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A la izquierda, Roca Rey. A la derecha, arriba, Diego Urdiales y abajo, Manzanares. Fotos de Ramón Goméz
Toros

Roca fue rey y Diego Urdiales consorte en Valladolid

Manzanares rozó la puerta grande con la punta de los dedos, pero su mala fortuna con el acero se lo impidió en la corrida con mejor entrada de lo que va de feria

Marco Alonso

Valladolid

Sábado, 10 de septiembre 2022, 22:46

Ha costado mucho ver una entrada como la que ha lucido esta tarde de sábado la plaza de toros de Valladolid. En la tercera de abono se pudo ver, por fin, una respuesta acorde a los carteles y los tres cuartos de plaza que se ... llenaron dan un respiro a una feria que necesitaba el empujón que le dieron los tres diestros anunciados. Roca Rey cortó tres orejas tras dos buenas faenas al tercero y al sexto. Mientras, Diego Urdiales sumó los mismos trofeos en una tarde en la que Manzanares acarició la puerta grande, pero su mala fortuna con la espada le arrebató un triunfo que tenía en el bolsillo ante un gran quinto.

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Los datos de la tarde

  • Diego Urdiales: Cortó dos orejas al toro que abrió plaza y una más al cuarto, en el que escuchó un aviso.

  • Manzanares: Arrebató un trofeo a su primero y fue ovacionado en el quinto.

  • Roca Rey: Desorejó al tercero, en el que escuchó un aviso, y arrancó un apéndice al sexto.

  • Ganadería: Buen encierro de toros de Victoriano del Río Cortés. El tercero fue devuelto con polémica y fue sustituido por el anunciado como sexto, que también acabó en los corrales.

  • Incidencias : Tres cuartos de plaza en la mejor entrada de la feria.

Diego Urdiales, pura técnica

Dedicó la muerte del toro que abrió plaza a Roberto Domínguez, que siguió atento el transcurrir de una lidia marcada por el temple. Con mimo, haciéndolo todo casi a cámara lenta, Urdiales enseñó a Valladolid que sabe torear con la derecha con la elegancia como mayor virtud. Y llegó el momento de regalar un par de tandas de naturales que hicieron aplaudir a rabiar a los tendidos. Pero el éxtasis no llegó hasta que un estocadón hizo doblar las manos al buen castaño de 576 kilos que tuvo enfrente. Se tiró a por las dos orejas como el que se tira a la piscina desde un trampolín y acabó zambullido en un mar de aplausos que le llevaron a ganar el derecho de salir por la puerta grande en el primer toro.

Ya en su segundo, Diego Urdiales se fue a los medios a brindar la muerte del toro al público. Comenzó la faena en tablas para ir llevando al astado hasta a los medios derechazo a derechazo y, con esa técnica envidiable que le caracteriza, trató de meter en la muleta a un animal que le miraba de reojo. Y lo logró, especialmente en dos tandas de naturales que supo ligar dejando la muleta en la misma cara del animal, como si la llevara cosida. Los minutos fueron pasando y antes de que entrara a matar sonó el primer aviso, pero eso no le privó de cortar una oreja más.

Manzanares, a un palmo de la gloria

Llegó a la muleta el primero de Manzanares con la boca abierta, con visos de querer poca brega tras un hondo paso por varas. Pero el alicantino supo administrar sus fuerzas con su derecha poderosa, a la que su oponente obedeció cuando le bajó la mano para hacerle humillar hasta hacer surcos en el albero. Como suele ser habitual en su toreo, su faena careció de una fuerte presencia de la mano izquierda, pero una certera estocada le llevó a arañar una oreja.

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Dio la bienvenida al quinto con un saludo capotero por verónicas muy celebrado por los tendidos. El astado recibió la dosis justa de puya, ni más ni menos. Y eso permitió a Manzanares tener enfrente a un rival de los buenos, al que le sacó varias tandas de mérito con la derecha y, en esta ocasión, también con la izquierda. Variedad, ligazón y temple marcaron una faena que llegó a los tendidos. Pero erró con la espada y eso le privó de salir a hombros, aunque no de una merecida ovación cerrada.

Roca Rey, todo emoción

El toro anunciado como tercero fue devuelto con polémica y en su lugar salió el que debía ser el sexto de la tarde, que también acabó en los corrales tras un tortuoso paso por varas. Y a la tercera fue la vencida. El segundo sobrero, con sus 591 kilos, al fin fue apto para una lidia que arrancó con Roca Rey en la boca de riego, llamando a su oponente en largo para pasárselo por la espalda en dos ocasiones y poner el vello de punta a los asistentes. Luego llegó una tanda de derechazos rematados con un pase de pecho que desató los aplausos de unos tendidos que luego disfrutaron de un toreo al natural puro, sin artificios y en los medios. El toro pedía otros terrenos y el matador lo movió para dar una nueva tanda de naturales y subir la temperatura de la plaza por la vía del arrimón. ¿Y cómo acabó esto? Pues cómo debía: con una buena estocada. Pero el toro tardó en caer y el peruano escuchó el primer aviso segundos antes de que su oponente se echara en el albero. Pese a ello, el presidente sacó dos pañuelos.

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El último de la tarde fue el anunciado como primer sobrero. Roca Rey brindó la muerte de 'Empanado', que así se llamaba el astado, a Victoria Federica de Marichalar y Borbón, que se encontraba en el tendido 8, y acto seguido bajó la muleta hasta el subsuelo para obligar al que tuvo enfrente a agachar la cabeza. El animal tenía cuello y atendió a los requerimientos del matador, que se mantuvo pegado al suelo en una tanda de escándalo frente al 7. «No se mueve del sitio», gritaban desde el tendido. Y no. No lo hizo en un ejercicio casi temerario que fue el preludio de una certera estocada que sirvió para poner un buen broche a una gran tarde de toros en la que se cortaron siete orejas.

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