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Pío del Río Hortega posando para un escultor. Archivo Municipal
Homenaje a Pío del Río Hortega, el invisible investigador del sistema nervioso

Homenaje a Pío del Río Hortega, el invisible investigador del sistema nervioso

La Universidad de Valladolid se une al reconocimiento al médico de Portillo, propuesto dos veces para el Premio Nobel y descubridor de dos de las cuatro glías nerviosas

Antonio G. Encinas

Valladolid

Viernes, 15 de noviembre 2019, 21:11

Un dibujo a lápiz sobre un papel amarillento. Un esbozo como los que dejaron antes que él Leonardo Da Vinci, Ramón y Cajal o Pedro Gómez Bosque. En esa línea fina entre el arte y la medicina que antaño se fundía para que el conocimiento se transmitiera a las siguientes generaciones de galenos. El grafito del lápiz de Pío del Río Hortega trazó en ese folio lo que el investigador de Portillo veía a través del microscopio.

Era una microglía.

Aunque entonces solo era el «tercer elemento», como explica el profesor Diego Sánchez, de la Universidad de Valladolid. «En tiempos de Ramón y Cajal se conocían dos tipos de neuronas y dentro de las glías, que se consideraban células que ayudaban a las neuronas, los atrocitos. Pero había un tercer elemento, que eran otras células que andaban por ahí y que en aquel tiempo, con los medios técnicos que había, nadie sabía lo que era. Era lo que faltaba por descubrir del sistema nervioso».

Y lo descubrió él. Pío del Río Hortega.

Diego Sánchez estaba en septiembre en un congreso en Centroeuropa cuando se enteró de que en Alemania y en Suiza preparaban homenajes para recordar este descubrimiento, que en 2019 cumple cien años. «Van a conmemorar el año en que descubrió la microglía», dice con un punto de asombro. En realidad es común ese reconocimiento global al investigador vallisoletano, por más que en casa se recuerde poco que, por ejemplo, fue postulado dos veces al premio Nobel. «Fue nombrado doctor honoris causa por Oxford. Fuera se le reconocía. Los que le animan a proponer esa microglía en su momento, de hecho, son gente de fuera que le ven trabajar», explica Diego Sánchez.

Multitudinario entierro en Buenos Aires del investigador de Portillo, microglía dibujada por el investigador y Pío del Río Hortega al microscopio. A. Municipal
Imagen principal - Multitudinario entierro en Buenos Aires del investigador de Portillo, microglía dibujada por el investigador y Pío del Río Hortega al microscopio.
Imagen secundaria 1 - Multitudinario entierro en Buenos Aires del investigador de Portillo, microglía dibujada por el investigador y Pío del Río Hortega al microscopio.
Imagen secundaria 2 - Multitudinario entierro en Buenos Aires del investigador de Portillo, microglía dibujada por el investigador y Pío del Río Hortega al microscopio.

El desconocimiento de la figura, más allá de dar nombre a una calle, a un colegio, al salón de actos de la Facultad de Medicina o al hospital, se debe en parte a que tuvo que salir de España. Su orientación sexual y su ideología política le llevaron al exilio. Al poco de comenzar la guerra firmó, con otros investigadores, un manifiesto en el que, según recoge el profesor Juan Riera Palmero, decía: «Los abajo firmantes declaran que ante la lucha entablada actualmente en España están al lado del Gobierno de la República y del pueblo, que con heroísmo ejemplar luchan por las libertades públicas». Se marcha de España en enero de 1937 y aterriza finalmente en Buenos Aires en torno a 1940, donde falleció en 1945. En 1986, el féretro con sus restos volvió a Valladolid para reposar en el panteón de hombres ilustres de la ciudad. En la capital argentina aún luce una placa con su figura, colocada por sus compañeros al año de su muerte. «Sus discípulos del laboratorio de investigaciones histológicas e histopatológicas de la institución cultural española» firman la dedicatoria.

«La idiosincrasia de la investigación llevó a la existencia de escuelas y aquí había una escuela muy poderosa que era la neurohistológica de Ramón y Cajal, que se ha reivindicado tantas veces. Pío del Río Hortega fue discípulo de un discípulo de Cajal», cuenta Diego Sánchez. «Con su mentor, Nicolás Achócarro, Pío da con unas celulitas que luego se llamaron microglías. Y empiezan las batallas, de manera dialéctica, con Cajal y sus discípulos sobre la función de aquellas células, si eran de un tipo diferente o no».

De su biografía se traslucen algunas envidias por parte de otros discípulos de Cajal, con quien trabajó estrechamente en muchos momentos. Del Río Hortega llega al descubrimiento de las microglías gracias a un nuevo proceso de tinción, diferente al del propio Cajal, que permitía observar mejor las células al microscopio. Sus investigaciones le llevan a rebatir la teoría inicial del propio Ramón y Cajal, lo que le perjudica en su situación dentro del laboratorio en el que trabaja ya sin la ayuda de su mentor, Achúcarro, fallecido de un linfoma.

El propio Del Río Hortega cuenta en un libro, 'El maestro y yo', la primera reacción de Cajal ante sus revelaciones. «Yo creo que hace Ud. afirmaciones demasiado atrevidas que van a ser motivo de grandes discrepancias. Prepárese a discutir», le dijo, según recoge el profesor de Historia de Medicina de la UVA Juan Riera Palmero.

«De los cuatro tipos celulares propios del sistema nervioso, Pío del Río Hortega descubrió dos», señala Diego Sánchez, microglías y oligodendroglías. «Eso tiene una importancia a largo plazo, porque hay una serie de funciones en el sistema nervioso que antes no se podían relacionar».

Invisibilización y mujeres

La invisibilización de Pío del Río Hortega es común en algunos ámbitos de la ciencia y respecto, sobre todo, a ciertos sectores. Un caso claro es el de las mujeres. Diego Sánchez lamenta cómo «las circunstancias y la política científica de un país hacen que ciertas personas se eleven en pedestales, a veces lógicos, y que a otras se les invisibilice. Y en el caso de Río Hortega llama la atención».

«Además había una ideología de género aceptada por todo el mundo, compatible con la vida de principios del siglo XX, que condiciona también a las mujeres. Cristina Nombela (Hospital San Carlos, Madrid) explicó ayer en la jornada sobre el centenario de las microglías, quiénes fueron las otras mujeres de la escuela de Cajal, mujeres que no aparecían en las fotos. Nombela mostró fotos en las que sí aparecían. «Había mujeres detrás», señala Sánchez.

Su sobrino nieto, Juan Del Río Hortega, también profesor en la Facultad de Medicina de la UVA, recordaba hace una década en El Norte que el Nobel no habría parecido exagerado a sus coetáneos. «Cuando a una persona se le concede este premio debe haber previamente un apoyo institucional de los organismos nacionales y Pío del Río Hortega no tuvo ninguno. La primera de sus nominaciones la hizo Misael Bañuelos, catedrático de Medicina de la Universidad de Valladolid, y la segunda la propuso Eduardo García del Real, el primer catedrático de Medicina de la Universidad de Madrid», recordaba entonces.

Juan del Río Hortega, descendiente del investigador (segundo por la derecha), junto a los ponentes y organizadores de las charlas con motivo del centenario que acogió la Facultad de Medicina. H. Sastre

Un inmenso archivo familiar descubierto por azar

Pío del Río Hortega dejó un legado documental que tardó mucho tiempo en ser descubierto. Cuando se trasladó su archivo personal desde Argentina, tras su fallecimiento, se guardó en cajas en la rebotica de la farmacia que regentaba su hermano Julián en Portillo. El censo del Ministerio deCultura describe así el proceso: «Las circunstancias sociales y políticas de aquella época influyeron para que el archivo fuera depositado (embalado en cajas de cartón) en la rebotica de la farmacia local, propiedad de Julián del Río-Hortega, hermano del científico. Durante años ningún miembro familiar se ocupó de los documentos hasta que fueron localizados casualmente en 1969 por Juan del Río-Hortega, mientras jugaba en la rebotica de su abuelo Julián. El padre de Juan, el médico Julio del Río-Hortega, decidió el traslado del archivo a su domicilio particular en Valladolid capital».

El archivo se compone, según la misma fuente, fundamentalmente de 1.050 documentos (que incluyen correspondencia, documentos académicos, programas de cursos, tarjetas de visita, etc), además de «35 publicaciones científicas, un libro manuscrito, cuatro manuscritos de conferencias, 11 dibujos científicos, 60 preparaciones histológicas, 30 placas fotográficas y 150 fotografías del científico en diferentes etapas de su vida». Los dibujos, como el de la microglía que se reproduce más arriba, inédito, son de gran calidad, ya que Del Río Hortega estudió dibujo durante tres años en la Escuela de Bellas Artes de Valladolid mientras cursaba Bachillerato, como recuerda Juan Riera.

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