«La última vez que hablé con Roberto fue este fin de semana. Me preocupaba bastante este viaje, tenía una especie de presentimiento no muy bueno y estaba muy pendiente. Le pregunté que cómo iban, y aunque tardó varios días en responderme, me dijo: ' ... Aquí estamos sufriendo mucho, pero luchando'. Y tras ello como que me quedé un poco más tranquilo, sabiendo que era complicado pero pensando que lo estaban sacando adelante», recuerda, «roto de dolor», el cineasta vallisoletano Roberto Lozano (1968). Era amigo íntimo y compañero de batallas de Roberto Fraile, el cámara natural de Barakaldo, afincado en Salamanca y con raíces vallisoletanas, que ha sido asesinado cuando rodaba junto al periodista David Beriain en Burkina Faso un documental sobre la caza furtiva.
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Se conocieron hace casi 25 años y desde entonces no se separaron. De hecho, han trabajado juntos en varias ocasiones. Fraile fue director de fotografía de su película 'Los ojos de la guerra'. Aunque más que compañeros de profesión eran «grandísimos amigos». Confidentes. El propio Roberto Fraile, padre de dos hijos adolescentes y que hace unos meses cumplió 47 años, le reconoció instantes antes de viajar al país africano que el rodaje iba a ser «extremo». «Se iban a empotrar de alguna manera con grupos militares e incluso paramilitares que están en esa zona. Antes de irse le pregunté que cómo estaba David y sus palabras textuales fueron: 'David dice que el viaje va a ser extremo'. Hasta tal punto que ya no está entre nosotros», lamenta Lozano, que afirma que por el momento desconoce cuándo se repatriarán los cuerpos.
Le cuesta entrelazar dos frases sin romper a llorar. Dice que ahora lo único que quiere es que se recuerde a Roberto «tal y como era»: «con una cámara al hombro para contar la verdad y la realidad de las cosas, sobre todo de los más desfavorecidos». «Era un grandísimo profesional, pero mejor persona aún. Estaba dispuesto siempre a llegar a la extenuación física y mental con tal de hacer bien su trabajo», relata su colega.
Aunque Roberto Fraile había nacido en Barakaldo, Vizcaya, hacía 47 años, se sentía más castellano y leonés que vasco. Sus dos hijos nacieron en Salamanca, donde residía desde hacía años y donde trabajó durante la mayor parte de su trayectoria profesional, y sus padres residen en Valladolid capital. Tiene un hermano con el que mantenía una «muy buena relación». Quienes le conocían dicen que era un «tipo excepcional», con un enorme sentido del humor que en ocasiones recordaba a Gila.
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Tenía «una visión de lo absurdo al alcance de muy pocos», capaz de sacar una sonrisa incluso en los momentos más complicados. «En los últimos años había crecido mucho como profesional, era un tipo muy grande. Soy uno de sus grandes admiradores, pero por encima de todo era mi amigo», comenta Roberto Lozano. Con él hizo su primer viaje (a Pakistán) hace casi 25 años, y ahora -confiesa- no sabe si será «capaz» de recorrer el mundo «sabiendo que él no va a estar ahí».
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