El inspector jefe González Clavero muestra el antecedente de la actual defensa de goma. Alberto Mingueza

El inspector jefe de Valladolid que ha montado su propio museo de la Policía

Coleccionismo ·

La Comisaría de Parquesol alberga la singular colección del inspector jefe Antonio González Clavero quien, a un paso de la jubilación, anhela un 'custodio' para su legado de un millar de piezas

M. J. Pascual

Valladolid

Miércoles, 10 de mayo 2023, 00:03

Empezó con una gorra, de ello hace más de tres décadas, y ahora tiene una colección particular de objetos que es la quintaesencia de la historia y evolución del Cuerpo de Policía Nacional desde la cédula de Fernando VII, cuando los agentes de la autoridad ... no disponían ni de placas de identificación, hasta los cuerpos de élite de hoy, con sus uniformes especiales para cada misión.

Publicidad

El inspector jefe Antonio González Clavero, que ingresó en el Cuerpo en 1986 y ha sido profesor durante diez años en la Escuela de Policía de Ávila, ha atesorado a lo largo de su vida tantos objetos relacionados con su profesión que las tres dependencias habilitadas para exponerlos en la flamante Comisaría de Parquesol ya se le han quedado pequeñas y parte de la colección está almacenada, provisionalmente, en los calabozos que están sin estrenar todavía. «Puedes decir que me dí un golpe en la cabeza de pequeño. Desde siempre me ha apasionado la simbología militar y policial y lo que comenzó como una pequeña afición se me ha ido de las manos. Puede decirse que tengo un Síndrome de Diógenes muy especializado», bromea el veterano policía, mientras abre camino hacia su despacho por un pasillo transformado en un túnel del tiempo por los uniformes de todas las épocas y usos que lo flanquean.

Ver 27 fotos

La primera placa de identificación policial, de 1920, en el centro, entre otras posteriores de la II República. Alberto Mingueza

El ojo que todo lo ve

Bastón de mando en miniatura como identificación policial. A. Mingueza

La primera placa de identificación policial que se realizó en España, explica el inspector jefe González Clavero, podía ser en plata y oro, en función de la categoría de quien la portara. Muestra dos óvalos, que están separados en el centro por un bastón de mando símbolo de la autoridad, con dos relieves diferentes en su interior: a la derecha, el ojo del dios Argos enmarcado en rayos y, a la izquierda, el escudo de España. El cetro está situado bajo la corona real. La elección de este mito griego para decorar la primera placa policial no es gratuita: Argos Panoptes era un gigante con cien ojos, fiel guardián y sirviente de la diosa Hera. Siempre estaba vigilante y atento a todo lo que ocurría a su alrededor y nunca dormía, por lo que no se le escapaba nada. Es el antecedente de lema del Cuerpo Nacional de Policía, «servir y proteger». Argos tuvo un trágico final, pues Zeus le mandó matar, pero Hera quiso que para siempre fuera recordada su lealtad en los ojos en las colas de los pavos reales.

En un lugar destacado, dentro de una «panoplia», luce la pieza con la que se quedaría, asegura, si tuviera que escoger y llevarse solo una de ellas a una isla desierta. Se trata de una placa de identificación policial de metal plateado decorada con un curioso diseño que recuerda a la simbología masónica. Está rodeada de otras de la II República, alguna bordada, con la bandera tricolor. Pero antes de que se inventaran las placas, ¿como se identificaban los agentes? El inspector jefe saca de la vitrina algo que a primera vista parece un antiguo lápiz de madera, pero que en realidad es la miniatura de un bastón de mando que se llevaba en el bolsillo. Lo solía utilizar la policía «de incógnito» de la segunda mitad del siglo XIX.

El inspector jefe muestra antiguos equipos de comunicaciones utilizados en escuchas policiales. Alberto Mingueza

Es la primera placa creada «ex profeso» para los agentes de la autoridad y data de 1920, de la época del Rey Alfonso XIII. Está enmarcada de otras identificaciones, algunas bordadas en tela, de la II República y la época franquista. Junto al cuadro una vitrina atesora pequeñas curiosidades, como una colección de silbatos de bola, los más corrientes, y de sirena, más singulares, de la marca Acme y fabricado en Inglaterra.

Publicidad

Silbatos utilizados por la Policía Armada. Debajo, fotos de sospechosos. Sobre estas líneas, uniforme del Cuerpo de Seguridad, con el casco de fieltro inglés.

Ahora, los silbatos están en desuso, pero durante muchos años fueron unas herramientas de trabajo muy útiles para los agentes, «que los llevaban en el bolsillo para dar el alto o pedir auxilio». Estos pequeños objetos que formaban parte del equipamiento policial ahora son cosa de coleccionistas. En otros casos, esos elementos han resistido el paso del tiempo, algunos con sustanciales modificaciones acorde a los tiempos. El inspector jefe exhibe una especie de sable romo. «Es un machete policial, sin filo, contrafilo ni punta», explica. «El sable causaba muchos daños y se decidió sustituirlo por este machete, que es mucho menos lesivo». Es el antecedente de la defensa de goma, la típica porra policial, que tiene que estar confeccionada en un material flexible «para no romper huesos».

Dejando a un lado los avances tecnológicos aplicados a la investigación policial (en el museo puede admirarse una descifradora de claves de los años setenta, una cámara para hacer fotos a los sospechosos con negativo de cristal y magnetófonos para escuchas telefónicas, entre otras tecnologías), quedan los uniformes como testimonio de los importantes cambios ocurridos en España y en el concepto de seguridad ciudadana. Sus diseños han estado cargados de simbolismo y también de «política» según las épocas, indica el coleccionista. Desde 1986, cuando se unificaron los dos cuerpos policiales que existían, subraya, el uniforme está pensado para contribuir a desterrar la imagen de cuerpo militar y represivo que arrastraba del franquismo.

Publicidad

Aunque el azul sigue siendo el color más asociado al atuendo de este cuerpo policial, la gama ha pasado por el gris de corte militar de la posguerra (los 'grises'), el marrón de la Transición (los 'maderos') y el negro hasta volver, de nuevo, a su tono estrella, el azul. Uno de los maniquís del despacho, de un tamaño que choca por su pequeñez si se compara con los tallajes de hoy, luce un uniforme del Cuerpo de Seguridad de la II República. Se sabe la data, entre otras cosas, por un detalle. En las puntas de los cuellos y la hebilla del cinturón, en el escudo de España luce una corona mural, almenada. Si hubiera sido de fecha anterior, de la época de Alfonso XII y Alfonso XIII, la corona del escudo sería la real, indica este policía maestro.

El casco de fieltro

Son decenas de tocados de gala y faena que se acumulan en los estantes. Muchos son regalos de otras policías del mundo. Entre ellos, la gorra de plato del uniforme ucraniano destaca por sus dimensiones y ocupa lo suyo. Antonio González, como buen coleccionista, nunca tiene suficientes cromos y le encantaría conseguir una pieza «dificilísima de encontrar»: el casco de fieltro inglés que llevaron durante un tiempo los primeros uniformados de Seguridad Ciudadana, aquellos que también dirigían la circulación antes de que asignaran las competencias de tráfico a la Guardia Civil.

Publicidad

A Antonio González le queda apenas medio año para colgar el uniforme. Comenta, contemplando la vieja caja de hacer carnés de identidad por los pueblos que rescató de un rincón del puesto fronterizo de Alcañices (Zamora) y que está colocada en la Comisaría de Parquesol frente por frente a las modernas máquinas expendedoras de certificados digitales, que no tiene, por el momento, un candidato a quien pasarle la llave de su museo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad