Secciones
Servicios
Destacamos
Miércoles, 28 de agosto 2019, 06:57
Preocupa a los actuales pensionistas, inquieta a quienes se encuentran más o menos próximos a la jubilación y causa sudores fríos entre los trabajadores más noveles. Pero no se detiene ahí, sino que el futuro del sistema público de pensiones también es capaz de ocupar el tiempo de gente tan joven que aún no ha terminado la etapa escolar. A Pablo Contreras le faltan aún seis o siete años para entrar en el mercado laboral, pero el problema de la sostenibilidad de la Seguridad Social no le resulta ajeno en absoluto. Le interesa tanto que le ha hecho un hueco entre sus aficiones, que no solo de baloncesto y videojuegos viven los jóvenes y un verano sin cole da para mucho.
No cabe duda de que a este estudiante de 17 años, que va a comenzar 2º de Bachillerato en el Colegio San José, las cuestiones de actualidad no se le escapan y los números no se le resisten. Ha llenado un puñado de folios (9) con progresiones estadísticas y fórmulas matemáticas y le ha salido «un pequeño estudio sobre un modelo de pensiones basado en la capitalización, así como la forma de implantarlo en España, paso a paso». Convencido de la viabilidad y de las ventajas de su modelo, lo ha metido en un carta y se lo ha enviado al presidente del Gobierno. Ojo con Pablo, que no es la primera misiva que dirige a Pedro Sánchez, quien ya le contestó la anterior.
«Me gusta estar informado y me interesan en particular los asuntos relacionados con la economía y el medio ambiente -explica-. La otra carta trataba sobre esta última cuestión y en ella le expresaba mis preocupaciones y mis ideas. El Gabinete de Presidencia del Gobierno me respondió y adjuntó un documento muy técnico con todas las medidas adoptadas en España para la transición ecológica y la preservación del medio ambiente».
La solución propuesta por Pablo (que de mayor no se plantea ser director general de la Seguridad Social, sino ingeniero aeroespacial) está inspirada en el modelo de capitalización individual que funciona en países como Chile, «en el que cada persona genera su propia pensión mediante aportaciones a un fondo público». «Los pensionistas no dependerían así de la existencia de una alta tasa de natalidad para cobrar sus pensiones -detalla- y participarían en un sistema que es totalmente transparente, pues cada trabajador puede ver mes a mes lo que tiene depositado en su cuenta». Eso sí, según sus cálculos es precisa una aportación mensual mínima de 253,09 euros (en 14 ingresos) para generar una pensión de 600 euros. «A partir de ahí, se pueden elevar la cuantía según lo que se quiera cobrar en el futuro».
Otras ventajas del modelo son que permite al Estado disponer del dinero del fondo «para incentivar la economía o reinvertirlo en deuda pública» y que «al eliminar las cotizaciones sociales (se mantendrían las de empleo formación), se abarataría la contratación y se generarían nuevos puestos de trabajo».
Pablo trata de no dejar cabos sueltos en su propuesta, que acompaña con cálculos de lo que le costaría al Estado sufragar la totalidad de las pensiones de los actuales jubilados (98.397 millones de euros durante diez años), así como el reembolso a los trabajadores en activo de lo que han generado con sus cotizaciones a lo largo de su vida laboral (123.372 millones durante 24 años). Para financiar la transición al nuevo modelo, sugiere la creación de un impuesto sobre el patrimonio que denomina 'para la sostenibilidad de las pensiones', «progresivo y con escalones proporcionales al IRPF».
Aficionado a conectarse a Youtube para seguir canales informativo-divulgativos como Visual Politics y a juegos de estrategia con fundamentos económicos, Pablo dice tener claro que «el sistema actual, basado en la solidaridad, no es sostenible». «No hay más que ver la pirámide de población, del todo invertida con respecto a cómo debería ser», señala. Su claridad de ideas incluye su dosis de pesimismo-realismo: «Para lograr que se incremente la natalidad son necesarios unos incentivos financieros tan elevados que es algo prácticamente inviable».
El gusto que él le tiene a las ciencias y los números no quita para que piense que «la educación obligatoria actual no presta la atención que merecen las cuestiones artísticas, filosóficas y humanísticas». En su caso, la idea de empaparse los diferentes sistemas existentes para pagar las pensiones en los países desarrollados se le ocurrió en la asignatura de Economía, a instancias de las propuestas del profesor, Roberto Otero. «Su clase es un ejemplo de lo que creo que debería abundar más en los colegios: enseñar a pensar por uno mismo y a tener una mente crítica».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.