Drenan el estanque de Campo Grande de Valladolid para limpiarlo a fondo

El Campo Grande de Valladolid experimenta una limpieza a fondo: el lunes comenzaron los trabajos de vaciado del estanque, que acabaron ayer y prosiguen ahora por el canal, también drenado para su limpieza. Por ahora, la piscina de agua aparece vacía casi en su totalidad, con la excepción de unas zonas con algo de profundidad en las que, como en otras ocasiones, nadan frenéticamente los peces o alrededor de las que pasea algún pato. El particular 'lago' del parque se acondiciona cada dos años, mientras que los canales reciben este tratamiento cada cuatro.

Cuentan los operarios que, al limpiar el estanque, se han encontrado «gafas y una moneda china», además de algunas otras monedas más corrientes. Poco de qué preocuparse, salvo para aquellos que se inclinen sobre el agua y puedan perder sus lentes. Christian y Jesús, de la empresa encargada de la limpieza, Socamex, comentan que las mayores dificultades en esta época del año son las ramas y las hojas, que retiran para que no atasquen la maquinaria.

El parque, durante la mañana del jueves, se ha transformado en territorio en el que los protagonistas son nietos y abuelos, que campan por los caminos del pulmón de la ciudad como líderes indiscutibles. No obstante, también algunas parejas y familias enteras disfrutan de la cálida mañana otoñal en anticipación ya del puente de Todos los Santos.

Leo, de tres años, reconoce tímidamente con una sonrisilla que a él le gusta más el estanque vacío. «Porque se ven mejor las tortugas», añade, y cuenta que le gustan mucho. Las tortugas y los 'peces luna'. Aquí los peces colean entre dos rectángulos de agua, taquicárdicos y hasta de lado con tal de intentar superar sus límites. Ellos no comprenden por qué se les ha quedado tan pequeño el espacio de repente, y sus plateados lomos y chapoteos provocan los gritos de los pequeños, que los señalan desde la orilla. Algunos patos indolentes y despreocupados hacen guardia y, efectivamente, se hacen más visibles las tortugas, que toman el sol.

Una familia de Ávila ha aprovechado para ir de excursión. Tres generaciones se acercan al estanque vacío: Lourdes es la abuela de Elena (13), Alicia (15) y Rodrigo, que tiene siete años. En este caso les acompaña otra Elena, la madre de los tres y generación bisagra entre ellos y la abuela. «Nos da una tristeza enorme, es muy raro ver un lago sin agua», reconocen abuela y nietas. Rodrigo es feliz mientras pueda aprovechar para fotografiar ardillas. También Raquel, una niña de 8 años que pasea con su abuelo Quito, se decanta por las ardillas frente a animales más acuáticos.

Muchos niños corretean en el extremo más transitado, del que salían los paseos en barca del 'Catarro'. A ellos rinde homenaje la 'escoba de la bruja', que se mece entre las hojas rojizas y amarillentas, aún en su puesto y sin importar si hay estanque o no a sus pies. De vuelta al camino, la pequeña Marta también se da cuenta de que «no hay 'abua' para patos». Gesticula y se esfuerza en contarlo todo con tan solo dos años. Entre su abuela y ella explican que les gusta venir a menudo para dar cacahuetes a las ardillas. Marta se ríe y habla bajito, como si confesara un secreto.

Apenas a unos cientos de metros, los camiones y los trabajadores se afanan para achicar el agua de todo el canal, del que ahora se ve claramente el fondo de tierra y losetas. Pronto los peces, las ocas y los patos tendrán el estanque lleno y limpio, para alegría de todos los que estos días lo extrañan. Y Leo, con un poco de suerte, podrá ver a alguna tortuga a nado antes de que a ella le dé por hibernar.