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Un mar de lonas blancas inunda los pinares castellanos. Bajo ellas, casi setenta hectáreas de plantas de fresa que serán exportadas a diferentes puntos del país, y a otras muchas regiones mediterráneas próximas a España. Desde hace cuatro décadas, Viveros California, pertenecientes al Grupo Medina, ... y ubicados entre los términos municipales de Tordesillas, Serrada y Villanueva de Duero, centran su producción en el cultivo de esta fruta. Su situación geográfica tiene mucho que ver. «La climatología de Castilla y León es idónea para su desarrollo», asegura Emilio Bardón, responsable de producción. Esto, unido a las características del suelo, y a su proximidad al río Duero, aporta una gran calidad a estos vegetales.
Unas plantas, que además, son enviadas a provincias andaluzas como Huelva, y a países extranjeros como Marruecos, Grecia, Italia, Turquía y Latinoamérica. Tan solo el 20% de su producción viaja a nivel nacional; el resto se distribuye por los países europeos e incluso cruza el Océano Atlántico hasta América del Sur. «Podemos estar produciendo, aproximadamente, unos 120 millones de plantas», comenta Bardón. «Allá donde se puede producir fruta, allá llegan nuestra plantas de fresas. No tenemos cerradas las puertas a nada ni a nadie», puntualiza.
Aunque Viveros California nació de la demanda de cultivos de fresa en la zona onubense, con el paso del tiempo su productividad aumentó, y con ella sus zonas de actuación. También las diferentes variedades de esta fruta, pasando de cuatro a casi treinta que posee a día de hoy. Todo un trabajo «fruto de la investigación», menciona el responsable de producción. «Hemos tenido en cuenta la altitud y latitud, de tal forma que las plantas hijas que sembramos vayan con las condiciones adecuadas para desarrollarse en otros climas y poder producir rápidamente en unos veinte día o un mes», añade. A estos aspectos, se le suma los veranos cortos, y secos, de Castilla y su anticipada llegada del otoño a finales de agosto.
Este invernadero vallisoletano se encuentra en la recta final del cultivo de fresa. «El principal mes de plantación es en abril; aunque puede que se haga un poco antes o un poco después, porque si no, no le da tiempo suficiente a desarrollarse», menciona el director técnico de producción. Pasada la época estival, entre finales de septiembre y principios de octubre, sus casi 600 trabajadores comienzan con los arranques y los trasplantes para enviar las plantas a su lugar de destino. En este punto, la superficie cobra un gran protagonismo. Su terreno arenoso evitar el encharcamiento del cultivo y la aparición de moho; algo dañino para la mata. Pero aunque llueva en otoño, esas precipitaciones favorecen al desprendimiento de arena de las raíces, y así alcanzan una mayor calidad en sus plantas.
Valladolid se caracteriza por ser una provincia con inviernos fríos que derivan en heladas. Bardón señala que este fenómeno meteorológico no es tan problemático para la fresa, excepto si son continuadas. «La planta aguanta hasta cierta temperatura», manifiesta. Las nieblas tampoco son nocivas para el entorno. «Tenemos la gran ventaja que en esta zona, en la que estamos ubicados, las nieblas hacen un efecto tampón, con lo cual la penetración de las heladas no es extremadamente peligrosa, porque hay siempre un nivel de humedad alto», aclara Emilio.
Viveros California distribuye sus hectáreas de labranza en tres métodos diferentes de irrigación, en función de las necesidades de cada variedad y en el estado de crecimiento de la planta. Por un lado, el riego por goteo, que solamente cubre los dos primeros meses, el riesgo de aspersión, que supone el mayor porcentaje de superficie, y una novedad; el cultivo hidropónico, un método que prescinde totalmente de la tierra y se ubica a casi un metro de altura.
Tal y como cerciora Emilio, Castilla y León está compitiendo a niveles de Estados Unidos. A la par que las fresas, este invernadero vallisoletano también exporta frambuesa y arándanos, aunque en menor cantidad. En términos financieros, sacar adelante una planta de estas características cuesta en torno a 50 y 70 euros por millar. Una vez cultivadas, Viveros California aumenta su valor en torno a un 20% para comercializarlas. «Muchas veces no llega a ese porcentaje porque la competencia es bestial», asegura Bardón.
Una rivalidad marcada también por el consumo de agua. «Ahora mismo estamos en un momento delicado. Los dos o tres últimos años de sequía intensa están marcando que nos limiten el uso del agua», explica. Sus cultivos han pasado de necesitar una dotación de unos seis o siete metros cúbicos por hectárea a tan solo la mitad. Pero augura un «buen año» gracias a las reservas hídricas de los embalses y pantanos españoles.
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