Un guardia civil de la Comandancia de Valladolid borró multas a sus 'amigos' y las colocó a otros conductores
El juez instructor ratifica la imputación del agente y reduce a cinco la lista de empresarios, para quienes pide que se siga el procedimiento
Hace un año que la Audiencia de Valladolid devolvíó al Juzgado de Instrucción 1 el auto que cerraba la investigación y promovía seguir la tramitación ... del procedimiento abreviado para llevar a juicio al agente de la Benemérita J. C. C. D. y a diez empresarios por su supuesta implicación en una trama de favores. Ahora, resueltos recursos y contrarrecursos de las partes, el magistrado instructor, José María Crespo, ha emitido un nuevo auto «concretando más» los hechos que se atribuyen a los investigados y que considera que, a su entender, pueden ser constitutivos de los delitos de cohecho, tráfico de influencias, falsedad, revelación de secretos y prevaricación administrativa.
Así, de la lista inicial de diez empresarios (hosteleros e industriales) investigados por la supuesta trama de favores, el magistrado exonera a la mitad, pero mantiene a E. O. C., hostelero; J. R. R., constructor, y a otros tres industriales amigos, D. E. A., F. G. J. y M. A. E. M. por su supuesta implicación, como beneficiarios, en esos delitos de corrupción. El auto judicial al que ha tenido acceso El Norte de Castilla, señala que la macrooperación bajo la que el agente de información de la Comandancia de la Guardia Civil de Valladolid amparaba su conducta «no existía» y que «se valía de su posición» para acceder y difundir datos reservados, asesorar a sus amigos sobre procesos de multas y ofrecer ayuda en los recursos de las sanciones «con conductor falso»: desde un ciudadano colombiano a otro, ya fallecido, también extranjero. Ello, a cambio de regalos, invitaciones a comer y dinero, «sin perjuicio» de que la ayuda «fuera irreal en algunos casos».
Buceo en la base de datos
El agente J. C. C. D., que desempeañaba tareas en el área de información de la Comandancia, tenía acceso a las bases de datos reservadas para ese trabajo y, según el juez, «se aprovechó de tal condición para realizar entradas indebidas en dichas bases de datos en beneficio propio y de terceros». A estos 'amigos' les facilitaba información y se les ofrecía «como persona capaz de influir en los juzgados y en la Administración civil para gestionar cambios de conductor en expedientes sancionadores y reducir el periodo de privación de libertad en los juzgados».
Una de estas entradas indebidas en la base de datos de la Guardia Civil se produjo en torno al 7 de diciembre de 2017. Extrajo información sobre las medidas cautelares impuestas a una persona (que no ha sido identificada) y sobre su posible ingreso en prisión y esa información reservada y protegida se la comunicó a uno de los empresarios investigados, J. R. R. En esa conversación, el guardia civil y el empresario hablaron sobre el acceso a antecedentes penales y su desaparición o retirada, «sin perjuicio de que la posibilidad de llevarlo a cabo fuera real o no». El industrial pagó al condecorado agente por hacer desaparecer el historial policial de esa persona, que tenía relación con la pareja del industrial investigado.
Otra fecha que le incrimina es el 26 de enero de 2018, cuando el agente le dice a M. A. E. M. que ha accedido, también indebidamente, a información policial reservada sobre otro amigo para que «le informe y le proteja». Tres días después, el guardia, que ya había preguntado en Tráfico por varios datos, pidió a un constructor que le enviase información sobre su expediente sancionador para realizar un cambio de conductor, de forma que se sustituiría el nombre del empresario multado por el de un tercero, de manera que así «falseando el expediente, evitaba la sanción». Además, el agente le dio información para evitar sanciones de tráfico, «cambiando el conductor para poder eliminar la denuncia de la base de datos». En febrero recibió varios productos de regalo por sus servicios y 1.750 euros en efectivo, aunque esperaba 2.000. Ingresó el dinero el día 23 y el 24 reconoció a F. G. J. que había entrado en la base de datos policial para averiguar datos de una mujer rusa.
Al día siguiente se fue de vacaciones al Caribe con su hermano y sus respectivas parejas. Pagó el viaje a tocateja. A su regreso, le esperaba un sobre con dinero de F. G.
Los altos cargos que mencionó «no tenían conocimiento» de que usaba sus nombres
Detalla el instructor de la causa que las menciones que J. C. C. D. realizaba de altos cargos de la Guardia Civil de Valladolid, León o Alicante «eran de cuenta del citado, aunque los afectados no tuvieran conocimiento de la utilización de sus nombres y cargos» por parte del agente. Aunque los empresarios también investigados «sí se beneficiaron o creyeron serlo y así actuaban», agradeciéndole con prebendas y dinero en metálico su 'mediación'. Incluso llegó a meter a sus mandos en una comida de agradecimiento pagada por sus amigos por sus servicios para borrarles multas, sin que sus superiores supieran que estaban siendo utilizados, según indica el auto judicial.
El principal encausado de esta supuesta trama de favores ejercía de conseguidor y se jactaba de poder influir en administraciones, autoridades y funcionarios, unas gestiones que son, indica el juez, «incompatibles con su condición», a pesar de que gozaba de la total confianza de la cúpula de la Guardia Civl en la provincia. Se sospecha que incluso podría haber intervenido para beneficiar a un constructor con la adjudicación de un contrato para realizar unas obras en la Comandancia de León. Ofreció a este empresario ir a hablar con el teniente coronel y después presumió de «tenerlo todo arreglado» para conseguir la obra.
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