![El exdirector del Centro de Espiritualidad, Francisco Cerro, nuevo arzobispo de Toledo](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201912/27/media/cortadas/gO-kZtE-U901070523914HuE-624x385@El%20Norte.jpg)
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Javier Burrieza Sánchez
Viernes, 27 de diciembre 2019, 14:28
El papa Francisco hizo público el nombramiento de Francisco Cerro, hasta ahora obispo de Coria-Cáceres, como nuevo arzobispo de Toledo y primado de España. Sucede a Braulio Rodríguez Plaza, que había presentado su renuncia por edad en enero de este año, después ... de diez al frente de la histórica sede metropolitana.
Ambos obispos se encuentran muy vinculados a Valladolid, pues vivieron en ella mientras Braulio Rodríguez era arzobispo y Francisco Cerro dirigía el Centro de Espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús desde 1990.
En 2007 fue nombrado obispo de Coria-Cáceres y abandonó su cotidianidad vallisoletana. Precisamente, de esta diócesis del Pisuerga no había salido ningún obispo desde 1961, cuando Marcelo González (nacido en Villanubla) fue nombrado para Astorga. Con los años, don Marcelo se convirtió en cardenal-arzobispo de Toledo y ordenó sacerdote a Francisco Cerro. Así pues, en torno a la sede toledana encontramos a tres vallisoletanos, de nacimiento o adopción.
Francisco Cerro Chaves, que será el arzobispo número 121 de la Archidiócesis de Toledo, manifestó ayer que acepta «con alegría» su nueva responsabilidad y aseguró que es «un regalo precioso del Señor» suceder en el cargo a Braulio Rodríguez. En un mensaje de saludo escrito, Cerro destacó que es enviado a «una Iglesia llena de historia, de vida y de frutos de santidad, con una gran tradición cristiana, con sacerdotes, religiosos y religiosas verdaderamente entregados a su vocación y laicos que trabajan con alegría e ilusión en la misión de la Iglesia». Cerro definió a Rodríguez como un «hermano y amigo desde hace muchos años en Valladolid», donde fue testigo «de su abnegado servicio y entrega a la causa del Evangelio, de su fidelidad y de su cercanía». «Acepto este nuevo cargo, con la confianza en que tras conocer mi futura diócesis en profundidad, y sobre todo con la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús», el nuevo arzobispo de Toledo -que tomará posesión «en los próximos meses»- espera «poder desempeñar sabiamente esta tarea a la que me enfrento con una confiada esperanza». Hasta su toma de posesión seguirá siendo obispo de Coria-Cáceres en condición de administrador apostólico.
Francisco Cerro llegó a las orillas del Pisuerga en 1989. Es extremeño de nacimiento (Malpartida de Cáceres, 1957) y toledano de formación pues estudió para ser sacerdote en su seminario. También viajó a Roma a la Universidad Gregoriana. Cuenta con dos doctorados, en Teología Espiritual y de la Vida Consagrada.
González Martín —que tenía fama de no negar nada de lo que se le pedía desde su ciudad natal— le propuso, a solicitud del arzobispo de esta diócesis, José Delicado, que trasladase su residencia a Valladolid para poner en funcionamiento el mencionado Centro de Espiritualidad. «Que sepas Paco que vienes a sufrir porque las cosas de Jesús suelen tener muchas contradicciones», con esa premisa de Delicado Baeza comenzaba su trabajo. Y así fue. La obra diocesana se inició en febrero de 1990. La primera noche tuvo que dormir en el suelo, con un frío helador, pero después aquella fue una casa de acogida para muchos. Su finalidad era extender la devoción del Corazón de Jesús, según la explicaba el último magisterio de la Iglesia. Un lugar para profundizar en la vida cristiana e interior, de oración, de descanso y de renovación espiritual. Paco Cerro fue muy conocido en su nueva diócesis, como delegado de juventud y en numerosos grupos y espacios de espiritualidad, predicando aquí y allá y escribiendo numerosos libros, requerido siempre por su accesibilidad y simpatía.
Así se lo encontró el que se convertía en 2002 en nuevo arzobispo de Valladolid, Braulio Rodríguez Plaza. Una mañana de junio de 2007, las campanas de la Catedral vallisoletana empezaron a tocar de manera inusual. Hacía pocos minutos que Benedicto XVI había nombrado a Francisco Cerro obispo de Coria-Cáceres. Tenía que abandonar una ciudad donde había calado y regresaba a su Extremadura natal. Dos años faltaban para que don Braulio se convirtiese también en nuevo arzobispo de Toledo y tuviese que abandonar Valladolid.
Hoy la historia los vuelve a unir. El nuevo primado de España es un hombre alegre, cordial, de espíritu joven que ha llevado a esta diócesis del Pisuerga en el corazón y en sus devociones, por su vinculación con el Santuario Nacional. Ha vuelto en estos años en multitud de ocasiones, casi anualmente, incluso ha predicado el Sermón de las Siete Palabras en 2014 y, más recientemente, el Auto de Pasión de la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz en 2019. Es un hombre acogedor, sin listas para recibir. Por algo afirma que en la Iglesia, en la recepción de las casas y de sus obras, siempre tiene que estar la persona mejor y más capacitada de la comunidad.
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