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Con la apariencia de una simple caja de fresas, la estructura esconde en su interior una impresora que es capaz de acortar la distancia entre Valladolid y Basauri. Guido García, vallisoletano de 43 años e ingeniero de telecomunicaciones ha empleado sus conocimientos para acercar ... su día a día y el de su familia a su abuela Ludi, de 93 años, ajena a cualquier tecnología y residente en la localidad vizcaína. Su creación es un aparato que permite enviarle fotografías en tiempo real y ella, sin necesidad de haber absolutamente nada, las recibe impresas. Una instantánea de sus vacaciones podrá llegar en apenas unos minutos hasta el domicilio de Ludi para que «compruebe que estamos bien».
«Ella odia la tecnología y no quiere saber nada de Internet. Ha tenido algunos dispositivos, como un marco de fotos digital, pero le duró lo mismo que la batería de este», cuenta Guido. Por ello y para poder mostrarle el crecimiento de su hija Maya y otros momentos en familia tras la drástica reducción de las visitas por la pandemia, decidió ponerse manos a la obra y crear la impresora. La tecnología que lleva, según explica, no es «demasiado complicada»: la caja tiene dentro un pequeño ordenador del tamaño de una tarjeta de crédito que es el que permite recibir las fotos que le envíen los participantes en un grupo de Telegram previamente creado. Además, lleva incorporada una antena para mejorar la cobertura y permitir que funcione correctamente en cualquier lugar. Su familia ya conoce el invento y asegura que son muchos los que están deseando que Ludi empiece a usarlo. «Mis cuatro hermanos, mis padres, y algunos primos y tíos ya conocen el proyecto y también participarán en el grupo de Telegram para enviar fotos a mi abuela, les ha gustado la idea», reconoce.
Al tratarse de una impresora térmica, no tiene cartuchos de tinta ni nada más que un rollo de papel de diez metros, lo que permite imprimir alrededor de 150 fotografías. «Ella no tiene que cambiar ni reponer nada, solo el rollo de papel, y creo que eso lo podremos cambiar en cada visita que la hagamos desde que se lo instale», comenta.
De momento, ha impreso algunas fotografías de prueba para comprobar el color y la nitidez, y asegura estar «contento con el resultado», pero falta darle el toque final al invento porque la caja en la que lo ha instalado no acaba de convencerle. «Es una caja de fresas porque no he encontrado nada más, la he hecho yo mismo y el resultado no es el que quiero, pero esto ya son detalles mínimos», aclara. Además, Ludi desconoce la creación de la impresora. «He decidido no decírselo porque estoy seguro de que me diría que no lo quiere, porque odia la tecnología, y explicado por teléfono es peor, pero una vez se lo instale creo que le va a encantar poder tenernos un poco más cerca a pesar de los kilómetros que nos separan«, concluye.
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