La guardería 'Érase una vez', que ha anunciado su cierre. Rodrigo Jiménez

Goteo de cierres de guarderías privadas en Valladolid por las exigencias de la gratuidad

El centro Érase una vez baja la persiana, meses después de que lo hicieran Wattenberg y Emaús

Marco Alonso

Valladolid

Martes, 20 de junio 2023, 00:03

Continúa el goteo de anuncios de cierres de centros infantiles en Valladolid. Los primeros en bajar la persiana fueron guarderías como Emaús o Wattemberg y el último -hasta la fecha- en publicar que el próximo curso no abrirá sus puertas es 'Érase un vez', ... en la zona del parque Alameda. Son muchas las guarderías que se ven abocadas al cierre este año, no solo en Valladolid sino en toda España, y detrás de esta epidemia de persianas cerradas está la regularización del sector.

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Las guarderías se estaban rigiendo por la normativa de 2008, que marcaba los requisitos que debían cumplir los centros infantiles, pero Pilar Granados, presidenta de la Asociación de Escuelas y Centros Infantiles Privados de Castilla y León (Aecipcyl), reconoce que la regulación era bastante laxa en algunos aspectos que ahora se pretenden exigir con la nueva regulación a nivel estatal y regional. «Las aperturas se han llevado a cabo, toda la vida, sin ningún requisito arquitectónico previo. Nadie pedía nada. No era un sector ilegal, sino alegal, porque no estaba regulado», afirma Granados, quien augura que la regularización del sector echará al traste a buena parte del sector, aunque elude hablar de porcentajes. «Hay muchos centros que están sufriendo mucho para acomodar las instalaciones a los requisitos. Requiere muchas inversiones, hay compañeros que se han tenido que cambiar de local. Y aunque no tenemos una cifra real de centros que han cerrado, creemos que el número será elevado», asevera.

La gratuidad de la educación para los niños de entre dos y tres años que se puso en marcha este año y la que vendrá el próximo curso para los pequeños de uno y dos años está haciendo que los centros infantiles privados tengan muchas complicaciones para atraer población infantil a sus instalaciones. Esto, unido a la natalidad decreciente y a las exigencias de la regularización, está llevando a muchos centros a elegir entre invertir y adaptar sus instalaciones con un horizonte incierto o cerrar. «Las obras que más se están haciendo tienen que ver con el tamaño de las aulas, porque el mínimo es de 30 metros cuadrados, aunque el mayor problema viene por los patios exteriores, porque se necesita contar con una zona exterior vallada, pero ese vallado no está regulado y la decisión depende de la valoración de cada técnico», indican desde Aecipcyl.

Con muchas interrogantes, las guarderías están acometiendo las reformas necesarias para adaptar sus espacios con la meta de pasar a Educación y poder optar a ser un centro gratuito, pero desde la asociación mayoritaria que engloba a estos centros en la comunidad aseguran que tendrán que hacer las obras a contrarreloj. «Nos han dicho que el último plazo para ejecutar obras y acomodar las instalaciones es el 31 de agosto para que todos los centros que puedan pasen a Educación antes de diciembre 2023. Sé que hay un tapón inmenso en el área técnica de la Junta porque les ha venido una avalancha de expedientes y les va a venir una más grande ahora, porque la mayor parte de los centros van a ejecutar las obras ahora, en verano», explica Pilar Granados.

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En este contexto, unos centros deciden adecuar sus instalaciones para optar a la gratuidad y otros, cerrar. Uno de los que ha optado por la clausura es 'Érase una vez', junto al parque Alameda. Esta guardería abrió hace 18 años y en sus mejores momentos llegó a contar con hasta 44 niños en sus instalaciones, pero ahora los tiempos han cambiado, explica Ana Álvarez, que regenta el centro junto a su hermana Laura. «No podemos seguir. Hemos tenido poquísimos niños apuntados y varios de los que tenemos se van al colegio. Entre unas cosas y otras, hemos decidido cerrar. Cerramos por la baja natalidad, pero principalmente por la gratuidad, porque no podemos competir con lo público», señala. La inversión necesaria para adecuarse a la normativa también ha pesado en su decisión. «Nosotras llevamos ocho años saliendo a la puerta de la 'guarde' sin ningún problema, pero ahora hay que vallar y eso nos echa para atrás. Nos dan la autorización, pero tiene que ser unas vallas homologadas y es mucho dinero», indica.

Abandonar un negocio familiar como este es un mazazo emocional para estas dos hermanas. «Empezamos siendo unas niñas. Levantamos esto de cero gracias a que se hipotecaron nuestros padres y el año pasado terminamos de pagar el préstamo. ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos metemos en otro préstamo para adecuar la 'guarde' a lo que pide la Junta?», se pregunta Álvarez, para la que el único consuelo es el hecho de cerrar sin deudas a sus espaldas. «Nos vamos con mucha pena. Nos genera mucha tristeza tener que cerrar, pero por lo menos no tenemos empleadas que despedir ni deudas. Eso al menos nos da una tranquilidad que no todo el mundo puede tener», concluye Ana que, junto a su hermana, espera encontrar trabajo en un sector en el que el número de trabajadores en proceso de búsqueda de empleo crece a medida que se anuncian nuevos cierres.

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