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Después de dos días de sesiones en la Audiencia de Valladolid y más de quince declaraciones (la mayoría por videoconferencia), el juicio por la estafa de los jamones ha quedado visto para sentencia. Una sesión, la de este martes, en la que la Fiscalía ha rebajado en el escrito de conclusiones la petición de penas ... para los dos acusados, José Abellán y Diego López, a pesar de mantener la acusación por delitos de estafa y pertenencia a grupo criminal «al haber pruebas».
Abellán, supuesto cabecilla de la trama, y López, testaferro de la empresa Dismarianga, se han sentado esta semana en el banquillo por adquirir mercancías, en su mayoría de productos cárnicos y lácteos, sin abonar el importe de los pedidos entre 2011 y 2012 a más de una docena de proveedores, ascendiendo esa cantidad a casi 500.000 euros.
La rebaja de la petición de Fiscalía ha sido admitida por la defensa de Diego López. Una merma que pasa de los cinco años y medio iniciales al año y medio al reconocer los hechos y ser el encargado de denunciar y colaborar con la policía en el inicio de la investigación.
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Por su parte, el Ministerio Público se ha dirigido a José Abellán como el cerebro de la operación, a pesar de que su nombre no aparezca en el organigrama de la empresa, ni en los pagarés sin fondos que se daban para el abono de los encargos. «Lo ideal sería tenerlos, pero la policía considera fiable la declaración de Diego López. Hay que dar un valor judicial, para eso somos humanos, de lo contrario nos sustituirían por robots», ha recalcado la fiscal después de rebajar la petición de cárcel de siete años a cuatro años y medio.
Precisamente, la representante del Ministerio Público se ha agarrado a la declaración del acusado Diego López y de la única trabajadora, auxiliar administrativa, que tenía en nómina Dismarianga entre julio y diciembre de 2011. La trabajadora ha asegurado que durante los meses que estuvo contratada «no hacía nada». «El 90% de las horas estaba sola. No había movimientos y nunca recepcioné ningún camión», ha señalado la empleada.
Asimismo, la defensa de Abellán, que pide la absolución de su patrocinado, ha hecho hincapié en la «falsedad» de la declaración de Diego López. «No es la realidad, no es creíble. Hay que agarrarse a los hechos fácticos», ha reflejado en sus conclusiones.
Los turnos de la última palabra de los dos acusados superaron en tiempo las conclusiones de algunas de las defensas. El derecho a cerrar la vista oral de José Abellán y Diego López recordó a lo vivido en la jornada del lunes, donde los dos acusados se recriminaron y afirmaron que el otro mentía. «La droga me hizo intentar quitarme la vida. Pensé que estar con Abellán era la gallina de los huevos de oro», ha afirmado Diego López, el testaferro de Dismarianga.
Por su parte, José Abellán se dirigió al propio López, a la fiscal y a los magistrados. Al otro acusado le recriminó su «facilidad de palabra». «Ese señor es un embustero, ayer me amenazó en la cárcel delante de un funcionario. No voy a consentir que venga de listo», ha espetado. A la fiscal ha pretendido desmontar sus conclusiones y ha afirmado que ninguna de sus empresas «debe dinero a la Seguridad Social, Hacienda o proveedores», ha continuado. Y por último, se ha dirigido a los magistrados con la frase de «ahora que haga o digan lo que quieran».
Abellán y López son dos de los cinco acusados del delito de estafa. Otros dos, Antonio Mariano Gallego Hernández y José Javier Cortés García, se conformaron en su día con penas de dos años de prisión, mientras que Julián Abellán Tomás, el hijo del empresario, es el único que continúa prófugo.
Los cinco acusados, según el escrito del Ministerio Público, abonaban los pedidos iniciales, para así ganarse la confianza de sus víctimas y aparentar solvencia, para más tarde realizar encargos mucho más cuantiosos y una vez recibida la mercancía simulaban el abono mediante pagarés los cuales, llegado su vencimiento, eran devueltos por los bancos por falta de fondos.
Mediante este procedimiento, a lo largo de 2011, realizaron numerosos pedidos de mercancía a empresas radicadas en Valladolid, Lugo, Leganés, Madrid, Barcelona, Guijuelo (Salamanca), Gerona, Badajoz y Segovia, de las que obtuvieron género por importe global de 446.196 euros que no abonaron. Ni tan siquiera pagaron el material de oficina, por importe de más de 9.000 euros que encargaron a Papel y Complementos Castilla.
Para las acusaciones, José Abellán Navarro es el 'cerebro' de la estafa continuada y quien tomaba las decisiones, aunque no negociaba con los proveedores ni firmaba documento alguno «para evitar ser descubierto». Su hijo Julián, en paradero desconocido para la Justicia, daba servicio y apoyo y se encontraba en un tercer nivel, mientras que Diego López García figuraba como uno de los dos administradores y dueños de la mercantil, haciendo de pantalla o testaferro.
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