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Julio Pérez, en primer plano, increpa a dos controladoras, en el hotel de Madrid. ALBERTO MARTÍN-EFE
Julio Pérez, vallisoletano afectado: «Lo que hicieron los controladores fue una huelga salvaje que no tiene perdón»
JUICIO POR EL CIERRE DEL ESPACIO AÉREO

Julio Pérez, vallisoletano afectado: «Lo que hicieron los controladores fue una huelga salvaje que no tiene perdón»

El viajero de Valladolid vio como su familia se quedaba atrapada en el aeropuerto de Barajas, en diciembre de 2010, sin las vacaciones soñadas para visitar Irlanda

Jorge Moreno

VALLADOLID

Jueves, 16 de enero 2020, 14:52

Los cuatro integrantes de la familia vallisoletana Pérez Cebrián estuvieron entre los casi de 600.000 pasajeros de toda España que en el puente de la Constitución de 2010 se vieron atrapados por la huelga de los controladores aéreos, que dejó en tierra no solo la ilusión de unos días por viajar al extranjero, sino pérdidas económicas de hoteles y entradas ya pagadas a las agencias de viajes.

Con mucha indignación y sin desaliento, Pérez ha sido uno de los miles de viajeros españoles que reclamaron en los tribunales a los controladores, aunque el pasado año decidió, a través del despacho de abogados Cremades & Calvo Sotelo, llegar a un acuerdo económico por el que desistían en la acusación penal.

Otra familia de Valladolid que iba con ellos, sin embargo, la ha mantenido en el juicio que comenzó este miércoles 15 en Madrid.

«Decidimos pasar unos días en Irlanda mi esposa y mis dos hijos, y el 5 de diciembre, después de salir de trabajar, viajamos en coche desde Valladolid a Madrid. Cuando ya estábamos en el control de seguridad de Barajas, me llama un amigo y me dice que el Gobierno ha cerrado el espacio aéreo por el conflicto de los controladores. Le dije que allí estaba todo normal y no pasaba nada. Al poco de colgar es cuando nos dicen que todos los vuelos se cancelan. El desconcierto entre los miles de pasajeros que había fue enorme», explica Pérez.

Según relata, esta familia vallisoletana tuvo la suerte de que la compañía irlandesa con la que contrataron informó inmediatamente a todo el grupo de pasajeros en el mostrador.

«En Barajas, la gente estaba muy desconcertada, y optaba por tumbarse en el suelo, con niños y equipajes, esperando explicaciones. Fue un desbarajuste muy grande, pero gracias al trato de la línea irlandesa fuimos unos privilegiados», dice.

Una familia vallisoletan espera información de la huelga en Villanubla. H. SASTRE

Y así, sobre las 8 de noche del primer día del puente, la compañía les puso un autocar para trasladarles al Hotel Auditorium, cerca de la A-2. Mientras que muchos viajeros españoles de otras líneas se quedaban en pasillos del aeropuerto madrileño, Julio y su familia tuvieron la fortuna de que les resolvieran 'el contratiempo', que comenzó a ser narrado en directo por las televisiones nacionales e internacionales.

En el mismo hotel que los contraladores

Pero la sorpresa fue mayúscula cuando ya en el hotel comprueban que uno de los salones había sido alquilado por los controladores para realizar un seguimiento de la huelga y las informaciones del Ministerio de Fomento.

«Pensábamos que se trataba de una reunión comercial, en la que entraban y salían para ir al baño o fumar. Pero alguien dijo que se trataba de los controladores y entonces se desató la ira», comenta el vallisoletano.

Los oídos y las miradas se clavaron en las puertas que daban acceso a la sala de los técnicos aéreos, para observar algo de lo que los dirigentes sindicales decían.

«Pero que va. Todo su discurso era reforzarse entre ellos y continuar con el paro. La gente comenzó entonces a pedirles explicaciones y ellos, con altanería y desprecio, seguían a lo suyo», relata este afectado, que indignado se encaró a dos de las controladoras que estaban en el hotel madrileño. Su bronca dio la vuelta a España.

Julio se sorprende ahora al escuchar, en la apertura del juicio de este miércoles, que la protesta era reivindicativa.

«Fue una huelga totalmente salvaje que no tiene perdón, porque dejaron a mucha gente en tierra. Ni querían darnos explicaciones y el ambiente estuvo muy caldeado», recuerda.

Pasajeros que se quedaron en tierra en diciembre de 2010, en la ventanilla de información del aeorpuerto de Villanubla. HENAR SASTRE

La aerolínea irlandesa abonó no solo el hotel, sino la cena y el desayuno del Día de la Constitución.

A partir de ese momento, cada familia vallisoletana «se buscó la vida». Unos eligieron quedarse el resto de las jornadas en Madrid, mientras que otros regresaron a sus residencias totalmente desalentados por este viaje frustrado.

Pérez, sus dos hijos y su mujer perdieron la noche de hotel en Irlanda y las entradas para visitar una exposición de la marca de cervezas Guinness.

«Nosotros solo reclamamos los gastos, incluido el del aparcamiento de Barajas, porque las otras dos noches del hotel en Irlanda no nos las cobraron. En total, 2.400 euros es lo que nos han pagado, 600 a cada uno, después de renunciar el año pasado a seguir pleiteando con el acuerdo de conformidad.

Otros han continuado con la acusación penal», dice.

Sobre la vista oral que ha comenzado este día 15, Julio sostiene que «ha existido una dilación judicial brutal. Mi hijo tenía 14 años cuando sucedió, y cuando le han indemnizado contaba 24. No es de recibo. Han cambiado de juzgados, de magistrados ..... tengo una cantidad de correos electrónicos del despacho de abogados que es enorme«.

Por eso decidó llegar a un acuerdo ya que el dinero que me han dado no me ha solucionado nada.

«Y la indemnización moral, no ha sido posible, por qué, ¿cómo te resarcen de la ilusión de un viaje familiar como aquél?», afirma.

Desde entonces este vallisoletano no ha ido a Irlanda. «A otros países y ciudades sí, pero allí no».

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