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Ligado al Río Hortega desde 2011 como director médico y, desde 2018, como gerente, José Miguel García Vela ha conducido la gran, acelerada e inusual ... reforma interna del hospital de la Zona Oeste de Salud de Valladolid para dar respuesta a una alta demanda que ha llevado a este centro a tener que responder ante una de las más altas ocupaciones de la región que aún supera la dotación habitual de camas.
–El Río Hortega ha sido, y aún es, uno de los hospitales con más alta ocupación durante la pandemia. ¿Llegó al colapso o a dificultades para los ingresos?
–Efectivamente, pero también es porque los datos tienen una actualización informática, que tal cual la recibe Sacyl, y que contabiliza incluso camas cerradas; pero siempre hemos tenido un alto índice de ocupación. Ahora del 80% en planta y del 75% en UCI. Sobre todo nos preocupó en Críticos; lo que hizo que nos extendiéramos a todos los quirófanos. Llegamos a tener 53 pacientes en el pico máximo de la pandemia, por eso buscamos también apoyos fuera. La colaboración con los privados, Sagrado Corazón y el Campo Grande de Recoletas, fue fundamental, se encargaron de la cirugía no demorable de pacientes sin covid.
–Estuvieron ajustados, también derivaron pacientes de planta.
–El plan de escalada estaba preparado y contemplaba cada paso a seguir según aumentaba la ocupación. Estaba muy medido qué hacer... y mandamos pacientes al Hospital Benito Menni. Siempre teníamos un colchón para evitar tener problemas serios si la pandemia evolucionaba difícil y con el peor escenario.
–Si no fueron las camas, ¿cuál fue entonces el mayor problema?, ¿el personal?, ¿los epis?
–El mayor fue el de contar con profesionales preparados para ese volumen de pacientes de atención intensiva, con un virus nuevo y con la especificidad de los cuidados de críticos. Enfermería básicamente, cuyo trabajo es fundamental. Entonces muchos se formaron en vivo y en directo y ahora seguimos con la cualificación. En cuanto a los médicos fue un trabajo conjunto de internistas y anestesistas y el equipo funcionó muy bien. La disposición de todo el personal ha sido excepcional.
–Y los equipos de protección individual (epis), ¿han escaseado?
–En ningún momento faltaron epis; pero ahora, obviamente, estamos mucho mejor. Hubo problemas de suministro y fallos de abastecimiento a nivel mundial. Actualmente, en las naves hay un buen almacenamiento.
–La escalada fue más rápida de lo previsto, fue vertiginosa...
–Nosotros nos adelantamos algo; con aquel primer caso que luego fue negativo de la mujer china, enseguida el del ingeniero iraní... Ya desde enero comenzamos a trabajar en el plan de respuesta. Nunca he vivido una sesión clínica como aquella, a las 8:00 de la mañana, más de doscientos profesionales en el salón de actos que era donde más se cabía, otro centenar fuera. Impresionante. Fue una sesión preventiva conducida por el director médico, con Preventiva y Microbiología e Inmunología... muchísimos profesionales interesados, muchos nervios también.
–El presidente del Colegio de Médicos de Segovia, Enrique Guilabert, se quejaba de la falta de colaboración entre hospitales.
–Ni una sola vez hemos rechazado un ingreso de Segovia, hemos admitido cada demanda y, desde enero, ha habido en el Río Hortega 174 hospitalizados de Segovia y, desde marzo a junio, 99 pacientes y el 15% de la actividad de UCI fue también para esta provincia. De 87 críticos, 13 fueron de Segovia. Creo que las cifras hablan por sí solas.
–Ahora ¿cómo está preparado, y dividido el hospital?
–Ahora tenemos toda una planta con 37 camas para casos de covid o sospecha por síntomas compatibles con el coronavirus y otra de 23 habitaciones individuales por si hicieran falta; pero siempre en la misma línea de trabajo, de abrir bloques según necesidades y evolución.
–Y ¿qué reserva hay de UCI?
–Nuestra UCI es como doble, tiene dos sectores, uno para covid y el otro para el resto. Esta semana ya solo nos quedabann dos pacientes de la pandemia que, en realidad, ya no son covid porque han dado negativo; pero llevaban mucho tiempo por complicaciones.
–¿Hasta qué punto ha recuperado la actividad el Río Hortega?, ¿Ha generado la pandemia mucha lista de espera?
–En cirugía estamos trabajando al 100%. Durante la pandemia se externalizó a los hospitales privados un buen número de intervenciones quirúrgicas. Esto permitió que no se acumularan operaciones pendientes. Hay algunos pacientes que esperarán algo más de lo normal; pero poco. En consultas y pruebas, aunque con limitaciones, se mantuvo la actividad y ahora mismo ya hemos recuperado en torno al 75% de la actividad.
–Y los pacientes con citas señaladas antes de la pandemia, ¿siguen en vigor estas consultas?,
–Se han revisado todas las citas, algunas reprogramado, otras resuelto por teléfono... puede haber fallos porque hay mucho movimiento y estamos reconduciendo todo esto y, si no hay modificaciones, las citas son válidas.
–¿Da por cerrado el brote?
–Está cerrado del todo. Ha sido un ejemplo de buen trabajo a pesar de lo que conlleva rastrear desde un caso a múltiples personas, aislando, descartando o confirmando desde el Servicio de Medicina Preventiva con la Dirección de Salud Pública y en coordinación con AtenciónPrimaria. La mayoría fueron asintomáticos y estaban aislados. Quedó demostrado que siempre fuimos por delante del tema.
–Y ¿se ha podido concretar quien contagió a la paciente que estaba en planta no covid?
–No, no lo hemos podido saber. Es muy difícil determinar eso sin un estudio de cepas del virus. Fue una mujer mayor que había estado en el hospital por otras causas y dado una PCR negativa anteriormente y estuvo más de diez días ingresada. Ya está dada de alta.
–No es descartable que haya más brotes.
–En absoluto es descartable. Todo lo contrario. El hospital tiene riesgos que se acumulan más en este ámbito. Lo importante es la detección precoz y la intervención para atajar los riesgos, aislar, realizar pruebas... contenerlo que sean brotes y no transmisión comunitaria como terminó por ocurrir la primera vez. Pero es lógico que, donde tienes enfermos agudos, exista el problema de que el virus está más armado, es más potente. Los casos son mayores relacionados con centros sanitarios, la clave de contenerlos e ir por delante y hacer bien el seguimiento.
–¿Qué opina el gerente de un hospital cuando se valora celebrar o no fiestas o ve llenas las calles?
–El personal aquí lo llama 'el síndrome de las terrazas'. Observas a la gente en las terrazas de los bares, sin distancias, sin mascarillas, sin prudencia... y piensas 'el contagio del covid está servido. Asusta realmente'. Es fundamental inculcar la necesidad de la distancia, del uso adecuado de mascarillas y de la higiene de manos y es difícil. Asusta ver que no se cumple bien y que podemos volver a temblar.
–¿Se prohibió en la Zona Oeste de Salud ingresar a los mayores de las residencias?
–En ningún momento. No hubo ningún tipo de restricción al respecto. El que requirió hospitalización la tuvo, trabajamos muy bien.
–¿Qué resultados ha dado el plan de humanización?
–Es muy complicado con una pandemia que exige distancia, poco tránsito de personas... pero lo pusimos en marcha con voluntarios, la mayoría fisioterapeutas, coordinados por la responsable de Caridad. Sobre todo se trataba de tener informada a la familia, establecer un sistema de comunicación en cada planta y personalizar la atención. Pero fue un tema muy intenso, muy difícil. Los pacientes morían sin sus familiares cerca y somos españoles, necesitamos vivir el duelo, despedirnos.
–¿La pandemia ha congelado el futuro inmediato de nuevos proyectos?
–Bueno, han estado en el armario; pero ahora han empezado a salir y aunque la pandemia sigue siendo la prioridad, el hospital recuperará proyectos.
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