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No es solo que cumpla años –en este caso medio siglo nada menos–, sino que lo hace en su momento más dulce: con la producción a toda máquina y los resultados, mejor que nunca. En una época en que la esperanza media de vida ... de una empresa no llega a doce años, Lingotes Especiales se alza como una 'rara avis' excepcional. Una industria en pleno paisaje agrario, una empresa local que vende a los gigantes mundiales de la automoción, capaz de exportar su concepto a la India, la única de Valladolid que cotiza en Bolsa. Una empresa que el 20 de julio sopla sus primeras 50 velas. Y si Lingotes constituye una excepción a la regla su presidente, directamente, las rompe todas. Vicente Garrido Capa (Medina de Rioseco, 1932) se mantiene en plena forma, también cuando toca aportar una visión de la realidad apartada de los tópicos y las ideas monocordes que imperan a diestra y siniestra.
–¿Cómo mantiene la ilusión?
–Con apoyo de todos los que están a mi alrededor. Una persona sola pocas cosas puede hacer... a no ser que sea pintor y, aun así, necesita alguien que le haga el marco. Pero una actuación empresarial necesita muchos apoyos;al principio menos porque nosotros empezamos de forma muy modesta, con unos pocos titulados y otros pocos operarios. Luego, a medida que hemos ido creciendo también lo ha hecho la estructura, por así decirlo.De hacer 1.900 toneladas al año a hacer cien mil. Yo solo llevo la batuta de un equipo al que llegan las ideas de los demás para colarlas, reducirlas o ampliarlas y ponerlas en práctica.
–En los inicios, ¿soñaba llegar al día de hoy y de esta manera?
–Posiblemente, no. Una vez hicimos un curso de dirección de empresas con José María Sagarra, profesor del IESE. Yo había aprendido de los americanos a llevar un control presupuestario minucioso y a ser muy prudente. Le enseñamos la fábrica y cuando entramos en el despachito que tenemos allí me dijo: Vicente, estás pecando por omisión. A mí me parecía un lugar muy decente, pero con el tiempo he pensado que acertó, porque ya entonces éramos más de lo que creíamos. Pero siempre he preferido ir poco a poco, sin dar saltos grandes que te puedan pasar factura.
El 20 de julio de 1968, con un capital de 25,7 millones de pesetas, se constituyó la sociedad Lingotes Especiales. Su primer consejo de administración lo componían Eduardo Martín Alonso, como presidente; José Luis Mosquera Pérez, como vicepresidente; Vicente Garrido Capa, como consejero delegado; Francisco Galindo Martín, en calidad de consejero secretario, y los consejeros vocales Eloy Caro Rodríguez, Didio Cuadrado García, Jaime Marina Díez, José Oliveri Rueda y Juan José Villegas Lozano. «La empresa ya había dado el paso definitivo –cuenta Garrido Capa en su libro '50 años, Historia y Evolución de una idea'–. Estábamos ilusionados, sabíamos que no podíamos fallar. Nos costó ahormar el proyecto porque era de envergadura. Pero mirar para atrás ya no iba a ser una solución para nosotros».
En 1989, la empresa salió a cotizar a Bolsa y en 1997 vio la luz su filial Brailing, de mecanizado de piezas, que en 2002 cambió su denominación a Frenos y Conjuntos. El 'nasciturus' arrancó con una plantilla de seis personas y una producción de 1.29o toneladas. Hoy son más de 600 y se acercan a las 100.000 tn.
–¿Mucha modestia y la ambición justa son las claves del éxito?
–Empezamos desde muy abajo. Cualquier cosa que conseguíamos en los primeros años nos parecía un gran logro. Exportar nos parecía un imposible. ¡Cómo vamos a ir nosotros a Coventry! Con lo lejos que está. ¿Quién va? ¿Quién habla inglés? Pero había que ir y fuimos. Ahora todo el mundo habla de crecer, crecer y crecer. Yo prefieron hacerlo con moderación, con el pie en el suelo, cuando la situación lo permite. Hemos visto crecimiento monstruosos a base de deuda que han llevado a la desaparición. Nunca he visto bien un endeudamiento con un riesgo que no sea medido. Que si la cosa va mal, no nos arruine, que podamos seguir adelante apretándonos el cinturón. Ysi va bien, pues subimos para arriba.
–¿Recuerda los momentos más duros?¿Quizá algún error?
–Aparte de las crisis económicas conocidas, la del 81 y la del 93, luego las financieras... también hemos tenido nuestras minicrisis. Un cliente que te deja, un competidor que te quita otro. Hemos pasado momentos muy críticos. En esta última crisis pasamos, de un año a otro, de tener pedidos por 80.000 toneladas a 40.000. Ysobrevivimos. Haciendo números y cambios y cosas.
–¿Cuál es esa espinita que lleva clavada, esa vez que cambiaría si pudiera volver atrás?
–En lo fundamental, nada. Hombre, ha habido que tomar decisiones personales que me costaron, pero que eran necesarias y se tomaron. Yen algún que otro caso no tuve apoyos suficientes como para tomar otras que yo veía claras y no se tomaron. Algo siempre queda, pero hoy estamos aquí y es lo que importa.
–¿Alguna vez ha tenido tentaciones de vender su parte y hacer caja, como ha sucedido con algunas de las grandes empresas de por aquí?
–Nunca. Al revés. Le he dedicado mi vida desde los 37 años y jamás lo he pensado. Cuando estábamos a punto de salir a Bolsa vino un intermediario y nos preguntó si queríamos vender la sociedad. Le explicamos que lo que queríamos era tener más socios, ofrecer una imagen y unas garantías a nuestros clientes. Tenemos unos clientes que son gigantes del automóvil, Peugeot, Renault, Ford, Volkswagen... unas potencias que controlan la economía mundial. Estando en Bolsa les aseguramos que no somos un tallercito de barrio, sin ofender a nadie, sino que tenemos una estructura, que tenemos apoyos financieros, tecnológicos, que estamos en contacto con centros de investigación, que nosotros mismos también investigamos. Esa imagen de seriedad, seguridad y solidez industrial es algo que tienes que darle a esos clientes. Lógicamente, luego tienes que darles un buen producto, o te lo devuelven. Después, en el otro lado, también le ofrecemos lo mismo a nuestros accionistas, entre los que hay algunos de los grandes fondos de inversión. Ellos leen que ha explosionado un horno y que ha salido por el tejado (como sucedió el pasado día 2) y vienen a verlo y les enseñamos que la producción sigue igual, que la fábrica funciona y que gracias a Dios no ha pasado nada.
–«Por buena que sea una idea, si no se lleva a la práctica no sirve para nada», dice usted en su libro. ¿Cree que sucede con muchas?
–Sinceramente, creo que no sucede con tantas. Puede haber alguna, sobre todo por alguna falta del realizador de la idea. Porque no encuentra medios económicos, como motivo principal. Opor no contar con equipo humano. Ahora alguien puede tener una ideíta y coger el chismito este (señala su móvil) y la saca sin que le hagan falta más que los quinientos euros que le ha costado. Es fenomenal. Pero si la idea implica hacer una planta en el polígono de San Cristóbal, si necesita mecánicos y electricistas, entonces hay que encontrar a quien venderle la seguridad de que puede salir bien y eso es algo que nadie tiene. Alguien tiene que poner los medios financieros y su falta es lo que puede hacer que alguna idea no salga.
–Ahora, ¿más fácil o más difícilmente que cuando tuvo usted la de Lingotes?
–La época es totalmente diferente. Una idea industrial fuerte, ahora, es más difícil que salga. Lo veo casi imposible porque estamos en unos grados de competencia tecnológica y unidades mínimas de fabricación que requieren inversiones muy grandes.
–¿Difícil en Valladolid, en Castilla, en España, en cualquier sitio...?
–Hablo como característica mundial. Nosotros hemos abierto hace poco una planta en la India, pero no hemos llevado la idea, sino la realidad. Hemos trasvasado la garantía de que esto existe y se hace así. Pero no hemos ido con papeles, sino con hechos. En nuestra región lo veo muy difícil. Ahora dicen que hay que industrializar Castilla y León, una pelea que algunos venimos teniendo desde el año 76.
–¿Industrializar o reindustrializar?
–Reindustrializar, que es el término que usa el presidente (Herrera), no. Aquí industria no hemos tenido nunca. Hace cien años, ¿qué había aquí? Una fábrica de harinas, un taller de fundición y otro de maquinaria agrícola. Hace bastantes años que desaparecieron. Ahora, ¿quién va a venir? No sé.
«Suele decirse que tenemos la juventud mejor preparada de la historia de España –reflexiona Vicente Garrido– y cuando leí a Gerardo Gutiérrez negarlo en El Norte le llamé para felicitarle. Ni muchísimo menos. Conservo el programa de mi Bachillerato y sabíamos quién era Schopenhauer sin preguntar en qué equipo jugaba. Dicho lo cual, hay gente muy buena a quienes Valladolid no tiene trabajo que darles. Tengo cinco nietos que trabajan en Madrid. También es cierto que Madrid es un agujero negro que lo absorbe todo».
–¿Cree que la inmigración puede ser solución al problema que tiene Castilla y León con la población?
–Poca. Un gran porcentaje de ellos tienen poca cualificación. Solucionan el problema de acompañamiento de personas mayores y vienen al sector servicios. Pero eso no da PIB.
–¿La baja natalidad tiene arreglo?
–No lo tiene. Trabajo y natalidad son incompatibles. Ydar facilidades lo hace más incompatible, aunque sea una barbaridad. Nos guste o no, es así. Como dicen los LGTBI, la realidad ha cambiado. Mi mujer y yo nos casamos a los 23 y 27 años. Mis hijos tuvieron a sus hijos un poco mayores y mis nietos, más aún. Las ayudas a la natalidad no sirven, hay que asumirlo.
–¿Le interesan las redes sociales?
–Tengo WhatsApp y lo uso a diario. Pero, ¿Facebook? ¿Para leer cómo una señora anuncia que va al Campillo a comprar paraguayas? Sinceramente me parece una chorrada.
–Pero también sirve para manipular y ganar elecciones.
–Y para enterarse de que estás en Continente y la casa está vacía.
–Donald Trump y demás populistas capaces de seducir a millones, ¿le preocupan?
–Son un signo de los tiempos que no va a desaparecer. En cada sitio con sus características. Pablo Iglesias no tiene nada que ver con Trump, pero van paralelos y producen los mismos efectos. Ahí está Italia, que es el colmo:la extrema izquierda y derecha aliadas.
–Que obliguen a la gente a jubilarse a los 67 años, ¿qué le parece?
–¿Por mucho o por poco? Tengo 86 y sigo cotizando, 61 años ya. Pero yo la cabeza la tengo bien;si tuviera que estar con la carretilla no podría. Digamos que lo de los 67 me parece bien, con sus excepciones.
–Y los «aparatitos» digitales esos de los que habla, ¿los ve como un método para situar a la comunidad en la vanguardia?
–Eso crea pocos puestos de trabajo. Dos o tres dándole a la tecla lo hacen todo. Lo que crea empleo son las industrias, tan perseguidas por todos los lados. Que si Lingotes ha explosionado, que si manda humo a la calle... Pues si mandamos humos, ya los quitaremos. Ojalá hubiera noventa Lingotes, o doscientos. Allí donde los hay están más adelantados que nosotros. Aquí lo que tenemos son más problemas y más requerimientos de permisos que en otras regiones y por eso vamos por detrás. La contaminación es la muerte, dicen, pero no sé de quién porque la esperanza de vida ahora, incluida la mía, es mayor que nunca. Por supuesto que debe procurarse cuidar el medio ambiente, pero tampoco podemos cerrarlo todo y vivir de cazar gamusinos en el bosque. En Somalia tienen un aire purísimo, pero por desgracia se mueren de hambre.
–Y lo de impartir en la escuela asignaturas como 'emprendimiento', ¿lo ve útil?
–A los promotores no los puede formar el Estado, como si fueran jueces. Nacen de un clima en el que hay movimiento, en el que se habla de fábricas, de lo que ha hecho fulano, o de que el otro tiene una hormigonera... Nacen allí donde hay un ambiente propicio, no entre un grupo de gente mientras ve un partido de fútbol.
–Y Lingotes Especiales, ¿es ya 4.0?
–No solo en Lingotes, sino también en Frenos [la filial de mecanizados, Frenos y Conjuntos] la robotización está a la superúltima. Eso de que los robots quitan mano de obra es una cretinez que solo puede decir una persona sin idea del asunto. Harán el trabajo que pueda hacer una máquina. El operario tiene que hacer el trabajo de una persona, que es utilizar la cabeza. El robot quita el trabajo que se hace con las manos, afortunadamente. Ycrea otro: el de programar y cuidar al robot. Es una bobada más de las que se dicen ahora, como la de los motores diesel y el agujero de ozono. Barbaridades técnicas que demuestran una ignorancia supina y que no desmiente nadie porque estamos en el reino de los tontos.
–Es conocido su desdén por «la participación de los organismos oficiales» en la iniciativa empresarial, algo a lo que esos organismos no parecen dispuestos a renunciar. Cada vez son más voluminosos los catálogos de ayudas, subvención, créditos bonificados, lanzaderas...
–Todos sabemos que hay en Valladolid empresas a las que han ayudado económicamente mucho. A nosotros no ha sido así y no me importa. Los organismos creo que tienen que organizar, administrar, vigilar y, sobre todo, facilitar, la instalación de quien sea. Eso es lo que tienen que hacer. Dar dinero, subvenciones, recalificaciones y demás cosas que sabemos que se han hecho y que han han hecho a algunos muy ricos, creo que no deberían. El dinero público debe ser para la sanidad, la educación y las pensiones. Pero no para hacer la competencia, como a veces pasa.
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