Tener 15 años y mangar un patinete a un repartidor ecuatoriano de comida rápida y fingir que te lo regalaron «unos chicos» en una rifa en la plaza del Milenio, aunque la víctima te viera cogerlo, corriera detrás tuyo y te identificara. ¿La condena? Cuatro ... meses de trabajos a favor de la comunidad. Este es un caso real juzgado hace pocos días y refleja el delito tipo de los menores infractores. Todos los años se sentencian en el Juzgado de Menores de Valladolid un centenar de hurtos parecidos. Sin embargo, en esta jurisdicción se ha producido un punto de inflexión en la estadística de los delitos catalogados como «más graves» (pasan del millar al año) que ha hecho saltar las alarmas entre los juristas especializados en criminalidad infantil. En este momento, la Fiscalía de Menores tiene sobre la mesa tres casos de abusos sexuales con penetración, «pero no con violencia o intimidación», precisa la fiscal María Teresa Vicente. Es simplemente la constatación, indica, del incremento de los delitos sexuales de menores contra menores que se está produciendo en Valladolid, aunque esta deriva ya empezó a apreciarse antes de la pandemia. En la Memoria de la Fiscalía de 2021 (con datos de 2020) se contabilizaron 14 agresiones sexuales frente a las nueve registradas en 2019, más 29 casos de abuso sexual. Muchos delitos sexuales entre menores no se denuncian, como tampoco buena parte de los que se instruyen terminan en juicio. Se llega a acuerdos «en interés del menor» para evitar la doble victimización.
El aumento de las agresiones sexuales no está en los niveles de Madrid o capitales costeras pues el índice de criminalidad es bastante inferior (Castilla y León se mantiene entre las comunidades con los datos más bajos de delincuencia tanto de adultos como de menores a partir de 14 años) pero, advierte, «también hemos tenido una manada». Se refiere a los tres jóvenes que violaron a una adolescente en un botellón en la zona de El Peral y que en la actualidad cumplen condena en el centro de reforma Zambrana. A propósito de ellos, señala que durante los meses que llevan en el programa «han ido asumiendo la responsabilidad de lo que han hecho. El objetivo es que lleguen a ponerse en el lugar de la víctima», una chica a la que conocían del colegio.
Así que, mientras que en la estadística de la Fiscalía de Menores, que abrió dos mil diligencias preliminares al año –más de doscientas se archivan porque las infracciones son cometidas por menores de 14 años, que son inimputables–, van en retroceso los «delitos normales» como los hurtos, se ha producido «un incremento notable» de las denuncias por abusos sexuales.
Esta preocupación es corroborada también desde el turno de oficio de menores de los abogados de Valladolid: tres de cada cinco asuntos de menores que entran en los bufetes (el 60%), sostienen, tienen un componente sexual, generalmente abusos que pueden ir aparejados al 'sexting' (chantaje con fotos de desnudos enviadas por las víctimas, o a través de grabaciones de vídeo de las agresiones sexuales) utilizando las redes sociales, aunque el número de casos de extorsión sexual que llegan a la Fiscalía es menor, en torno al 10%.
Tres de cada cinco asuntos de menores que entran en los despachos de abogados tienen un componente sexual
«Así como los menores tienen asimilado casi genéticamente lo que es un robo y que está mal, aunque luego roben, no pasa lo mismo con los abusos, porque además se parte de un consentimiento previo que es muy cuestionable, porque la chica tiene mermadas sus capacidades por la ingesta de alcohol; no son conscientes de que están cometiendo un delito y de la repercusión real que tiene para la víctima y ellos mismos», subrayan desde el Icava.
Los abusos se producen en un contexto parecido y con un perfil de víctima muy similar. No dudan los juristas en vincular estos delitos al consumo callejero ilegal de alcohol de los fines de semana. «Las víctimas son chicas que han bebido mucho en los botellones. Se reúnen para beber rápido y consumen bebida barata. Después, se desplazan al centro de Valladolid. El bajón viene instantáneamente, porque no están acostumbradas a beber y entonces se produce el abuso: se 'enrollan' voluntariamente con un chico, pero luego viene el problema. A veces pierden completamente la consciencia y no pueden explicar lo que les ha pasado», dice María Teresa Vicente.
Banalización y pornografía
El aumento en este tipo de delitos contra la libertad sexual se explicaría en la «banalización de las relaciones sexuales entre los menores», que las tienen completas a más corta edad (12 y 13 años) y en el hecho de que «a los padres les cuesta mucho hablar de sexo con los hijos y ellos buscan la información por otras vías, a través de la pornografía en la Red, donde la mujer viene representada como un objeto sexual a su alcance».
De la multiplicidad de factores que influyen en esta «explosión», también desde el Icava se insiste en el cóctel alcohol y porno. En los botellones, «que les desinhiben y en los chicos de 14, 16 años, los frenos desaparecen». Ello, unido a «la facilidad de un contacto sexual que para ellos no significa una implicación personal. Las chicas son objetos y mantener sexo casi se convierte para ellos en una actividad ordinaria. El problema es que es delictiva». Lo curioso es que en los botellones, mientras en el grupo de adolescentes varones «se retroalimentan» ayudados por sus dispositivos móviles, cuando están fuera de este contexto de fin de semana pasado por alcohol, apuntan los letrados entrevistados, «las relaciones con las chicas suelen ser de respeto y entre iguales».
Aunque ya estàn llegando casos a la Fiscalía de maltrato precoz a las novias y muchas veces «descargan» en las mascotas.
La solución para corregir estas conductas, subrayan los operadores jurídicos, «es necesariamente educativa» y «de respeto hacia la mujer». Y también pasa por que los padres dejen a un lado el «exceso protector» y, cuando el hijo cometa «errores» de este calado, no los excusen, «sino que se los hagan ver y contribuyan a la reparación del daño». Apostilla María Teresa Vicente que «los padres, a veces, tenemos conductas muy infantilizadas. Por mucho que nos lo creamos, es prácticamente tener controlado a un menor con Instagram».
«Por la información que tenemos, parece que lo ocurrido en el Zambrana con el chico tunecino fue un desgraciado accidente»
maría teresa vicente
Fiscal de Menores
Hacen falta, indica, campañas de concienciación orquestadas desde las Administraciones y más recursos para la jurisdicción de Menores. «Hay que tomarse esto en serio, porque aquí se sanciona, pero hay que prevenir para el futuro, para frustar delincuentes o maltratadores».
Padres «que no pueden más»
La otra tipología delictiva sobre la que mantienen la alerta es la violencia contra los padres y otros adultos que los tienen a su cargo, como los abuelos. En los últimos años, las cifras se han mantenido estancas pero hay «un repunte» desde el confinamiento. Pasar más tiempo en casa ha enconado las discusiones hasta el punto de las agresiones físicas de los hijos contra los padres, «que no pueden más y que, tras agotar todos los recursos que ofrece el sistema, públicos y privados, terminan, a su pesar, denunciando a sus hijos». Y no siempre se trata de familias desestructuradas. En 2020 se dispararon a 190 los casos conocidos, frente a los 168 del año anterior.
«Muchas veces el problema no es penal, sino psiquiátrico», por lo que se reclama desde la Fiscalía «una atención pública más especializada en salud mental infantojuvenil» porque «se están detectando muchas patologías psiquiátricas en los menores, que han aflorado en la pandemia». Pero, sobre todo, se aprecian estas patologías mentales entre los menores que la propia Junta de Castilla y León tiene tutelados en centros. Inevitablemente, la mirada se detiene en el Zambrana, el único de reforma para chicos de toda Castilla y León, donde la muerte de un chico tunecino de 17 años el pasado marzo, cuando estaba siendo inmovilizado por dos vigilantes, está todavía en investigación judicial. Aunque, indica la fiscal de Menores, «parece que fue un desgraciado accidente». No es ajena a la mala prensa del centro y a que se le considera «la cuna de la prisión», aunque ella rompe una lanza a favor del trabajo que se realiza allí. «hay niños muy complicados y no son los típicos delincuentes». La Fiscalía abrió en 2020 1.062 expedientes de reforma, muchos de ellos, por problemas de comportamiento. De cada diez menores que recalan en el Zambrana, «cuatro o cinco salen adelante».
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