La historia de cómo Valladolid pudo tener la catedral más grande de Europa

• Las catedrales durante la Edad Media se convirtieron en centros de poder político y religioso en los reinos cristianos que albergaban en ellas la cátedra (sede) del obispo de la diócesis. Por ello había una auténtica competición entre ciudades por erigir los templos más grandes en la cristiandad que les acercasen a Dios.

• La construcción del templo pucelano ha resultado una sucesión de proyectos frustrados que nunca llegaron a su fin por dos principales motivos: técnicos y económicos. En 1527 el arquitecto Gil de Hontañón, durante el reinado de Felipe II, empieza con la construcción de los cimientos de la catedral con una planta más modesta. Hontañón eligió en sus inicios un terreno que no era plano y con una parte inundada debida a la cercanía del río Esgueva que dificultaron a nivel técnico su levantamiento.

• Entre los vallisoletanos corre la leyenda negra de que Juan de Herrera, el continuador del anterior proyecto, no lo completó porque tuvo que asumir el encargo de levantar el Monasterio del Escorial. Por fechas no encajaría, ya que el monasterio se encontraba en la recta final de su edificación en el año 1584 después de apenas dos décadas y esto no supondría un problema para el arquitecto.

• No fue hasta tres siglos después cuando volvieron a cobrar fuerzas las aspiraciones de la capital de terminar una de las catedrales más magnas de Europa, cuando la Dirección General de Bellas Artes impulsó en 1942 retomar la construcción siguiendo los planos herrerianos.

• Esta campaña implicaba resolver el crucero que quedó sin terminar, construir una capilla mayor y una reordenación urbanística de calado del entorno. Entre otros edificios debía desaparecer el mercado de Portugalete, que se encontraba en la plaza del mismo nombre, pues sobre ese espacio Herrera proyectó un claustro. Los proyectos presentados se expusieron al público en el Colegio de Santa Cruz hasta mayo de 1944, junto con los planos del arquitecto real y una maqueta según el trazado original.

• De forma paralela, el proyecto arquitectónico estimulaban el ánimo de los vecinos, de las autoridades del Arzobispado y de la Universidad, que pedían la unión de toda la nación en tan ambiciosa empresa. El Norte de Castilla, cabecera de referencia en la ciudad, también mostró entusiasmo en sus páginas por terminar la obra herreriana.

• A lo más que se llegó, ya a mediados de los años sesenta, fue a culminar la portada del brazo sur y terminar las capillas de este mismo lado, obra de la que se hizo cargo el célebre arquitecto Fernando Chueca Goitia. Al igual que en el Siglo de Oro, el tiempo volvía correr, el sueño de una inmensa catedral quedó paralizado y la ciudad era testigo de la falta de recursos para acometer una obra de tal calibre.