A Fabián Díez, gerente de las zapaterías Rebelde, se le torció este domingo su jornada de descanso nada más empezar el día. Su teléfono sonó ... a eso de las 7:15 horas para darle la mala noticia de que un coche se había empotrado contra el escaparate de su negocio de la avenida de Segovia, en el barrio de Las Delicias. Así que se desperezó y puso rumbo a la zapatería para ver una imagen dantesca: la de un coche, de culo, incrustado en su local.
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Allí se encontró a la Policía Municipal y a los Bomberos de Valladolid en plena faena mientras Fabián empezaba, casi sin darse cuenta, los trámites para recuperar la normalidad. «A ver si mañana -por este lunes- podemos abrir», le apuntaba horas después el empresario a Pepín, cristalero de profesión, sobre las posibles reparaciones.
Ardua tarea la de Pepín, que se ha encontrado un escaparate resquebrajado por varios puntos después del fuerte golpe de un joven, conductor de un Golf, que tras huir de la escena del siniestro volvió para dar positivo en la prueba de alcoholemia. Fabián, precisamente, vio al joven a primera hora, todo ello mientras los bomberos le pedían permiso para retirar la valla de seguridad que, tras el golpe, había quedado inservible. «Según me han contado, el coche venía desde la avenida de Segovia, se ha llevado una moto aparcada, se ha desestabilizado tras superar el bordillo de la acera y se ha llevado la marquesina por delante. Del impacto, de culo, se ha metido en la zapatería. Estaban los 'airbags' saltados», desvela Fabián Díez.
De hecho, los cristales de los pilotos traseros del coche prácticamente habían entrado hasta el interior del local, dejando pequeños cristales entre la decena de zapatos que han sido afectados y que se encontraban expuestos en el exterior de la tienda.
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Con filosofía se tomaba el suceso el propio afectado, que tira de memoria para contabilizar que este mismo hecho lo ha vivido ya hasta en tres ocasiones en los últimos veinte años. «Esta vez ha sido la más gorda», recalca el empresario en plenas rebajas.
Eso sí confía en que la historia no se vuelva a repetir. «Tal vez hay que poner un radar en esta zona para que vengan más despacio. De momento, no tengo intención de mudarme», concluye mientras se enfrasca en plena conversación con Pepín para continuar con la reparación.
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Precisamente, Fabián Díez se atreve a hacer una pequeña valoración de los daños, que los cuantifica, en una primera estimación, en unos 10.000 euros por los daños en la valla exterior y los desperfectos del escaparate.
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