Fiestas de Valladolid
Omar Montes y su escenario a reventar: «Cada vez que vengo a Valladolid la gozo»Fiestas de Valladolid
Omar Montes y su escenario a reventar: «Cada vez que vengo a Valladolid la gozo»Uno le pone intención, de verdad, pero es que Omar Montes canta con letra de médico. No hay quien entienda lo que dice. Es cierto que las canciones tampoco ayudan mucho, con su jerga, sus abreviaturas, su «llegó la para, chumbala de este lao». Hay ... en su repertorio frases tan raras que ni el google translator las sabe descodificar. Pero oye, la gente se las sabe todas, de pe a pa, como si el público entero fuera un opositor empollón, un niño resabiado, una vaquilla ya toreada. Se las deben haber traído aprendidas de casa (o han tenido tiempo en esos 17 minutazos de retraso) porque lo que es aquí, en esta Plaza Mayor de resaca tormentosa, hay que estar muy atento (pero mucho, mucho) para entender lo que canta Omar Montes. Eso sí, de vez en cuando viene un 'na na na' en el estribillo, un 'rakatakatá' del tirón para que quien se ha perdido se reenganche. Omar Montes canta con letra de médico, pero qué más dará lo que diga si lo suyo es recetar buen rollo, ibuprofeno de coleguita, simpatía hecha paracetamol.
Publicidad
Habíamos visto a Omar Montes en la tele, de chistecitos con las hormigas, superviviente de su propia vida mártir, con mucha chatarra en la pechera, como si el cuello fuera un desguace de collares amontonados. Más quincalla encima que el catálogo de Netflix. Pero aquí sale más contenido, con chándal negro de Givenchy, megazapas y gafas de sol. De fondo suena 'Yo lo soñé', un tema que podría ser biografía personal y que recurre a la canción del mariachi que hace años entonó Antonio Banderas. «Soy un hombre muy honrado que me gusta lo mejor, las mujeres no me faltan ni el dinero ni el amor», dice en esta confesión musicada. Y cuenta luego (con imágenes de Pan Bendito, su barrio, y Miami, su sueño, en las pantallas del fondo) que los profes se reían de él porque no tendría futuro en la escuela, que con el tiempo ha demostrado que nada es imposible, que siente orgullo de dónde viene, aunque ahora tenga un Aston Martin y una casa junto al mar.
Algunos le llamarían flipadillo, soberbio, chulín de barra. Pero Omar Montes es un tipo que parece tan cercano que hasta el chuleo se le perdona. Y, para desarmar a cualquiera de sus críticos, lanza una advertencia, imposible esta noche, mientras escribimos esto, de soslayar. «¿No te sientes ridículo diciendo en pleno 2024 que no soy nadie sin el 'autotune', bro?». Pues no hagamos entonces el ridículo.
El escenario en un concierto de Omar Montes parece caótico y desordenado como un chiringuito en agosto, un bazar turco, el grupo de 'wasap' de un ampa de Infantil. Los monitores proyectan las iniciales del artista como si de un mantra se tratara (om). Detrás de una mesa de mezclas hay un tipo que en cuanto encuentra un hueco en la música empieza a arengar a la concurrencia con una borrachera de imperativos (sube, sube, dale, dale, vamos, vamos, más duro, más duro). Hay tres colegas en los coros, caja, trompeta, saxo y trombón, cinco bailarinas que bailan, 'twerquean', se acarician a sí mismas y hacen el 'spagat', que mueven de su cuerpo todo lo que se puede mover, mientras en el centro, impertérrito, como si no fuera con él, Omar Montes sigue a lo suyo, a ratos desganado como un niño ante un plato de acelgas, a ratos espídico como un Nico Williams, un Yamal desatado por la banda que canta, por ejemplo, 'El pantalón'. Y en ocasiones, con tanta puntería con las notas como Morata con el gol.
Publicidad
Decíamos que a veces cuesta entender lo que canta Omar Montes, pero otras, la lírica se abre paso con el brío de Garcilaso. Nada como cantarle al amor. «Ella lo tiene todo bonito: carita, pelito, tetitas y culito», dice en 'Rakata', una canción con la que el público se vuelve loquito (por seguir con los diminutivos) cuando, después de unos chorrazos de humo, le da cuerda al estribillo. «Rakatakataka, takata, takata, ¿cómo es? Rakatakataka, takata, takata, ¡dímelo!». Y Valladolid (que todavía se seca después de los chaparrones de la jornada) lo canta, lo brinca, lo salta. La gente pega tantos botes en el suelo que si esto fuera Arrakis, la Plaza Mayor estaría a esta hora llena de gusanos gigantes.
Y mientras, el dj sigue a lo suyo: «Sube, sube, dale, dale, más duro, más duro».
Vive este sábado Pucela una noche tormentosa de reguetón con 'La sevillana' (en la que invita a nueve personas del público a bailar en el escenario). O con la rumbita gamberra de 'La llama del amor', donde la declaración cortesana ya no es solo para decir que qué bonita tu risa, tu pelo, tu alma, sino también la cobertura de tu móvil. O esa cita romántica que consiste en llevarla a cenar paella (en 'El conjuntito'). O a ligar mientras compras una piña en el Mercadona. Hay columnas de pirotecnia, géiseres de humo, vomitonas de confeti en 'Patio de la cárcel', una canción a lo Christopher Nolan, que despedaza el tiempo cronológico para servirnos la historia por trocitos: el chico que atraca un banco, que es llevado a la cárcel, que pide a la madre que reclame clemencia ante el juez, que llora lágrimas de pena en el patio de prisión.
Publicidad
Noticias relacionadas
Chema Cillero
Esta es la primera jornada de calles cortadas por exceso de aforo. «Estáis todos ahí abajo apretaditos», dice Omar Montes, en esta noche de agosto que parece un abril de aguas mil. Así que, para despejar un poco la cosa, el artista empieza a subir a gente y más gente a su escenario sin fin. «Mira, esa que tiene un cartel con una foto de mis perritos. Y esa, que me ha puesto como un Omar futbolista del metaverso», elige con tono desenfadado, despreocupado, como de chaval tímido que parece nunca haber roto un plato, pero que seguro tiene achicharrada la tarjeta del Ikea Family para reponer vajillas.
«Siempre que vengo a Valladolid me la gozo», asegura Omar Montes, el cantante con letra de médico que ha empapado este sábado las fiestas de Valladolid con un concierto que tal vez ponga nerviosos a los puristas musicales. Pero qué se le puede reprochar al cantante, si una canción suya hace a tanta gente feliz.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.