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La Cistérniga
Jueves, 2 de mayo 2019, 09:08
Una hora. Ese fue el tiempo suficiente para que las llamas arrasaran con gran parte de uno de los pisos de un edificio ubicado en la calle Federico García Lorca de La Cistérniga. El fuego, desatado a las tres de la madrugada, obligó a desalojar ... a las cerca de cincuenta personas, entre ellas quince menores, que en ese momento se encontraban en el interior del bloque. Además, dos guardias civiles, un vecino y un bombero tuvieron que ser atendidos por inhalación de humo, aunque solo el último tuvo que ser trasladado al Hospital Río Hortega de la capital, donde recibió el alta a última hora de la mañana de este jueves.
Fue el vecino del piso contiguo, tras «más de una hora escuchando gritos», el que dio la voz de alarma. Minutos antes de las tres, alertó al 112 de que dos jóvenes estaban manteniendo una discusión. El Servicio de Emergencias derivó la llamada a la Guardia Civil y éstos, a su vez, a los Bomberos de Valladolid para que «derribaran la puerta». «En un primer momento nos dijeron que había sido un posible caso de violencia doméstica, pero antes de salir del parque nos volvieron a avisar para decirnos que salía mucho humo de la vivienda», aseveran fuentes de los bomberos. Para su sorpresa, cuando llegaron, en su interior no había nadie. Estaba vacío. Óscar, el inquilino del piso desde hace dos meses, había salido de la casa tras «una fuerte discusión» con otra joven.
Él se fue, pero ella se quedó dentro del piso. «Estábamos fuera esperando y llegó él. Estaba muy asustado. Nos dijo que una chica estaba dentro y solo preguntaba: ¿pero está muerta?», aseguran varios testigos. Por el momento se desconocen las causas del incendio. La Guardia Civil está investigando los hechos y el propietario del inmueble, José Miguel San Miguel, cree que fue «provocado». «Todo apunta que ha sido así, aunque habrá que esperar», añade.
Las frases
Óscar zurdo, vecino
leticia rodríguez, vecina
Entre tanto, los vecinos no sabían que pasaba. «Nadie» les dijo nada. «Nos mandaron desalojar muy rápido, no sabíamos que pasaba. Tampoco olía a humo, cómo nos lo íbamos a imaginar», subraya un vecino del tercero, Óscar Zurdo. Él, «por suerte», estaba «despierto» en ese momento. «Noté unos golpes tremendos, como que se estaba desprendiendo algo o que alguien estaba lanzando algo», afirma. «Me asusté mucho. Desperté a mi mujer, cogimos a nuestros hijos y salimos con lo puesto».
A otra vecina, Leticia Rodríguez, tampoco se le pasó por la cabeza que pudiera ser un incendio. De hecho, creía que les estaban «robando». «Empecé a escuchar mucho ruido y movimiento. Desperté a mi marido y ya fue cuando oímos algo de los bomberos». Entonces, recuerda, arropó a su bebé de cuatro meses y salieron fuera «a esperar». A pie de calle, mientras los adultos aguardaban «impacientes», la Guardia Civil repartió mantas para los niños y les metió en sus coches patrulla para que pudieran descansar. Una hora después, sobre las 04:15 horas, pudieron regresar a sus hogares.
A las tres y media de la madrugada de ayer, el propietario de la vivienda calcinada, José Miguel San Miguel, recibió la llamada de una antigua vecina, Amor, con la que tiene «buena relación». «En ese momento», recuerda, sabía que «algo no iba bien». «Nadie me llama a esas horas», reconoce. Pero lo que no se llegó a «imaginar» es que le iban a dar «la peor de las noticias». Su piso, en el que había vivido dos años y por el que había «invertido tanto», estaba ardiendo. En pocos minutos, las llamas devoraron la vivienda. «Estoy destrozado. La casa estaba nueva, con todos los muebles... Es que no hace ni cinco años desde que la compré», lamenta.
Por el momento, y a la espera de conocer las causas, recibir «noticias» de la Guardia Civil y «hablar con el seguro», prefiere no apresurarse ni «hablar sin saber». La «única realidad», dice, es que su piso está calcinado y no puede entrar, ya que está precintado. «Es cierto que todo apunta a que ha sido provocado, pero tampoco quiero hablar sin saber», añade. José Miguel compró el piso en 2014. Era su «capricho», y aunque le «encantaba» estar allí, se fue a vivir con sus padres «para ahorrar algo de dinero».
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