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En grande, Juan Álvarez (primero por la izquierda), tras ganar el campeonato de mus de España en 1989. En pequeño, el año pasado tras celebrar las bodas de oro con su mujer. El Norte
Coronavirus en Valladolid: «Fue algo muy 'heavy', en una semana el virus acabó con él»

«Fue algo muy 'heavy', en una semana el virus acabó con él»

Juan Álvarez Rodríguez, vecino de Zaratán de 81 años, falleció el pasado 8 de septiembre en el hospital tras contagiarse de la covid

Eva Esteban

Valladolid

Domingo, 3 de enero 2021, 08:16

«Fue todo tan rápido que han pasado casi cuatro meses desde que se murió y aún no lo he asimilado. Fue algo muy 'heavy', el coronavirus acabó con él en una semana; nadie está preparado para afrontar una pérdida así, y mucho menos en tan poco tiempo». Así recuerda Silvia Álvarez los amargos días que su familia vivió en septiembre. Su padre, Juan Álvarez Rodríguez, natural de la localidad vallisoletana de Zaratán, falleció a los 81 años víctima de la covid.

Fue el 8 de septiembre, y a su último adiós solo pudieron asistir dos de sus hijos –son tres– y sus nietos. Su mujer, Pilar Luengo, y Emiliano, el tercero de sus hijos, habían dado positivo y tuvieron que guardar cuarentena en su casa. «Fue muy triste. Tengo grabado que no vino nadie al tanatorio, no sé si por miedo o qué, pero me duele que nadie fuera a despedirse de mi padre, una persona de Zaratán de toda la vida que conoce a muchísima gente y no fue nadie. Eso lo tengo marcado, estuvimos solos mi hermana, mis sobrinos y yo», lamenta.

También tendrá siempre grabada la huella de la forma en la que su padre falleció. Porque el virus no dio la cara en su cuerpo hasta quince días después de que se confirmase que Emiliano y Pilar eran positivos. Durante ese tiempo, rememora Silvia Álvarez, sí percibieron que «estaba algo más torpe». En ocasiones se tropezaba y cada vez le costaba más salir a pasear. «No sabíamos si estaba más torpe por la enfermedad que tenía –hace cuatro años le diagnosticaron alzheimer, aunque no lo tenía muy desarrollado, conocía a sus familiares– o qué. Nos tenía despistados, y ahora nos hace pensar que lo empezó a pasar por dentro, que le dio una neumonía pero hasta que no tuvo fiebre no supimos que tenía coronavirus», sostiene, al tiempo que matiza que «nos conocía a todos, y de salud siempre ha estado como un roble. Subía y bajaba las escaleras, pero estaba empezando en un grado que le daba miedo salir a la calle».

El matrimonio ingresó en un hospital de la capital vallisoletana el 1 de septiembre. Siete días después, el 8, Juan Álvarez murió. Lo único que se llevan de todo este proceso –apostilla su hija– es que pudieron despedirse de él. Aunque fue «todo muy rápido». «Me llamaron del hospital, pensaba que era para decirme que todo iba bien, pero, palabras textuales: 'Lo siento, ven inmediatamente que te vamos a dejar entrar a verle porque tu padre se muere'. Me lo soltaron así, sin anestesia», subraya Silvia, a quien le cuesta contener las lágrimas cuando se acuerda de cómo se lo comunicó a su madre, por entonces ingresada en la habitación contigua del centro hospitalario. «No sabía cómo decirla que fuera corriendo a la habitación de al lado porque mi padre se estaba muriendo; no nos esperábamos que estuviera tan malo, porque creíamos que si no oxigenaba bien le pondrían un respirador».

«No se lo deseo a nadie»

Ese momento, cuando entró a despedirse de su progenitor, «jamás» lo olvidará. Esos quince minutos marcaron su vida «para siempre». «No se lo deseo a nadie, porque vas a estar cuatro de hora y ya no vas a volver a verle. Nos conoció, le hablamos de lo que le queríamos y cuando le decía algo de mi hijo, me cogía fuerte de la mano», relata.

Juan Álvarez Rodríguez, apasionado del fútbol y bicampeón de España de mus y una vez ganador de Castilla y León, perdió contra el coronavirus la partida más importante de su vida. Pero él aguantó «como un jabato». Temía que el alzheimer le arrancara esas vivencias que tanto le costó fraguar. «Ha vivido muy bien, su vida. A veces nos decía que se quería morir porque la enfermedad que tenía iba cada vez a peor», señala.

Trabajador de Renault jubilado desde los 45 años, llegó a jugar una temporada en el Real Valladolid, cuando el equipo militaba en Primera División. «El fútbol era su pasión, su vida; le fichó el Valladolid, con todo lo que eso supone, pero tuvo que dejarlo por motivos de salud. A raíz de ahí le vinieron las depresiones», incide su hija, quien destaca su destreza jugando al mus y su «gran coco». «Nunca nos faltó de nada con él, fue un buen padre», concluye Silvia Álvarez.

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