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Marina Frutos de Diego, en su granja de Aldea de San Miguel. José Castillo

Fresco, natural y del terreno vallisoletano

Treinta y dos productores en ecológico unen fuerzas para mejorar la distribución en la capital y la provincia y crean un obrador

J. Asua

Valladolid

Domingo, 14 de febrero 2021, 08:06

Un iPhone de última generación, por ejemplo, o hacer una cesta de la compra con viandas de primera calidad, naturales y que garantizan un hábito alimenticio saludable. «Cada uno tiene sus prioridades», reconoce Marina Frutos de Diego, aunque ella deja claras la suyas. En Aldea de San Miguel, esta veterinaria, que en 2015 se recicló obligada tras un despido y montó la granja en el pueblo del que su padre fue médico, anima a probar producto del terreno, criado con mimo y sin químicos de ningún tipo. Rodeada de 500 pollos que pastan felices en sus tierras, aunque ajenos a su futuro, ella dedica su tiempo al cuidado de este manjar, que llega desde una incubadora ecológica de la ciudad catalana de Reus con tan solo una jornada de vida para coger tamaño, al menos durante 81 días, en los campos vallisoletanos.

Los suyos son de la raza 'cuello pelado', Infiltran mejor la grasa y el sabor de su carne es pura maravilla. A veces también ha tenido 'coloriel', pero ella ya ha hecho su selección. Los más apuestan por el 'redbro', un pollo muy estilizado y de un color rojo intenso, pero que a esta experta no le termina de convencer. Al paladar ganan los suyos, según recalca sin dudas. El kilo de sus animales se vende a 9,50 en entero -alcanzan los cuatro de peso-, pero también se comercializa despiezado. Doscientos clientes ya son habituales de las aves que cuida Marina. Nada que ver con las criadas en intensivo y que se venden en supermercados. Los de esta ganadera de primera generación, con 42 años de edad, se alimentan a base de grano de cebada, guisante, maíz y soja, además de picotear lo que les apetezca, desde hierba a lombrices pasando por todo tipo de insectos, en la hectárea por la que campan a sus anchas, vigilados por su perra 'Tula'.

«Hacen lo que les da la gana, entran y salen cuando quieren, viven con luz natural, son libres», explica la propietaria de un corral donde, por el carácter agresivo de los machos, hay muchas riñas. «Son muy territoriales y pueden pelearse hasta la muerte», aclara la propietaria, quien aísla en un pequeño espacio a los pollos heridos en estas violentas trifulcas, que también forman parte de la naturaleza innata y salvaje de las aves. Les sienta mal la humedad y es importante voltearles las camas para que estén secas.

Mar San José y Fanny Diez, en el centro de acopio de Mercaolid. José Castillo

Distribución conjunta

Junto a otros 31 productores de ecológico, Marina trabaja para que la masa de potenciales clientes crezca. «O empezamos producir y consumir así o nos cargamos el planeta», acota. Lo hace desde VallaEcolid, una asociación que empuja para que los alimentos de la aldea vallisoletana ganen peso en la dieta de las familias. Importante para ello es ponérselo fácil. Verduras y frutas de la huerta local, lácteos, huevos, legumbres, carne, pastas, dulces... En la oferta hay de todo. Y todo sano. Sin pesticidas y otras fórmulas químicas que rompan con lo auténtico. «Hemos creado un canal de distribución común que sea más rentable para los productores; que no tengan que ser ellos los que afronten los repartos al cliente», explica Fanny Diez, gerente de esta entidad, que también cuenta con algunos socios de Zamora, Segovia o León. Lo hacen desde el centro de acopio abierto en Mercaolid. Desde allí se reparten las cestas a través de la Fundación Intras. Con una compra superior a los 50 euros, el envío es gratis. Si se baja de esa cantidad, los portes se sitúan en 5,80, un dinero que se destina a la integración de personas con problemas mentales. Ecología y solidaridad se dan la mano en esta iniciativa. El precio de una cesta completa para una semana, con fruta, verdura, carne y lácteos, para una familia de cuatro personas se puede situar en los 60 euros, según las estimaciones de la gerente.

¿Dónde hacer el pedido? A través del correo cestasvallaecolid@gmail.com se puede contactar con la entidad, que le enviará el amplio listado de productos. Se hace la selección, se reenvía y se paga en cuenta corriente para que en breve llegue a casa.

La Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Valladolid, encabezada por María Sánchez, tiene clara la apuesta, dentro de su estrategia alimentaria, por lo de aquí. Por la proximidad y por el alimento sin aditivos que le resten poder o los marquen para mal. En ese esfuerzo por potenciar lo ecológico ya se están dando pasos. Fundamental ha sido la organización, los segundos domingos de cada mes, del Ecomercado en la plaza de España de la capital, una cita que permite a los agricultores, ganaderos y elaboradores dar a conocer el fruto de su trabajo.

De teleoperadora a panadera

Y ahora se da un nuevo paso. Mar San José, teleoperadora hasta hoy, será una de las primeras en trabajar en el nuevo obrador comunitario que se ubicará en la misma nave del 'merca' vallisoletano. Cambiará la atención al cliente tecnológico por la elaboración de pastelería y repostería sin gluten. «Mi proyecto se llama Recrearte, soy celíaca y siempre he elaborado el pan que comía; ahora se trata de producirlo para otros, quiero llegar a tiendas especializadas, pero también al comercio normal, estoy muy ilusionada porque voy a emprender algo que me apasiona», explica. Junto a ella, ya hay otros que están esperando a que las obras se lleven a cabo. Una empresa de platos preparados veganos, otra de conservas de verduras... «La idea es que también los particulares puedan utilizar el obrador para transformar sus productos; tendrán que pagar una pequeña cantidad por el alquiler, pero saldrán con los certificados sanitarios requeridos para la comercialización», desvela Fanny Diez.

Reitera esta convencida de la alimentación ecológica que esto «va a ir a más», aunque el precio de un alimento mimado desde el origen sea ahora más alto. «A corto plazo se mira el bolsillo, pero a largo hay que cuidar la salud y estos alimentos contribuyen a ello. Con esta pandemia nos estamos dando cuenta de este aspecto y cuantos más apuesten por estos productos más asequibles serán», augura Diez. Mar San José expone los proyectos de futuro de esta unión «que nos permite llegar más lejos juntos». Un gran paso sería entrar en la compra pública para comedores escolares. Se trabaja ya en eso mientras le están dando vueltas también a la posibilidad de montar un negocio de 'catering' ecológico.

Tiene claro Marina, mientras pasea por el corral que alimenta y cuida en Aldea de San Miguel, que lo natural «va a ganar terreno». Que la producción en intensivo ya no da de sí porque está contribuyendo a la destrucción del planeta. Sus pollos, picoteando a su aire por los pastos que tienen a su disposición, son un ejemplo de una buena crianza, sin forzar al animal y evitándole la química. Y eso se nota. En el paladar y en el cuerpo de los que luego se los comen.

Mujeres, con formación universitaria y buen nivel económico

El perfil mayoritario del consumidor de productos ecológicos es el de una mujer de entre 35 y 60 años, con fomación universitaria, conciencia de respeto al medio ambiente y un nivel económico medio-alto, según describe Fanny Diez. El principal objetivo de VallaEcolid, además de ayudar a los productores y elaboradores, es que esa base de público vaya creciendo. Que los ciudadanos se vayan dando cuenta de lo importante que es alimentarse con productos de calidad. Para disfrutar con su sabor, pero también para cuidar la salud.

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