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Alejandro Escribano le ha sacado los colores a una de las mayores gestoras de fondos de inversión del país. Una actuación negligente por parte de ésta llevó a este agricultor de Montealegre de Campos a iniciar el proceloso camino de la reclamación. Una vez completadas ... todas sus etapas logró que una sentencia le diera la razón; pero en el trayecto descubrió también que lo que él ha conseguido no está al alcance de cualquiera y que, a veces, los juzgados imparten una justicia algo agridulce.
Diez años de relación llevaba Escribano con Bestinver cuando en octubre de 2017 solicitó el reembolso de 1.000 euros de un fondo mixto internacional. Algo que la firma de inversión colectiva debía realizar en un plazo de tres días pero que tardó 21 en materializarse. Este error / cadena de errores y el trato que los gestores dispensaron al cliente al pedir explicaciones es lo que le movió a hacer público el caso ya que, según explica, el perjuicio económico es de una cuantía «de las que desaniman a la mayoría de la gente» a la hora de pleitear.
«Creo yo que cuando se comete un error uno debe asumirlo y no buscar excusas en cadena, primero que si una empleada ya jubilada, después que si el banco depositario…», señala Escribano, de 53 años, quien sintió que le trataron «como a un tonto». Acudió en primer lugar al servicio de reclamaciones de la gestora y este resolvió que el retraso en el traspaso le había causado una pérdida de 10,30 euros. Escribano, quien se estrena como concejal de su pueblo en esta legislatura, cree que el daño va más allá de la mera diferencia de cuantías en el reembolso.
«Me privaron de los 1.000 euros durante 18 días, un periodo durante el que no pude disponer de mi dinero para aquello que lo necesitaba; y el perjuicio podía haber sido peor en el caso, por ejemplo, de haber sido penalizado por no poder hacer frente a un cargo», argumenta el vallisoletano, quien esperaba al menos un resarcimiento de 100 euros.
El segundo paso de la reclamación le condujo a la Comisión Nacional del Mercado de Valores como organismo supervisor de las instituciones que operan en Bolsa. En su resolución, la CNMV señala que «la entidad de origen no mantuvo debidamente informado al cliente de los motivos del retraso en la ejecución de su orden de traspaso» y califica de «incorrecta» la actuación de Bestinver Gestión, al no explicar con claridad el error en la transferencia y «no aportar prueba documental acreditativa de que efectivamente su orden estuvo realizada» en la fecha convenida.
El supervisor, sin embargo, no entra a valorar los posibles daños o perjuicios ocasionados al reclamante y se limita a añadir que «para resolver estas materias, deberán dirigirse a los tribunales de justicia».
De manera que Escribano, a quien mientras tanto se le iban multiplicando los gastos, obligado a desplazarse desde Montealegre a Medina de Rioseco para realizar las gestiones, poner burofaxes, etc, decidió recoger el guante que le lanzó la CNMV.
Una vez metido en harina, los diez euros seguían siendo una cantidad ridícula, pero a la vez servían para engrandecer la verdadera motivación de la reclamación, esto es, la búsqueda del reconocimiento de que una actuación negligente por parte de una prestigiosa firma de inversión, sumado a lo que consideraba un trato vergonzoso, debería tener consecuencias.
Tras una vista oral sin posibilidad de recurso, la jueza de primera instancia de Medina de Rioseco resolvió que Alejandro Escribano tenía derecho a una indemnización cuatro veces mayor de la ofrecida por la gestora, ya que obligó a ésta a hacerse cargo de todos los gastos que tuvo que soportar. Llegado a este punto y tras repasar la jurisprudencia, el demandante, que cuenta con estudios de Derecho por la Uned, solicitaba 300 euros de indemnización por daños morales, pero ha tenido que conformarse con 42,98 euros. «Fue un juicio decepcionante en el que por culpa de los retrasos no se me dio la oportunidad de explicar mis argumentos, para lo que apenas dispuse de dos minutos –señala–. Creo que se puso de manifiesto que el sistema no tiene estructura suficiente para ejercer la debida tutela judicial efectiva; ya que alguien sin preparación ni medios no podría haber llegado hasta allí, mientras que a mí no me dejaron justificar mi demanda».
Al final, Escribano cree haber comprobado en primera persona que tanto la inversión bursátil como la justicia no están al alcance de cualquiera, sino solo de aquellos que tienen cultura financiera y conocimiento de sus derechos. «Aquí no estábamos hablando de versiones contrapuestas de un mismo suceso, sino de hechos demostrados con documentos –se lamenta–. Lo que sucede es que ante un asunto como éste, el gigante de los fondos reacciona tratando de que el cliente se aburra, se canse y abandone. Y sin embargo, uno espera que, después de todo lo que se ha dejado en comisiones, una empresa especializada demuestre tener un 'expertise' y ofrezca un trato diferente al que recibes en la banca comercial».
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