«Aquí la gente celebra la Nochevieja tirando tiros y petardos, es una tradición de los gitanos en Las Viudas», ha alegado este martes el monchín Rafael R. L., 'Rafa', antes de reconocer que en la Nochevieja de hace dos años, en la madrugada ... ya del 1 de enero de 2019, efectivamente utilizó un arma para efectuar varias ráfagas al aire desde su domicilio en la barriada de Delicias, situado en la calle Duero, tal y como recoge uno de los vídeos grabados entonces y que fueron difundidos por las redes sociales. El acusado, para el que la fiscal ha pedido diez años de prisión por un delito de tenencia y uso de armas de guerra, ha alegado en su descargo que solo disparó en la calle y que lo hizo con un arma que le dejó «alguien» al pensar que se trataba de un arma de fogueo. «Yo creo que era de fogueo y si llego a saber que era real igual le parto la cabeza al que me la dejó», ha señalado.
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El monchín, que ya fue condenado hace tres años a dos de prisión por posesión de una pistola -fue detenido con el arma en 2015-, ha incidido en que aquella noche le dejaron el citado arma y salió a la calle para efectuar una ráfaga. «Estábamos tirando y estaba un poco borrachillo y casi me cago de miedo», ha añadido antes de reiterar que allí, junto a su casa, «había mucha gente tirando».
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El caso que en el vídeo en cuestión se ven dos tomas, una primera en la que alguien efectúa una ráfaga desde el interior de una vivienda y una segunda, ya en la calle, en la que un varón vuelve a utilizar dicho arma para realizar una segunda ráfaga. Los policías nacionales que investigaron los hechos han afirmado que reconocieron «sin ninguna duda» tanto la vivienda del ahora acusado como al propio Rafael empuñando el arma, «un subfusil de munición real con capacidad para efectuar hasta treinta disparos en dos segundos», y disparando una ráfaga en la parte posterior de su casa, en la calle Adaja. «He estado más veces por otras intervenciones en esa casa y ese era el lugar sin dudas», ha incidido el agente que encabezó la investigación, por la que fueron detenidos a mediados de enero de 2019 tanto Rafael como su hijo José Enrique, al que presuntamente también se ve en el mismo vídeo disparando una pistola, hechos por lo que será juzgado aparte en las próximas semanas.
Tanto los agentes del Grupo de Homicidios como de la Policía Científica (expertos en balística) han coincidido en señalar que el arma que se ve en el vídeo era, «sin duda», un subfusil de tipo 'Ingram', un arma de guerra «muy peligrosa que no se puede tener en España». Los agentes también han apuntado que el autor de los disparos fue en las dos escenas, a su juicio, Rafael R. L., y han concretado que la ropa coincidía, ya que en el primera escena no se ve el rostro del tirador. Sí en la segunda. Y así lo ha reconocido el propio Rafael.
Los agentes han recordado este martes cómo en los primeros días de aquel mes de enero de 2019 llegaron a recoger un sinfín de vainas y cartuchos de fuego real que fueron disparados desde distintos puntos de la ciudad y que fueron a parar, entre otros, al entorno del Hospital Clínico. Los agentes, eso sí, han reconocido que no se pudo identificar la procedencia de aquellas «balas perdidas», aunque sí han apuntado que algunas de ellas, de nueve milímetros, eran compatibles con el subfusil utilizado en Las Viudas.
La fiscal, por su parte, ha mantenido su petición de diez años de prisión para el acusado por la posesión y uso del citado arma de guerra, que nunca fue recuperado. «El acusado estaba fuera de lugar y desubicado temporalmente, ya que esto no es Estados Unidos ni el salvaje oeste y aquí en España no se puede ir tirando tiros por la calle», ha espetado la representante del Ministerio Público antes de explicar que solicita la máxima pena para Rafael dada su condición de reincidente.
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El abogado del monchín, por su parte, ha pedido la libre absolución del acusado después de arrojar dudas sobre los indicios contra su cliente y sobre que el arma fuera real. Los expertos en balística, en este sentido, han coincidido en que el arma utilizada en los vídeos era real y han concretado que así lo demuestran, en su opinión como peritos, «el retroceso del arma, el fogonazo, el ruido y una vaina que se ve salir y caer sobre el alféizar de la ventana».
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