencias de dicho complejo asistencial, cifras similares a las que Sacyl recoge del Clínico. Son los más graves, porque en estado ebrio se pasean por los puntos de botellón muchos más menores.
Estos dos hospitales estrenaron hace medio año, como experiencia piloto que se extenderá a toda la comunidad a lo largo de este 2018, el primer programa de intervención antes de salir del hospital para la prevención del consumo de alcohol en menores, el Ícaro que, además permite cuantificar mejor el número de casos de intoxicación etílica; aunque los últimos años, según las estimaciones sanitarias, se mueven en el citado centenar. Y los primeros datos del Ícaro constatan cualquier alerta. En el último medio año de 2017 en que se desarrolló el plan, los hospitales –implica a Pediatría, Salud Mental y Urgencias– identificaron a 46 menores y jóvenes que cumplían los criterios de intervención . El programa llega hasta los 21 años, pero son los menores de 16 los más susceptibles de asistir a estas terapias.
Las intervenciones se aplicaron al 45,6% de los casos detectados y dieron su consentimiento informado para acudir al recurso de prevención –que consiste básicamente en sesiones de información, motivación y terapia– el 38,1% de los afectados, según los datos de la Consejería de Familia.
Sin embargo, un importante 62% de padres rechazan iniciar de inmediato un proceso de evaluación del nivel de riesgo y de intervención preventiva. Explica el doctor Fernando Centeno, jefe de Pediatría del Río Hortega, que al proyecto se incorporan todos los menores de 16 años y, por encima de dicha edad, los casos graves, que son los que al menos cumplen uno de los siguientes criterios: Haber sufrido dos o más intoxicaciones separadas por un mes; que el exceso esté asociado al consumo de drogas o ligado a antecedentes en este sentido o a otros trastornos mentales. También entrarían en el plan todos los que conlleven parte judicial por accidentes de tráfico, agresiones, accidentes laborales, gestos e intento autolítico, o, entre otros, los que «no se puedan dar de alta inmediatamente»; los que requieren ingreso en planta o añaden problemas conductuales e incumplimientos de estudios o laborales.
El desinterés familiar porque sus hijos entren en un programa de concienciación del daño que puede provocar el alcohol se debe «más a la negativa de aceptar que se tiene un problema en casa, a considerarlo un hecho aislado y a no aceptar que su hijo abusa preocupantemente del alcohol, que a razones como no considerar efectivo o interesante el programa», explica el doctor Centeno.
Coinciden los expertos en que el consumo excesivo de alcohol está socialmente aceptado en España. Es una forma de diversión a casi todas las edades y a la que los adolescentes y jóvenes se incorporan fácilmente y además, sobre todo los más pequeños, los de 14 y 15 años, practican el 'binge drinking', beber mucho y en poco tiempo para emborracharse cuanto antes como plan de ocio y normalmente sin más acompañamiento, ni música ni un futbolín, una diana o una partida de algún juego, porque además está prohibido que consuman alcohol en un bar. Beben en la calle.
Las fiestas de San Lorenzo, el comienzo de las vacaciones navideñas o la noche de San Juan, que coincide con el final del curso, superan esa media de dos casos por fin de semana y disparan las urgencias, algunos años, hasta la docena en una sola noche y más de medio centenar atendidos en la playa de las Moreras por Cruz Roja. La llegada del solsticio de verano se celebrará el próximo día 23, y ante el previsible abuso del alcohol que la acompañará, el Colegio Oficial de Médicos de Valladolid advierte de sus efectos en el momento y a largo plazo.
Repasa así la vicepresidenta de la organización colegial, Raquel Blasco Redondo, los cambios psicológicos o en la conducta que provoca la ingesta de alcohol, incluyendo la conducta sexual inapropiada, la agresividad, la incapacidad de realizar actividades laborales y sociales, cambios en el estado ánimo, alteraciones cognitivas, además de los síntomas y daños físicos. Que «pueden llegar hasta provocar la muerte, es una intoxicación y puede dejar secuelas neurológicas, produce atrofia en el cerebro e, incluso, impotencia», añade la doctora Gloria Sánchez Antolín, jefa del Digestivo del Río Hortega de Valladolid.
Esta experta hepatóloga precisa que «no soy contraria a un consumo leve, moderado y responsable de bebidas con alcohol en personas totalmente sanas, puede ser razonable... pero no en enfermos con problemas de hígado o páncreas». El alcohol, añade, «provoca daños crónicos, la gente no es consciente porque no ocurre en el momento ni en una semana, pasan años pero estropea el hígado, tenemos trasplantados por cirrosis a gente de 35 años. También afecta al páncreas, de forma crónica y aguda, es la segunda causa de la pancreatitis, hay casos de 30 años. También favorece el cáncer de boca, laringe... cardiopatías. Hay que ser conscientes de que el atracón en menores, puede ser serio, provocar un coma etílico, no siempre se supera», añade.
El doctor Centeno explica que cuando llega un caso de intoxicación etílica grave al hospital, el tratamiento inmediato es el de «asegurar bien la vía aérea para que no se ahoguen, mantener al hidratación con suero glucosado y luego ya, depende de las complicaciones. A veces también se da vitamina B». Sin embargo, aclara este especialista que el consumo de la misma antes de salir a beber para reducir sus efectos «no tiene ningún sentido, sabemos que algunos lo hacen, pero no sirve para nada».
La doctora Blasco explica la conducta de los menores: «cuando eres joven, eres invencible y no te das cuenta que al consumo abusivo, los niveles de dopamina, generarán problemas de adulto». Esta internista especialista en Medicina Deportiva, añade que la intervención con charlas y concienciación como la del Ícaro «no me convence, los menores no responden a eso, hace falta educación en la escuela y en casa y sobre todo alternativas».
Desde el colegio añaden que sus efectos son especialmente relevantes y graves en menores que aún están en fase de maduración y desarrollo y además depende de la cantidad, el peso corporal, el sexo o la tolerancia al alcohol.
Indica también que los efectos no son fácilmente predecibles cuando el individuo es un consumidor crónico porque parece aguantar, con poca evidencia clínica de intoxicación; pero su concentración es alta. «El alcohol es la droga de mayor abuso en España y se deben efectuar esfuerzos serios y continuos para educar e informar a la población. «es un problema serio de salud pública».
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