Palma de Mallorca es uno de los destinos turísticos más solicitados durante el verano. Sin embargo, para Marty Castell, que vive allí todo el año, sus vacaciones ideales siempre han sido en Castrodeza. En este pequeño pueblo tiene sus raíces, mucha familia y grandes amigos. ... Aquí pasó sus veranos más felices en la infancia y juventud y ahora que es madre de Pablo, un niño de 10 años, quiere que él disfrute tanto como lo hizo ella en su niñez. «Castrodeza me ofrece una tranquilidad que no encuentro en ningún otro lugar», confiesa Marty mientras observa a su hijo divertirse en el parque del pueblo. «A diferencia de la mayoría, que prefiere la playa y el bullicio, yo prefiero un veraneo en el campo, la piscina y la paz y libertad que me da mi pueblo. Cuando el resto va, yo vengo», añade.
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Todavía recuerda cuando tenía la edad de su hijo y su hermana y ella venían todos los veranos en avión, ellas solas, acompañadas de una azafata. «Mi tío nos iba a buscar al aeropuerto a Barajas. Así empezaban siempre nuestros veranos. Ahora tenemos la comodidad de que llegan vuelos directos a Villanubla, a muy pocos kilómetros de aquí y se ahorra mucho tiempo», comenta.
Marty se siente orgullosa de que su hijo comparta este vínculo especial con Castrodeza. «Para mí es importante que Pablo conozca sus raíces y viva experiencias cercanas a la naturaleza y a la vida en el campo. Aquí se lo pasa genial con los niños. En Mallorca no tiene esta libertad. Espero que, cuando crezca, siga viniendo a Castrodeza. Este pueblo es parte de nuestra historia, y quiero que siempre lo sienta como su hogar», añade Marty con nostalgia. Ella, desde hace un año tiene pareja en un pueblo de la comarca así que sus visitas se han hecho más frecuentes. «Siempre venía en verano, navidad, Semana Santa y a veces, también en carnavales. Ahora vengo fines de semanas alternos. Aquí soy feliz», comenta mientras su hijo asiente. «A mí me encanta Castrodeza, tengo muchos amigos. Me gusta ir por las tardes a la piscina de Torrelobatón, jugar al pádel y por la noche salir a la plaza. Hay muchos niños y puedo quedarme hasta tarde», concluye Pablo.
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