Secciones
Servicios
Destacamos
Está claro que el fútbol levanta pasiones. También en los patios escolares. Este deporte, que congrega a millones de aficionados en estadios y frente a las pantallas, es también el rey de los recreos. Los gritos de gol y las disputas acaloradas por las faltas ... o los balonazos resuenan desde todos los rincones de los patios escolares. Sin embargo, aunque este deporte es una gran fuente de diversión, tanta afición en muchos casos se ha convertido en todo un reto logístico y disciplinario para los profesores y equipos directivos. Cada vez son más los centros educativos que optan por implementar normativas específicas para evitar los conflictos que puede generar este juego y fomentar así una mejor convivencia entre los alumnos.
El Norte de Castilla ha consultado con una treintena de colegios de Valladolid y provincia cómo regulan el juego en sus respectivos patios. Muchos han instaurado una regla básica: solo balones blandos. Esto reduce considerablemente el riesgo de golpes accidentales, sobre todo entre los más pequeños. Aunque algunos estudiantes consideran que estas pelotas restan emoción al juego, para los claustros, la seguridad es algo prioritario. Así está estipulado, por ejemplo, en los colegios Lourdes y en el Jesús y María. «Llevamos diez cursos con esta norma. Al principio a los niños no les gustó, pero ahora lo tienen asumido. Con ello han disminuido los conflictos y los accidentes y, por tanto, ha mejorado la convivencia», indica Domingo Cano, director del colegio carmelita.
Colegios como Cristo Rey, optan por celebrar un recreo a la semana libre de balones y con actividades alternativas. En el colegio La Milagrosa y Santa Florentina, son varios días a la semana los que se permite jugar al fútbol, que es una opción popular entre el alumnado. Sin embargo, el resto de los días, se fomenta el uso de alternativas de juego como el vóley, el bádminton, la comba, el escondite y otras actividades recreativas. De esta manera, se busca que el alumnado explore distintas formas de entretenimiento y ejercicio. «Se ha observado que el fútbol continuado genera con frecuencia conflictos entre el alumnado, algo que se reduce significativamente al incorporar otras actividades y deportes, lo que contribuye a un ambiente de recreo más armonioso y enriquecedor para todos», apunta la directora pedagógica de este colegio.
El equipo directivo del colegio Huelgas Reales ha elegido el viernes como «el día sin balón». También tienen un área del patio delimitada como 'zona libre de balones'. «El fútbol genera muchos conflictos, pero a los niños les encanta y les ayuda a socializar, por eso, no podemos prohibirlo. Lo que tenemos que hacer es educarles para que jueguen sin discutir», explica Mónica Sanz, profesora de este colegio.
Otra estrategia implementada en varios colegios es la rotación de las pistas de fútbol por días y cursos. Esto significa que, dependiendo del día de la semana, son los alumnos de un curso determinado, los que tienen derecho a jugar al fútbol en el recreo. Esta regulación tiene dos objetivos: evitar que los niños más pequeños se sientan excluidos y proporcionar espacio para que todos puedan disfrutar de otras actividades en el patio. Así, en el CEIP El Peral, tienen un calendario bien organizado que establece que cada día juega un nivel, lo mismo que el colegio Rafaela María, que según su proyecto «Patios Educativos» sólo pueden jugar al fútbol un día de la semana concreto, el viernes. «El resto de la semana apostamos por los juegos tradicionales, o juegos motrices para los niños de Primaria. También tenemos un día de juego libre. Los de secundaria organizan sus propios torneos de forma democrática entre los alumnos. Hay zonas delimitadas para vóley, baloncesto y fútbol», dice Lourdes Castro, su directora.
La mayoría de los docentes coinciden en que el fútbol levanta las mismas pasiones que tensiones entre los estudiantes. Las discusiones sobre las reglas, las faltas, los balones encajados y la formación de equipos son recurrentes. «De cada cinco disputas en el patio, tres son a consecuencia del fútbol», comenta Goyo Pérez, director del CEIP Ponce de León, donde sólo tienen un campo con porterías. «Tenemos un calendario y cada día juega un curso, excepto 1º y 2º de Primaria que juegan juntos. Lo hacemos así porque si no, los mayores nunca dejarían jugar a los más pequeños», prosigue.
En el colegio San Agustín hay tres recreos y los campos de fútbol y baloncesto están repartidos entre los diferentes grupos. «Para que no se despisten no permitimos a los niños subir los balones al aula. Cada vez que quieren jugar lo tienen que pedir en la oficina de secundaria y luego lo tienen que devolver», señala el director de este centro educativo, Roberto Vaquero. En el colegio El Carmen se organizan torneos de ESO y Bachillerato y reconocen que a veces se producen «algunos enfrentamientos».
En el CEIP Elvira Lindo de Arroyo de la Encomienda han delimitado el patio de forma que los más futboleros sólo pueden jugar al fútbol en la pista destinada a ello y siempre siguiendo unas reglas. «Cada grupo puede hacer uso de media pista teniendo en cuenta un horario establecido. Así, por ejemplo, los lunes la utilizan los niños de 1º y 2º de primaria. Fuera de la pista está prohibido jugar al fútbol, aunque sí que pueden usar balones para jugar a datchball, a sangre o a puntos… Así fomentamos otros entretenimientos. Además, en el suelo del patio tienen pintados juegos alternativos tradicionales, como la tanga o la rayuela», explica Sonia Herrero, su directora. Más de lo mismo ocurre en el colegio Santa Teresa de Jesús, donde tienen un patio específico sólo para jugar al fútbol.
Otros, en cambio, como el Divina Providencia de Tordesillas optan por sortear los campos para que no jueguen todos a la vez y evitar así los conflictos. En este mismo municipio, en el CEIP Pedro I disponen de tres grandes pistas con porterías que van rotando por curso. «Cada curso juega un día a la semana y el resto de los días les ofrecemos diferentes alternativas deportivas y lúdicas», subraya Juan José Esteban, su director. En el Sagrado Corazón-La Anunciata también tienen un sistema de rotación de zonas y campos. Cada curso sólo puede jugar al fútbol una semana al mes. El resto del tiempo practican otros juegos o deportes. «Prohibir sin dar la oportunidad de demostrar lo que pueden hacer de forma adecuada es contraproducente. El fútbol es un deporte más y hay que permitirles jugar, pero evitando que los niños solo centren sus interese en él», opina María Repiso, orientadora de este colegio.
Muchos colegios promueven la diversificación de juegos en los recreos con el objetivo de que los niños exploren otras formas de entretenimiento y desarrollen nuevas habilidades. Juegos como el baloncesto, el escondite, la comba o las carreras de relevos se fomentan como alternativas. Buen ejemplo de ello es el CEIP Parque Alameda. «Cada clase tiene asignado un día de futbol a la semana y los martes y jueves los niños juegan con la 'Patioteca', que es un carro que hemos construido los profesores, y que transporta libros, juegos de mesa y de intelecto. También hay cuerdas, palas y pelotas a disposición de todos los niños», dice Gabriel Rodríguez su director.
Lo que está claro es que, aunque el fútbol puede ser un detonante de conflictos, también es una herramienta valiosa para fomentar la actividad física, el trabajo en equipo y el disfrute entre los niños. El reto está en encontrar el equilibrio adecuado para que todos los estudiantes puedan disfrutar del recreo, ya sea chutando a gol o explorando otras formas de juego.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.