En la provincia de Valladolid hay 225 pueblos. Entre ellos se pueden encontrar gentilicios raros, originales, divertidos, con orígenes curiosos… es difícil conocer la etimología de la mayoría de ellos pero eso no es excusa para destacar algunos de los más especiales.
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Por ejemplo, a ... los de Castrillo de Duero, en la Comarca de Peñafiel, se les llama empecinados, por ser ese el lugar de origen de Juan Martín Díez, conocido por ese apodo. Este soldado español que luchó contra los franceses durante la Guerra de la Independencia es uno de los personajes más populares del país y un orgullo para sus paisanos por lo que el gentilicio del lugar que le vio nacer es el mejor homenaje.
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En Castronuño, en la comarca de la Tierra del Vino, además de castronuñeros, que es lo que pide el cuerpo, también se les conoce como galdarros. Poco que decir sobre este gentilicio salvo que galdarro posee un significado en la zona de los Montes de Toledo. Se trata del cencerro que se ponía al ganado para localizarlo. De la misma comarca y un caso parecido es el de los oriundos de Rueda. Además de rodenses también se les llama caleros, al parecer por la gran cantidad de cal que había en la localidad, aunque en la actualidad lo que más se conoce de Rueda son sus vinos blancos.
En Foncastín a sus oriundos se los conoce como olegarios. En este caso, explicar el origen es sencillo. En un principio el pueblo se llamaba Foncastín de Oliegos ya que la mayoría de sus habitantes procedían de un municipio leonés que recibía ese nombre. Esta repoblación se debió al Instituto Nacional de Colonización y la política de la posguerra que llegó en los años cuarenta al actual Foncastín.
¿Y Tordehumos? Con un nombre tan potente habría que esperar un gentilicio a la altura. Y lo cumple, porque a pesar de que lo más fácil hubiese sido tordehumero lo han cambiado por ahumado. Claro y conciso. Un topónimo raro como Wamba, ya que es el único pueblo de España cuyo nombre comienza por 'w', traslada esa extrañeza su gentilicio: wambeño.
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San Cebrián de Mazote, en los Montes Torozos, además de aparecer en un capítulo de La que se Avecina y ser muy conocido por su iglesia mozárabe, posee uno de los gentilicios más raros de la provincia de Valladolid: raposos. Raposo es zorro, pero se desconoce el por qué de este nombre a los naturales de este pueblo. Complicado de pronunciar puede ser villabragimense, por supuesto, chivarro es igual de correcto si alguien es de Villabrágima. Un chivarro es un chivo de uno a dos años de edad.
Más de animales pequeños. De La Seca lasecano, vale, pero ¿garrapo? Según la RAE es el nombre que se les da a los cerdos que no han cumplido un año. Hasta se ha llegado a celebrar un festival en este pueblo llamado Garraporrock.
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¿Y quiénes son los patajos?, pues los de Fompedraza. Otro gentilicio que tiene poco o nada que ver con el nombre del pueblo es cotarrero. A las de Castronuevo de de Esgueva se las conoce por cotarrera y a ellos por cotarreros. Sin embargo, este apelativo tan solo existe para la RAE en femenino y es una mujer que anda de cotarro en cotarro.
A otros pueblos les basta con su nombre para conseguir un gentilicio destacable. Los de Aguasal son aguasaleros. Y si eres de la Aldea de San Miguel te quedas con un genérico 'aldeano'. Pero si prefieres un trabalenguas puedes intentar pronunciar el genticilio de Ciguñuela de una vez y sin equivocarse: ciguñuelense.
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De ave a ave. Un cirrio es un vencejo en gallego pero en la provincia de Valladolid son los de La Cistérniga, a los que también se conoce como cirrienses. No con los animales, si no con su arquitectura tiene que ver el gentilicio del pequeño pueblo de Llano de Olmedo. A sus habitantes se les conoce como cuadroneros, por la división de tierras en grandes cuadrados de terreno.
Da igual que seas de Cogeces de Íscar o de Cogeces del Monte porque serás cogezano sí o sí. Lo mismo pasa si eres de Pedrajas de San Esteban o de La Pedraja de Portillo. Exactamente el mismo caso que si eres sanmigueleño. En ese caso puedes venir de San Miguel del Arroyo o San Miguel del Pino.
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Te pueden llamar conquense si perteneces a Cuenca de Campos y no a la Cuenca manchega. Por el contrario, si eres de Fuente el Sol eres fuentesoleño pero si eres de Fuente-Olmedo tu gentilicio es fuenteolmedano. Las medinas son caso aparte. Los de Medina de Rioseco son riosecanos, pero los de Medina del Campo son medinenses. Para rizar el rizo llegan las Quintanillas. En la de Onésimo son quintanilleros y en la de Arriba son quintanillenses.
En Aldeamayor además de aldeamayorense son buciancos y en Villarmentero de Esgueva son morterudos. Dentro de la sección de gentilicios sencillos pero con una alternativa complicada se encuentra Olmedo. Con lo sencillo que es olmedano, eso sí, mucho más elegante ulmetense. En Nueva Villa de las Torres son jabardos, la definición principal de jabardo pueden tener que ver (o no) con este gentilicio de este pueblo: enjambre pequeño que produce una colmena o, en términos coloquiales una aglomeración de gente.
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En Siete Iglesias de Trabancos son arroperos, en Urueña carrasqueños. No deja de ser curioso que existan veganos que puedan tomar alimentos de origen animal sin cargo de conciencia y es que los naturales de Vega de Ruiponce se llaman así, pero si vegano no te resulta agradable también vale vegucho. También puedes cambiar de Vega, Vega de Valdetronco y ser vegario, que no tronco.
Si eres lentejero parece clara la etimología de tu genticio. Eso sí, lentejeros existen pocos ya que Villacarralón tiene unos ochenta habitantes. Escasean los cocuyos, al menos en la provincia de Valladolid los naturales de Villacid de Campos, porque un cocuyo es un escarabajo fotoluminiscente. Lo mismo pasa con los cuquillos para los naturales de Robladillo, con 87 habitantes censados según el INE de 2022. Aquí lo extraño es que su gentilicio no tiene nada que ver con la etimología del topónimo ya que un cuquillo es una bobina de hilo.
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Un poco más numerosos son los casi quinientos fructuosos de Villafrechós. Poco que ver el nombre del pueblo con su gentilicio que lo más probable es que venga de un apellido o un nombre propio.
El de Alaejos merece la pena mencionarlo más por su origen que por su pronunciación: alejanos. El nombre de este pueblo hacia los siglos XII y XIII era Falafeios, un diminutivo en plural del nombre morisco Jalaf.
Y no, los de Cabezón no son cabezones. Ni los de Pisuerga, ni los de Valdueraduey. Pero para gentilicio gracioso el de Pollos por desgracia no son pollitos, son pollenses. Sin embargo, si eres de Pozal de Gallinas no eres pozaldeño eres gallinato.
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