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Una fotografía de gran tamaño preside el comedor de una casa de Villagómez la Nueva construida en la primera década del siglo XX. El blanco y negro ha conseguido de nuevo congelar el mágico instante de un lejano día de 1926. Las miradas graves delatan ... la particularidad del momento. Nicanor Martínez y Ceciliana Vega posan junto a sus 11 hijos. La fotografía ha ido pasando de manos a manos como un preciado tesoro familiar. Una imagen tras la que se esconden los recuerdos de varias generaciones de los más de un centenar de componentes de los Martínez-Vega que, cerca de cien años después, el pasado sábado, se reunieron en Villagómez la Nueva para rendir un emotivo homenaje a toda la familia, pero en especial a los componentes mayores, nietos de aquel matrimonio que en 1926 posó con sus 11 hijos.
La jornada se inició con una misa en la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, en la que no faltaron las ofrendas, peticiones o lecturas como el poema de Teresa de Calcuta 'Enseñarás a volar', que finaliza con los versos «en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará la huella del camino enseñado», que «es un reflejo claro del fin que también tenía el encuentro como puesta en valor del sentimiento de pertenencia a un lugar y a una familia», según expresó la bisnieta Yolanda Barrientos, quien señaló que la foto de 1926 «representa muchos de los recuerdos que han motivado este encuentro en el pueblo en que nacieron y crecieron nuestros bisabuelos».
La degustación de sabrosas viandas fue también aprovechada para mostrar su atención sobre el árbol genealógico que, con mucho cariño y dedicación, ha realizado durante medio año el bisnieto Carlos Villada que, con llamadas a los mayores de la familia y visitas al archivo parroquial de Villagómez la Nueva, ha dado como mejor fruto el saber que Nicanor y Ceciliana sembraron la semilla para dar vida a más de 200 personas en numerosas ramas de varias generaciones de Martínez Vega con 12 hijos, 29 nietos, 43 bisnietos, 48 tataranietos y ocho trastaranietos.
Sin duda alguna, uno de los momentos más emotivos de la jornada fue cuando 16 de los 22 nietos de Nicanor y Ceciliana, que aún viven, la mayoría entre los 75 y 85 años, protagonizaron una mesa redonda en la que muchos recuerdos familiares que estaban en el olvido fueron rescatados, en especial para los jóvenes, en un relevo generacional de la identidad de la familia. Fue el momento de conocer que Nicanor y Ceciliana regentaban un molino movido por las aguas de río Valderaduey del que algunos escritos hablan que ya existía entre los siglos XI y XII, que fue de los marqueses de Cabeza de Vaca hasta el año 1400 aproximadamente y que, «después de pasar por varios propietarios, llevó a tenerlo el bisabuelo», según recordó José Nieto, marido de la nieta Pilar Triguero.
También se supo de la rectitud, disciplina y férreos valores de don Nicanor, al que había que pedir permiso para levantarse de la mesa, pero también de cómo tenía tiempo para jugar con sus nietos. La tarde dio tiempo también para la proyección de un video con fotografías antiguas realizado por Mila Villada en el que algunas lágrimas de nostalgia fueron inevitables. El nieto Nicanor Martínez, que vive en el pueblo de Zurbarán (Badajoz), recién operado, ha participado de la iniciativa para que sus cinco hijos conocieran el pueblo de sus abuelos, a pesar de que no haya puesto a ninguno de ellos el nombre de Nicanor.
Ahora, nadie de la familia vive en Villagómez la Nueva, aunque algunos conservan casa donde pasan algunas temporadas. Los descendientes de Nicanor y Ceciliana se han diseminado por los más diversos lugares, como Marta del Pozo, que vive en Australia; o Marta Tebar, que lo hace en Perú. Las dos primas no han dudado en venir al encuentro familiar, en el caso de Marta acompañada por primera vez, en visita al pueblo, por su marido, que es español, pero también con su hija, Zoé, que es peruana, destacando «la emoción de pensar cómo dos personas han generado tantas vidas y tan diferentes que se unen y se reúnen».
Detrás del gran éxito del encuentro, en el que hubo hasta un fotomatón en el que hacerse cientos de fotos, se encuentra la implicación de todos los participantes. Un éxito al que también se añadió la disposición, el cariño y la alegría con el que todos vivieron cada momento, de tal manera que «nos hemos quedado con ganas de más, con ideas para organizar el siguiente encuentro», en palabras de Yolanda Barrientos. Todo ello sin olvidar la colaboración de los ayuntamientos de Bustillo de Chaves y Villagómez la Nueva para hacer realidad la iniciativa.
Mientras tanto, la vida sigue y los Martínez-Vega siguen creciendo, los hijos se hacen padres, los padres abuelos, llegan nuevos nietos, y todos esperan una nueva llamada para poder sentir el calor y las raíces de la familia.
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