Antonio María Mateo, en la enfermería de la Plaza de Toros de Valladolid. Rodrigo Jiménez

«Me retiro con la satisfacción de haber salvado varias vidas», dice el cirujano jefe de la Plaza de Toros de Valladolid

Antonio Mateo pone hoy punto final a cincuenta años de trabajo y hace balance de su larga trayectoria en la enfermería del coso de Zorrilla

Marco Alonso

Valladolid

Domingo, 12 de septiembre 2021, 12:42

Lleva cincuenta años ejerciendo como cirujano de la Plaza de Toros de Valladolid y hoy, a los 80 años, se corta la coleta. Antonio Mateo cuelga el bisturí y la enfermería que tantas vidas le ha visto salvar dejará de contar con sus amplios conocimientos, ... esos que forjó en la Italia de finales de los 60, cuando la especialidad de cirugía vascular no existía en España. Hoy será su última corrida como cirujano y echa la vista atrás para recordar los momentos más especiales de su trayectoria.

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Muchas emociones recorrerán su cuerpo estos días...

–Los 80 años me han parecido un momento ideal para la retirada. No podía permitirme seguir y que me fallara el físico o el intelecto el día que haya una cornada. Ahora estoy bien, pero me encuentro dentro de una edad en la que me podía pasar. Mi labor ya está hecha. En estos últimos años he cuidado de renovar el equipo para que haya un cirujano general, uno vascular y un traumatólogo. Los hay y me marcho tranquilo.

¿Cuántas vidas ha salvado en la Plaza de Toros de Valladolid?

–Varias y me voy satisfecho de ello. Recuerdo bien mi primera actuación como cirujano taurino. Fue una cogida de un toro de Galache a Julio Robles. En aquella época a mí no me gustaban los toros, pero acababa de llegar de Italia y me pidieron que estuviera en el equipo médico. La cornada me pilló leyendo el periódico en la enfermería y entró Julio Robles con una herida en la ingle por la que brotaba mucha sangre. Tenía rota la colateral de la vena ilíaca. La de Paquirri debió ser muy similar, pero logramos salvar al malogrado Julio Robles. Después hubo muchas más, pero el único torero que me ha dicho que le he salvado la vida es David Luguillano.

¿Cómo agradecen los toreros la labor de un cirujano que les salva la vida?

–Julio Robles me regaló una caja con dos gemelos de oro con el botón charro. Me los pongo muy a menudo. No obstante, no he recibido muchos regalos de los toreros. Alguno ha habido que me ha brindado un toro en su reparación en Valladolid y afecto siempre me han demostrado. Por ejemplo, El Fandi estuvo muy cariñoso conmigo el otro día y el suegro de Ponce, al que atendimos después de un desmayo, fue muy generoso con nosotros.

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En una plaza no solo hay percances con los toreros...

–Claro. Tenemos la batalla en nuestra zona de que en muchos festejos no hay anestesistas. Por poner un ejemplo, en los concursos de cortes hay mucho más riesgo de cogida que en una corrida. Recuerdo unas cornadas en las glúteos tremendas a Dany Alonso, a otro le atravesó el tórax y a otro le rompió el hombro. Estoy en la mesa de la tauromaquia y allí he propuesto que los cortes de novillos se equiparen en la legislación a las corridas de toros y a las novilladas con picadores. El único motivo es el riesgo. Y si lo equiparan, sería obligatorio que hubiera un anestesista. Están son batallas que pienso seguir librando porque continuaré siendo vocal de la Sociedad Española de Cirugía Taurina.

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