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El Juli da los primeros pases a 'Jerifalto', el segundo de la tarde, al que cortó una oreja. J. C. CAstillo

El Juli reaparece para salir por la puerta grande en Valladolid

Morante se tuvo que conformar con cortar una oreja al cuarto y Tomás Rufo fue operado de una cornada envainada al acabar la corrida, pero arrancó un trofeo al tercero

Marco Alonso

Valladolid

Viernes, 9 de septiembre 2022, 21:54

La afición temía lo peor cuando vio hacer el paseíllo a El Juli. El matador madrileño reaparecía tras su percance en Palencia y se le vio un tanto renqueante cuando pisó el albero. «Pero si está cojeando», gritaba un espectador desde el tendido, sin ... darse cuenta de que Julián es mucho Julián, aunque esté cojo, manco o tuerto. Pero ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá. El madrileño no estaba cojo, tal vez solo algo frío antes de salir de la puerta de cuadrillas, y lo demostró cortando una oreja a cada uno de su lote y dejando destellos de toreo del bueno, del que crea afición a la fiesta, esa que solo pudo atraer a los tendidos de Valladolid a algo más de media plaza en una tarde con todo un cartelón en la que Tomás Rufo cortó un apéndice y Morante, otro.

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Morante, de la nada al todo

La tarde no pudo empezar peor. 'Burgués', que así se llamaba el de Garcigrande que abrió plaza, no quería agachar el lomo. Es más, no quería ni moverse, y no por nada relacionado con ese nombre de clase alta reflejado en su ficha, sino por su condición de manso de libro. Manseó y manseó mientras el público pedía con insistencia que fuera devuelto a los corrales, pero el presidente hizo oídos sordos y Morante lo tuvo que matar sin lograr arañar un solo pase. Un desastre.

Morante tenía que resarcirse de lo que había pasado en el primero y utilizó el capote como solo él sabe para conseguirlo. Con el mentón hundido en el pecho y con ese aire de artista que embriaga su toreo llegaron verónicas y chicuelinas de las caras. Y ya con la muleta, el de La Puebla sacó su derecha, pero no se olvidó de la izquierda para firmar una tanda de seis naturales a un toro al que le costaba pasar, pero al que no le quedó otro remedio que hacerlo porque, como gritó un aficionado desde el 7, Morante «cuando quiere, es el mejor». Y quiso, vaya si quiso. Aunque solo logró una oreja, por mucho que reclamó la segunda el tendido tras una buena estocada.

El Juli, muy seguro

Recibió al primero de su lote con unas verónicas de hermosa factura. Parecía que había toro y era necesario un buen trabajo en varas, pero el primer intento fue fallido y el caballo acabó patas arriba. Por suerte, no hubo nada que lamentar y con ese puyazo bastó para que el matador madrileño cerrase el tercio con unas chicuelinas ajustadísimas que levantaron los primeros aplausos. Se fue a los medios a brindar al público la muerte de 'Jerifalto' y comenzó su labor con la muleta como a él le gusta, por abajo, exigiendo al que tenía enfrente que agachara la cabeza. Y sonó la música. Julián tenía codicia y el toro no le iba a la zaga. Una interminable tanda de naturales dio paso a dos molinetes y unos derechazos de quitar el hipo rematados con un pase de pecho que convenció a toda la plaza. El Juli tenía al público en el bolsillo y necesitaba matar a la primera para arrebatar, al menos, un apéndice a su oponente. El toro no lo puso fácil. Comenzó a escarbar cuando el torero lo tenía cuadrado. Y vuelta a empezar. Julián lo cuadró de nuevo, lo vio claro por fin y hundió la espada con una estocada trasera que encontró una oreja como premio a una faena trabajada.

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En el quinto de la tarde, unas banderillas colocadas en mal sitio a punto estuvieron de dar un disgusto a El Juli, que en el momento que pudo las quitó con rabia para comenzar la faena sin riesgo de que el toro le golpeara con los palos a su paso. Pese a los problemas iniciales, Julián se repuso y pudo sentir su toreo y transmitirlo al tendido con ese tabajo por bajo que tanto gusta. El toro dobló las manos con media estodacada certera y el presidente concedió una oreja a ese que algunos llamaban cojo al principio y al que todos despidieron con aplausos al final.

Rufo, oreja y enfermería

Llegaba a la plaza en la que tomó la alternativa el año pasado y quería agradar. En el quite llamó a su primero y lo cogió largo, pero el astado le hizo un extraño y le dio una aparatosa voltereta. Su cuadrilla le llevó en volandas a la enfermería, pero Rufo no estaba dispuesto a irse de Valladolid así. Con un agujero en el pantalón y cojeando levemente retomó la faena para enseñar la muleta de rodillas al que le había herido. Ganas, corazón y entrega. Ese trinomio no asegura triunfos, pero ayuda. Y Rufo puso mucho de esos tres ingredientes para cocinar la oreja que logró a la postre por la insistencia del público. Se colocó en los terrenos del toro de manera casi temeraria y mató a la segunda, pero eso no le privó de llevarse ese apéndice que tanto persiguió.

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El tercero de la tarde da una voltereta a Tomás Rufo al iniciar el quite. J. C. Castillo

Saludó con elegancia Rufo al último de la tarde, dispuesto a salir una vez más por esa puerta grande que cató el día de su alternativa. Pero no lo tuvo nada fácil. Con la pierna izquierda vendada se puso enfrente de un toro complejo, al que le costaba arrancar y que, cuando se decidía a embestir, lo hacía con un cabeceo que impedía el lucimiento. Así es muy complicado lograr la codiciada ligazón y no lo consiguió. Así que el de Talavera de la Reina buscó el premio por la vía del arrimón y se coló en los terrenos del astado, al que mató con media estocada para cerrar la tarde con una ovación y acabar en la enfermería, donde se le operó de la cornada envainada con dos trayectorias que recibió en el quite al tercero.

Los datos de la corrida

  • Morante de la Puebla: Silencio en su primero, que fue pitado en el arrastre, y cortó una oreja al cuarto de la tarde.

  • El Juli: Logró cortar un apéndice a su primero y otro al quinto.

  • Tomás Rufo: Arrebató una oreja al tercero y fue ovacionado en el sexto.

  • Ganaderías: Todos los toros fueron de Garcigrande menos el cuarto, 'Cuarcito', y el sexto 'Gallareto', que eran de Domingo Hernández Martín. Desiguales de comportamiento.

  • Incidencias: Una entrada de algo más de media plaza disfrutó de la corrida. Al finalizar el paseillo, la banda interpretó el himno nacional.

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