Música, baile, alboroto, pistolas de agua cargadas de vino y muchas ganas de fiesta. Las peñas lo demostraron una vez más en un desfile multitudinario que movió a miles de personas por las principales calles de Valladolid, esas que en los próximos días serán escenario principal de buena parte de las actividades programadas en la Feria y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo. La diversión sin límite comenzó para los más tempraneros en la Acera de Recoletos con los Djs.
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No faltó el vino en los vasos ni en las camisetas como es costumbre, tampoco las pistolas de agua amateurs de los ciudadanos ni las mangueras más profesionales de los bomberos. Un chapuzón muy aclamado, pese a que la meteorología dio ayer un respiro con temperaturas mucho más suave que en días y semanas previas –en eso ya ayudó la patrona–.
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Hasta la Acera de Recoletos llegaban grupos con bolsas, cubos, garrafas y hasta carros de la compra para desplazar el agua y el vino que ayer voló por la Plaza Zorrilla. Los hubo precavidos que acudieron con chubasquero e incluso flotadores y gafas de bucear. Otros, sin embargo, tomaban el sol sin camiseta tumbados a las puertas del Campo Grande. Y como siempre, hubo que avisar a algún despistado que estaba prohibido meterse en la fuente.
Los trajes de peña perdían su día de protagonismo por el ingenio de algunos disfraces. Un grupo de chicas vestidas de Batman, de plantas, la abeja Maya, la plantilla completa de los Harlem Globetrotters y hasta un Spiderman que no paró de bailar la última de Bad Bunny cantada por toda la plaza.
El baño de los bomberos en la calle Miguel Íscar daba inicio al recorrido del desfile, que este año trajo como novedad un escenario móvil sobre un camión adecentado para la ocasión. Para amenizar el paseo a los peñistas hubo charangas y un batiburrillo musical formado por las jotas de las dulzainas en primera fila que por momentos quedaban apagadas por el ruido de la batucada.
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La marea avanzó hasta el final del recorrido con las mismas ganas que lo inició. Eso sí, a la Plaza Mayor hubo que entrar sin carros, por lo que los agentes de la Policía tuvieron que intervenir decenas de ellos.
Los peñistas esperaron el inicio del pregón, quizá con más expectación que en otros años, por aquello de «las risas aseguradas», brindaban dos chicas vestidas de presidiarias.
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