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El día en el que Jorge Sastre (Valladolid, 1975) se casó, dijo que ni en broma un profesional iba a inmortalizar el momento. «Me negué», reconoce. «Por ahí no paso», le dijo a Elena, entonces su novia: desde hace siete años su esposa. «No me ... apetecía. ¿Un fotógrafo en mi boda? Lo más lejos posible. De hecho, es que no soportaba las bodas, huía de ellas, se me removían las tripas», asegura. Y hoy, ese novio que no quería retratista en su enlace acaba de recibir un premio que lo corona como uno de los tres mejores fotógrafos de bodas del mundo en 2019.
–Anda que...
–Es raro, ¿verdad? Yo no quería fotógrafo. Y no por un tema económico.
–¿Entonces?
No le gustan a Jorge esos álbumes clásicos en los que hay que posar, que siempre sonreír, la típica foto de boda en la que todo el mundo –los novios, los invitados...– está pendiente del objetivo. Miren aquí. Pónganse allí. Un poquito más a la derecha, por favor. «Cuando yo me casé, hace siete años, estaba empezando a asomar un nuevo tipo de fotografía, pero todavía no era muy común», explica. Hoy sí. Hoy los novios buscan ya algo diferente. «Encuadres que sorprendan, perspectivas audaces, con un buen manejo de la luz natural».
«Una boda es el evento social en el que hay más cámaras por metro cuadrado. Seguro. Todo el mundo está con el móvil en la mano. Cuando acaba la boda, los novios ya tienen mil fotos. Así que el fotógrafo profesional tiene que sorprender». Que captar el momento con una mirada distinta, innovadora. Sin perder la vertiente documental y testimonial, debe aportar una perspectiva inédita, tal vez inesperada. Eso es lo que ha reconocido el jurado de Fearless, un directorio internacional en el que aparecen registrados los mejores fotógrafos de bodas del mundo.
Cada dos meses, el portal web convoca unos premios para elegir las mejores imágenes tomadas en ceremonias celebradas en todo el planeta. Los profesionales pueden presentar (pagan una cuota por hacerlo) todas las propuestas que quieran. Cada convocatoria recibe una media de 10.000 fotografías. En algunos casos, se han llegado a revisar más de 17.000. Y se eligen apenas cien.
A lo largo de 2019, Jorge consiguió que nueve de sus fotos obtuvieran premio. Es el tercer fotógrafo del mundo con más galardones, en un podio que encabeza el barcelonés Víctor Lax (trece fotos) y el rumano Daniel Dumbrava (empatado a nueve con Jorge). Le siguen profesionales de Italia, Grecia, Canadá y Estados Unidos. «El premio no es económico, pero tiene una repercusión enorme, porque los Fearless son un referente para los fotógrafos de boda», explica Sastre.
Él, que no quiso en su enlace retratista profesional, ni siquiera tenía pensado convertirse en fotógrafo. «Yo trabajaba como arquitecto de interiores cuando estalló la crisis. El batacazo en el sector de la construcción fue soberano. Me pilló con una mano delante y otra detrás, con un montón de trabajos que no me pagaron». Y la fotografía se convirtió en solución.«Yo no había cogido una cámara en mi vida. Jamás tuve una réflex. Pero empecé a indagar, a formarme... Eso es importante, aunque si no tienes ojo... Porque donde menos te lo esperas, puede estar la gran foto. Hasta en la boda más sencilla». Un ejemplo, dice, es la celebrada en una ermita de Aguilar de Campoo que le valió uno de los premios. «La responsabilidad de un fotógrafo de bodas es brutal. Es un día que no se puede repetir. Si fallas, si te pierdes un momento, te caes con todo el equipo», asegura.
«La responsabilidad es máxima», añade Raúl Diez (Valladolid, 1975). Una fotografía suya ha sido galardonada en la última convocatoria de los premios Fearless. La imagen captada por su objetivo es una de las mejores del mundo en este inicio del año 2020. Recoge la explosión de alegría y arroz que se vivió en Llano de Olmedo durante la boda de Esther y Javi. «El gesto de ella, tantos granos de arroz en el aire, todo el pueblo a su lado celebrando la boda», resume Raúl. «Más que el posado, se premia el momento espontáneo, la foto real. Se valora mucho más este tipo de trabajos que ese otro en el que se lleva a los novios a un escenario perfecto para una foto medidísima».
«En las bodas, los momentos pasan a toda velocidad, la escena cambia continuamente. Es una fotografía de acción. En el fondo, casi fotoperiodismo. No hay posado artificial, sino que el objetivo es contar la historia de un día a través de fotografías, desde los preparativos a la ceremonia, desde el banquete a la fiesta», explica Raúl.
Ambos recuerdan que esta vertiente creativa del testimonio de una boda viene de Estados Unidos, que España lo importó hace pocos años... pero que en este tiempo se ha convertido en potencia internacional. Entre los mejores del mundo reconocidos por Fearless, España se sitúa entre los países más representados. Y dos de estos fotógrafos son vallisoletanos. Jorge Sastre, en el podio de los mejores fotógrafos de bodas durante el año 2019. Raúl Diez (del estudio Radiga), entre los seleccionados por sus imágenes en este inicio de 2020.
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